Es un dictador que quiere doblegar la conciencia de los venezolanos a punta de miedo. Es uno de los últimos recursos que le quedan.
Siempre es el mismo cuento con los dictadores. Cuando han perdido legitimidad y se sienten débiles, se rodean de unos pocos que generalmente son sus más ineptos seguidores, o aquellos fieles con menos escrúpulos. Estrechan su círculo para evitar traiciones. Se vuelven paranoicos y purgan a quienes fueron sus más capaces e importantes colaboradores.
Hugo Chávez ya no confía en los venezolanos. Su seguridad depende enteramente de la inteligencia cubana. En las fuerzas armadas, la oficialidad venezolana fue descabezada y sustituida por unos zombies que obedecen ciegamente a sus nuevos amos, los militares cubanos. Así viven los dictadores: a la defensiva todo el tiempo protegiéndose de traiciones reales o imaginadas. No confían ni en su propia sombra.
La otra característica de los dictadores es que terminan gobernando con el miedo que producen. El miedo se convierte en su principal y casi único aliado. Se quedan sin otros argumentos frente a la población.
En el caso de Chávez, su última declaración es absolutamente patética. Le informó a sus opositores “Yo advierto: nadie se equivoque, la respuesta que yo comandaría sería radical”. La tal respuesta a la que se refirió sería la represión que el comandaría. ¡Uuuuy! ¡Qué susto! Venezolanos, váyanse a dormir porque ya viene el “coco”.
Hugo Chávez ya no confía en los venezolanos. Su seguridad depende enteramente de la inteligencia cubana. En las fuerzas armadas, la oficialidad venezolana fue descabezada y sustituida por unos zombies que obedecen ciegamente a sus nuevos amos, los militares cubanos. Así viven los dictadores: a la defensiva todo el tiempo protegiéndose de traiciones reales o imaginadas. No confían ni en su propia sombra.
La otra característica de los dictadores es que terminan gobernando con el miedo que producen. El miedo se convierte en su principal y casi único aliado. Se quedan sin otros argumentos frente a la población.
En el caso de Chávez, su última declaración es absolutamente patética. Le informó a sus opositores “Yo advierto: nadie se equivoque, la respuesta que yo comandaría sería radical”. La tal respuesta a la que se refirió sería la represión que el comandaría. ¡Uuuuy! ¡Qué susto! Venezolanos, váyanse a dormir porque ya viene el “coco”.
Chávez se ha convertido en un dictador “coco”. El mayor sustento de su poder es actualmente el miedo que inspira. Claro está, el dictador “coco” puede cerrar canales y tomarse los otros medios de comunicación y obligarlos a transmitir sus amenazas día y noche. También puede mandar a su ejército de zombies a reprimir manifestaciones, a destruir universidades y a encarcelar a líderes opositores. Igual puede cerrar y expropiar negocios.
Pero, toda esa represión, toda la destrucción de vidas, honras y bienes, ¿para qué? Algunos pocos dictadores “coco” terminan arrepintiéndose de haber hecho lo que hicieron para sostenerse en el poder. Un poder que sólo vale la pena si es para servir a los gobernados. Pero los hay que nunca se arrepienten sino que, por el contrario, se ceban aún más con el poder que lograron alcanzar.
Estos últimos pasan de ser dictadores “coco” a dictadores “vampiro”. Son los que no dan abasto con la represión. Sangre llama más sangre. A Chávez cada vez se le nota más síntomas de que está dando el paso de dictador “coco” a dictador “vampiro”. Incluso él mismo está anunciando su transformación. Por lo visto no puede detenerla.
Los dictadores “vampiro” nunca se arrepienten de lo que hacen. Van hasta el final. Son insaciables con la sangre de sus súbditos, a quienes convierten en vampiritos. El único antídoto contra los dictadores “vampiro” es la persistencia y el heroísmo de los no contaminados, hasta que la oscuridad de la noche desaparezca con la llegada de la luz del día.