Fue el mayor aumento del PIB en casi tres años. Esta cifra reabrió el debate sobre si la economía china sufre de recalentamiento.
Sin embargo, para enredar el debate, en marzo de 2010 los precios al consumidor se incrementaron a una tasa anualizada de apenas 2,4%, una disminución en relación con febrero cuando el aumento fue de 2,7%. Con todo, los analistas creen que la inflación se acelerará en el transcurso del año, superando la meta oficial de 3% anual.
También en marzo de 2010, la producción industrial creció 18,1% y comercio al por menor 18%. Las ventas de vehículos automotores se incrementaron en 76% en el primer trimestre frente a igual período de 2009.
Ahora bien, en lugar de aumentar las tasas de interés, el gobierno de China se ha propuesto reducir los nuevos préstamos en un 22%, para lo cual ha exigido mayores requerimientos de reservas o encajes al sector financiero.
Como se sabe, el gobierno de China, tan pronto estalló la crisis económica global a finales de 2008, implementó un ambicioso programa de estímulo basado en expansión del crédito, incluido el hipotecario, cuyo impacto, según algunos economistas, ha sido la creación de una burbuja. Se apoyan en datos como el de un aumento en marzo de los precios de la finca raíz urbana residencial y comercial de 11,7%, el mayor incremento desde que esta serie estadística se empezó a recopilar en 2005.
Otros economistas sostienen que la única salida que tiene China para evitar que se agrave el recalentamiento de su economía sería la revaluación de su moneda, el yuan, lo que estimularía las importaciones y aliviaría las actuales presiones inflacionarias. Las autoridades chinas se han opuesto hasta ahora a esta medida con el argumento que no pueden darse el lujo de perjudicar a sus sectores exportadores en momentos en los cuales no hay claridad sobre la fortaleza del proceso de recuperación de la economía global.
Ahora bien, en lugar de aumentar las tasas de interés, el gobierno de China se ha propuesto reducir los nuevos préstamos en un 22%, para lo cual ha exigido mayores requerimientos de reservas o encajes al sector financiero.
Como se sabe, el gobierno de China, tan pronto estalló la crisis económica global a finales de 2008, implementó un ambicioso programa de estímulo basado en expansión del crédito, incluido el hipotecario, cuyo impacto, según algunos economistas, ha sido la creación de una burbuja. Se apoyan en datos como el de un aumento en marzo de los precios de la finca raíz urbana residencial y comercial de 11,7%, el mayor incremento desde que esta serie estadística se empezó a recopilar en 2005.
Otros economistas sostienen que la única salida que tiene China para evitar que se agrave el recalentamiento de su economía sería la revaluación de su moneda, el yuan, lo que estimularía las importaciones y aliviaría las actuales presiones inflacionarias. Las autoridades chinas se han opuesto hasta ahora a esta medida con el argumento que no pueden darse el lujo de perjudicar a sus sectores exportadores en momentos en los cuales no hay claridad sobre la fortaleza del proceso de recuperación de la economía global.
Como sea, lo cierto es que la actual reactivación de las economías emergentes exportadoras de minerales y productos primarios depende crucialmente de que China mantenga altas tasas de crecimiento económico.