El Polo Democrático fue otro de los perdedores en las elecciones legislativas de marzo de 2010 en Colombia.
No hace mucho el Polo Democrático llegó a ser considerado como la principal fuerza de la oposición en Colombia. Representaba la unión de las distintas vertientes de la izquierda colombiana, aquellas que habían renunciado al uso de las armas como método de lucha política.
Esta unión entre los distintos grupos de la izquierda nunca fue fácil, pero al fin se había logrado, con resultados políticos a la vista. Algunas gobernaciones y alcaldías en coalición con otros grupos, pero principalmente la alcaldía de Bogotá y un liderazgo de la oposición a Álvaro Uribe, cuando su segunda reelección. Incluso se llegó a hablar de alianzas a nivel nacional con fuerzas políticas importantes como el Partido Liberal, bajo el liderazgo del Polo.
Pero todo esto ya es historia. Sucedió algo que es muy frecuente en política: las expectativas superaron con creces los resultados. El Polo, que necesitaba consolidar su trayectoria ascendente, se desinfló en las pasadas elecciones y corre el peligro de perder su relevancia como la agrupación política líder de la izquierda colombiana.
¿Qué pasó? Se juntaron varios factores adversos. Las sombras al acecho de Hugo Chávez y las FARC, gestión mediocre al frente de la alcaldía de Bogotá, y divisiones internas aparentemente insalvables. Y habría que agregar que en Colombia, por fuerza de las circunstancias y por efecto del liderazgo de Álvaro Uribe, el péndulo político se movió hacía la derecha y en contra de una izquierda empaquetada a lo tradicional.
El Polo Democrático pasó de elegir 10 senadores en las elecciones de 2006 a 8 en las elecciones de 2010. Así también, hubo una reducción en la Cámara de Representantes. Pero no importa mayormente que la disminución en representación política fuera pequeña. El problema es que fue un desinfle. Que sacó menos votación que Cambio Radical, un movimiento que gira alrededor de una figura política. O menos votación que el movimiento de los herederos de la parapolítica, el Partido de Integración Nacional (PIN). Y que corre el peligro de ser opacado por el nuevo Partido Verde que obtuvo 5 senadores.
Es decir, en las pasadas elecciones el Polo perdió relevancia y peso relativo. Sólo el paso de su candidato Gustavo Petro a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales revertiría la actual tendencia al declive. Pero esa posibilidad luce cuesta arriba, más aún si se tiene en cuenta que en la primera vuelta Antanas Mockus del Partido Verde atraerá votos de la izquierda, y Sergio Fajardo atraerá votos alternativos. Además, muchos caciques perdieron su curul en el Congreso y culparán a Petro de lo sucedido y no a su propia incompetencia y falta de energía. Hay inconformidad en las filas y poco tiempo para asimilar el golpe sufrido.
Definitivamente el Polo llega mal posicionado a un período que promete ser de mucha fluidez en la política colombiana, luego de que la Corte Constitucional se opusiera a la tercera reelección de Álvaro Uribe.
Esta unión entre los distintos grupos de la izquierda nunca fue fácil, pero al fin se había logrado, con resultados políticos a la vista. Algunas gobernaciones y alcaldías en coalición con otros grupos, pero principalmente la alcaldía de Bogotá y un liderazgo de la oposición a Álvaro Uribe, cuando su segunda reelección. Incluso se llegó a hablar de alianzas a nivel nacional con fuerzas políticas importantes como el Partido Liberal, bajo el liderazgo del Polo.
Pero todo esto ya es historia. Sucedió algo que es muy frecuente en política: las expectativas superaron con creces los resultados. El Polo, que necesitaba consolidar su trayectoria ascendente, se desinfló en las pasadas elecciones y corre el peligro de perder su relevancia como la agrupación política líder de la izquierda colombiana.
¿Qué pasó? Se juntaron varios factores adversos. Las sombras al acecho de Hugo Chávez y las FARC, gestión mediocre al frente de la alcaldía de Bogotá, y divisiones internas aparentemente insalvables. Y habría que agregar que en Colombia, por fuerza de las circunstancias y por efecto del liderazgo de Álvaro Uribe, el péndulo político se movió hacía la derecha y en contra de una izquierda empaquetada a lo tradicional.
El Polo Democrático pasó de elegir 10 senadores en las elecciones de 2006 a 8 en las elecciones de 2010. Así también, hubo una reducción en la Cámara de Representantes. Pero no importa mayormente que la disminución en representación política fuera pequeña. El problema es que fue un desinfle. Que sacó menos votación que Cambio Radical, un movimiento que gira alrededor de una figura política. O menos votación que el movimiento de los herederos de la parapolítica, el Partido de Integración Nacional (PIN). Y que corre el peligro de ser opacado por el nuevo Partido Verde que obtuvo 5 senadores.
Es decir, en las pasadas elecciones el Polo perdió relevancia y peso relativo. Sólo el paso de su candidato Gustavo Petro a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales revertiría la actual tendencia al declive. Pero esa posibilidad luce cuesta arriba, más aún si se tiene en cuenta que en la primera vuelta Antanas Mockus del Partido Verde atraerá votos de la izquierda, y Sergio Fajardo atraerá votos alternativos. Además, muchos caciques perdieron su curul en el Congreso y culparán a Petro de lo sucedido y no a su propia incompetencia y falta de energía. Hay inconformidad en las filas y poco tiempo para asimilar el golpe sufrido.
Definitivamente el Polo llega mal posicionado a un período que promete ser de mucha fluidez en la política colombiana, luego de que la Corte Constitucional se opusiera a la tercera reelección de Álvaro Uribe.