Algún periodista colombiano decía que lo mejor de las elecciones en una democracia cuando se gana es, por un día al menos, el día siguiente, ser triunfalista frente a los perdedores.
¿A quién se enfrentaba Donald Trump? A los Clinton, a los Obama, a los Bush, a la Unión Europea, a la ONU y demás siglas inventadas por los burócratas internacionales, al Papa Francisco (y su vocero monseñor Pendejini), a los llamados medios de la desinformación (que son casi todos), a los encuestadores manipuladores (en lo que se han convertido casi todos), al 99,9% de los analistas expertos en política, a la farándula de Hollywood y al resto de las farándulas subsidiarias planetarias, a los defensores de lo políticamente correcto, a los mercaderes del cambio climático, a los partidarios de que la primera potencia del planeta se comporte como si no lo fuera, a China y sus trampas comerciales, a Warren Buffet y otros envidiosos ricachos, a los “sirios y troyanos” y otros inmigrantes ilegales, a los enemigos de la Navidad, y a tantos otros que deambulan por ahí.
La principal conclusión es quizás, que al igual que las elecciones del Brexit en el Reino Unido y del Plebiscito de Colombia, el triunfo de Trump lo fue sobre un “establecimiento” político arrogante en grado sumo que busca imponer por la fuerza de los medios a su disposición sus muy particulares puntos de vista, menospreciando con burla y sorna, y no con argumentos serios, las tesis de quienes piensan distinto.
Quienes subestimaron la personalidad y las ideas de Trump necesitan un tratamiento intensivo de Ubicatiex. Quienes amenazaron con inmigrar al confín del planeta si ganaba Trump ojalá cumplan con su promesa a mas tardar mañana.
No fue la fácil y ridícula caricatura que dibujaron de Trump la que ganó contra viento y marea la elección presidencial del país mas importante del planeta. El personaje que derrotó a la maquinaria del Partido Demócrata en los estados donde hacia tiempos no ganaba un candidato del Partido Republicano, y que promete darle un radical viraje al rumbo de país zombi que trae actualmente Estados Unidos, es ciertamente mucho mas que lo que se desprende de las burdas e ingenuas narraciones de estos perdedores.
La principal conclusión es quizás, que al igual que las elecciones del Brexit en el Reino Unido y del Plebiscito de Colombia, el triunfo de Trump lo fue sobre un “establecimiento” político arrogante en grado sumo que busca imponer por la fuerza de los medios a su disposición sus muy particulares puntos de vista, menospreciando con burla y sorna, y no con argumentos serios, las tesis de quienes piensan distinto.
Quienes subestimaron la personalidad y las ideas de Trump necesitan un tratamiento intensivo de Ubicatiex. Quienes amenazaron con inmigrar al confín del planeta si ganaba Trump ojalá cumplan con su promesa a mas tardar mañana.
No fue la fácil y ridícula caricatura que dibujaron de Trump la que ganó contra viento y marea la elección presidencial del país mas importante del planeta. El personaje que derrotó a la maquinaria del Partido Demócrata en los estados donde hacia tiempos no ganaba un candidato del Partido Republicano, y que promete darle un radical viraje al rumbo de país zombi que trae actualmente Estados Unidos, es ciertamente mucho mas que lo que se desprende de las burdas e ingenuas narraciones de estos perdedores.