Según el presupuesto, el déficit fiscal del gobierno federal en 2010 llegaría a 10,6% del PIB y en 2011 a 9,9% del PIB.
Estos niveles de déficit son los más altos desde la Segunda Guerra Mundial. No incluye el mayor gasto que ocasionaría la aprobación de proyectos de ley presentados por el gobierno de Barack Obama como el de la reforma del sistema de salud. Con estos niveles de déficit la deuda pública federal llegaría a 70% del PIB en 2012.
Ahora bien, los supuestos detrás del presupuesto son las de un crecimiento del PIB de 2,7% en 2010, de 3,8% en 2011 y de 4% en los siguientes años. Si no se superaran o cumplieran estos supuestos, y muchos analistas piensan que son optimistas, el gobierno federal de Estados Unidos podría enfrentar una crisis de financiamiento, caracterizada por emisiones monetarias desbordadas, devaluación del dólar y un eventual aumento de la inflación y de las tasas de interés.
Lo sorprendente de toda esta historia es que la Unión Europea (UE) está peor que Estados Unidos. Varios de los países europeos tienen déficit fiscales y niveles de deuda superiores a los de Estados Unidos. Incluso, en estos primeros días de 2010, el euro se ha debilitado frente al dólar por la gran desconfianza que existe sobre la capacidad de la UE para abordar sus desequilibrios macroeconómicos.
En contraste con el manejo fiscal y monetario de Estados Unidos y Europa, el de varios países emergentes de Asia y América Latina podrían calificarse como ortodoxo. Ello llevaría a pensar que tanto el dólar como el euro tenderían a desvalorizarse frente a las monedas de los países emergentes bien administrados. Sin embargo, la salud económica de muchos de estos países depende de sus exportaciones a Estados Unidos y Europa. Si ellas se contraen se debilitarían sus monedas.
De manera que, en lo que se refiere al valor relativo de las monedas, no las hay que tengan garantizada su valorización frente al dólar y el euro, quizás con la excepción del yuan chino. Pero en el caso de China, el gobierno no permite su revaluación, lo que ha generado desequilibrios en los flujos internacionales de comercio y ha obstaculizado un crecimiento sobre bases firmes de la economía china.
Ante semejante debilidad de la economía internacional, el último refugio es el oro. Parecería ser, a estas alturas del paseo, la inversión más rentable a largo plazo, o por lo menos la menos expuesta a las volatilidades de unos mercados que últimamente están nerviosos.
Ahora bien, los supuestos detrás del presupuesto son las de un crecimiento del PIB de 2,7% en 2010, de 3,8% en 2011 y de 4% en los siguientes años. Si no se superaran o cumplieran estos supuestos, y muchos analistas piensan que son optimistas, el gobierno federal de Estados Unidos podría enfrentar una crisis de financiamiento, caracterizada por emisiones monetarias desbordadas, devaluación del dólar y un eventual aumento de la inflación y de las tasas de interés.
Lo sorprendente de toda esta historia es que la Unión Europea (UE) está peor que Estados Unidos. Varios de los países europeos tienen déficit fiscales y niveles de deuda superiores a los de Estados Unidos. Incluso, en estos primeros días de 2010, el euro se ha debilitado frente al dólar por la gran desconfianza que existe sobre la capacidad de la UE para abordar sus desequilibrios macroeconómicos.
En contraste con el manejo fiscal y monetario de Estados Unidos y Europa, el de varios países emergentes de Asia y América Latina podrían calificarse como ortodoxo. Ello llevaría a pensar que tanto el dólar como el euro tenderían a desvalorizarse frente a las monedas de los países emergentes bien administrados. Sin embargo, la salud económica de muchos de estos países depende de sus exportaciones a Estados Unidos y Europa. Si ellas se contraen se debilitarían sus monedas.
De manera que, en lo que se refiere al valor relativo de las monedas, no las hay que tengan garantizada su valorización frente al dólar y el euro, quizás con la excepción del yuan chino. Pero en el caso de China, el gobierno no permite su revaluación, lo que ha generado desequilibrios en los flujos internacionales de comercio y ha obstaculizado un crecimiento sobre bases firmes de la economía china.
Ante semejante debilidad de la economía internacional, el último refugio es el oro. Parecería ser, a estas alturas del paseo, la inversión más rentable a largo plazo, o por lo menos la menos expuesta a las volatilidades de unos mercados que últimamente están nerviosos.