Aunque Barack Obama lo mencionó en su discurso del Estado de la Unión, se quedó cortó en solicitarle al Congreso su aprobación.
2010 es un año electoral en Estados Unidos. Los pronósticos no pueden ser peores para los congresistas del Partido Demócrata. Una reforma impopular del sistema de salud, la falta de firmeza frente al terrorismo islámico, el aumento del déficit y de la deuda del gobierno federal y el elevado desempleo, conspiran contra las opciones electorales de los demócratas. Las pérdidas de las gobernaciones de Virginia y New Jersey, así como del asiento que pertenecía al fallecido senador Ted Kennedy en Massachusetts, podría ser un anticipo de los que sucederá en las elecciones para el Congreso en noviembre de 2010.
En su discurso Obama insistió en su fallida agenda legislativa y en un cuestionado aumento adicional del gasto público. Por otro lado, no explicó por qué quiere juzgar a terroristas extranjeros en Estados Unidos, con las leyes y garantías que aplican a los ciudadanos de su país. En este último tema, ha calado hondo aquello que dijo el recién electo senador republicano Scott Brown, quien reemplazó a Ted Kennedy, en el sentido de que los impuestos que pagan los estadoudinenses deben utilizarse para atacar a los terroristas y no para defenderlos.
Como sea, la impresión que queda es la de un Congreso sin agenda clara, bajo el control de un Partido Demócrata desmoralizado y preocupado con los resultados electorales recientes y con las encuestas sobre noviembre. Será muy difícil para ese Congreso abordar proyectos controversiales como el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, al cual se oponen los grandes sindicatos de Estados Unidos, que son financiadores importantes de las campañas de varios congresistas demócratas.
Con un Presidente que se le nota el desgano cada vez que habla del libre comercio –que no ejerce liderazgo al respecto– hay muy pocas probabilidades de que el TLC de Colombia sea aprobado bajo su mandato. A menos que en noviembre el triunfo del Partido Republicano sea tan grande que Obama se vea forzado a utilizarlo como carnada para negociar la aprobación de algunos de sus proyectos legislativos. No hay que olvidar que la bancada republicana le ha solicitado en repetidas ocasiones a la bancada demócrata que someta a votación este TLC.
En su discurso Obama insistió en su fallida agenda legislativa y en un cuestionado aumento adicional del gasto público. Por otro lado, no explicó por qué quiere juzgar a terroristas extranjeros en Estados Unidos, con las leyes y garantías que aplican a los ciudadanos de su país. En este último tema, ha calado hondo aquello que dijo el recién electo senador republicano Scott Brown, quien reemplazó a Ted Kennedy, en el sentido de que los impuestos que pagan los estadoudinenses deben utilizarse para atacar a los terroristas y no para defenderlos.
Como sea, la impresión que queda es la de un Congreso sin agenda clara, bajo el control de un Partido Demócrata desmoralizado y preocupado con los resultados electorales recientes y con las encuestas sobre noviembre. Será muy difícil para ese Congreso abordar proyectos controversiales como el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, al cual se oponen los grandes sindicatos de Estados Unidos, que son financiadores importantes de las campañas de varios congresistas demócratas.
Con un Presidente que se le nota el desgano cada vez que habla del libre comercio –que no ejerce liderazgo al respecto– hay muy pocas probabilidades de que el TLC de Colombia sea aprobado bajo su mandato. A menos que en noviembre el triunfo del Partido Republicano sea tan grande que Obama se vea forzado a utilizarlo como carnada para negociar la aprobación de algunos de sus proyectos legislativos. No hay que olvidar que la bancada republicana le ha solicitado en repetidas ocasiones a la bancada demócrata que someta a votación este TLC.