Obtendrá de la vieja Asamblea la aprobación de una ley habilitante para legislar como se le venga en gana durante el próximo año.
El 26 de septiembre de 2010 fue elegida una nueva Asamblea Nacional donde la oposición obtuvo una votación mayoritaria, pero que por un rediseño truculento de los distritos electorales, quedó en situación minoritaria en número de diputados. Como sea, la nueva Asamblea inicia formalmente labores en enero de 2011, pero su trabajo legislativo quedará relegado a un segundo plano ante los poderes omnímodos que recibirá Chávez de la Asamblea saliente.
El carácter antidemocrático del gobierno de Chávez queda así completamente al descubierto. Su desprecio por la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas es total. Su manifiesta incapacidad de lidiar con la oposición, la forma atrabiliaria como trata a quienes piensan distinto, la persecución a los medios de comunicación que no son de su simpatía, la expropiación sin indemnización de la propiedades de enemigos políticos, el control total del sistema de justicia, y la promulgación de una ley habilitante un mes antes de que empiece a operar la nueva Asamblea, son palpables evidencias de la naturaleza dictatorial y totalitaria de ese gobierno.
Definitivamente el de Venezuela es un gobierno despreciable que representa un retroceso en la evolución política de América Latina. Chávez se asemeja a un siniestro personaje de una opereta disonante. Se la pasa gesticulando, vociferando y maldiciendo. Reparte órdenes a diestra y sinistra, como si gobernar fuera igual a dirigir un cuartel. Eficaz en expropiar lo que es fruto del esfuerzo ajeno, pero absolutamente incompetente para construir o crear nueva riqueza.
La diarrea legislativa en sus 12 años de gobierno ha sido incesante, al punto que nadie sabe cuáles son las leyes que están vigentes. Y ahora con una Asamblea menos dócil, consigue poderes para seguir desembuchando más y más leyes y decretos.
En el entretanto, Venezuela se cae a pedazos. No está quedando nada de lo que era uno de los países más prósperos de América Latina. En estos últimos 12 años, no hay ninguna realización duradera de la cual los venezolanos puedan sentirse orgullosos.
Lo que sí queda en Venezuela es una población cada vez más dependiente de las migajas que recibe del gobierno. Y un gobierno que cada vez cuenta con menos recursos porque se ha dado a la inaudita tarea de expoliar y destruir la base productiva que lo alimenta y sostiene.
El carácter antidemocrático del gobierno de Chávez queda así completamente al descubierto. Su desprecio por la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas es total. Su manifiesta incapacidad de lidiar con la oposición, la forma atrabiliaria como trata a quienes piensan distinto, la persecución a los medios de comunicación que no son de su simpatía, la expropiación sin indemnización de la propiedades de enemigos políticos, el control total del sistema de justicia, y la promulgación de una ley habilitante un mes antes de que empiece a operar la nueva Asamblea, son palpables evidencias de la naturaleza dictatorial y totalitaria de ese gobierno.
Definitivamente el de Venezuela es un gobierno despreciable que representa un retroceso en la evolución política de América Latina. Chávez se asemeja a un siniestro personaje de una opereta disonante. Se la pasa gesticulando, vociferando y maldiciendo. Reparte órdenes a diestra y sinistra, como si gobernar fuera igual a dirigir un cuartel. Eficaz en expropiar lo que es fruto del esfuerzo ajeno, pero absolutamente incompetente para construir o crear nueva riqueza.
La diarrea legislativa en sus 12 años de gobierno ha sido incesante, al punto que nadie sabe cuáles son las leyes que están vigentes. Y ahora con una Asamblea menos dócil, consigue poderes para seguir desembuchando más y más leyes y decretos.
En el entretanto, Venezuela se cae a pedazos. No está quedando nada de lo que era uno de los países más prósperos de América Latina. En estos últimos 12 años, no hay ninguna realización duradera de la cual los venezolanos puedan sentirse orgullosos.
Lo que sí queda en Venezuela es una población cada vez más dependiente de las migajas que recibe del gobierno. Y un gobierno que cada vez cuenta con menos recursos porque se ha dado a la inaudita tarea de expoliar y destruir la base productiva que lo alimenta y sostiene.