Bolivia coquetea con interesados en su litio. El que se encuentra en el Salar de Uyuni en el sur del altiplano andino, la mayor reserva mundial de este metal.
Conforme el mundo se preocupa más sobre el cambio climático y las reservas mundiales de petróleo se mantienen restringidas, surgen nuevos protagonistas económicos y geográficos. Uno de ellos muy importante es el nuevo “oro verde” y se llama litio.
Se trata de un metal alcalino ligero y blando que posee grandes capacidades de conducción de calor y electricidad, además de almacenamiento. Su uso actual es masificado en teléfonos celulares, baterías de computadoras portátiles y la mayoría de la tecnología portátil. Su porcentaje de utilización actual es bajo, comparado con el potencial del metal a mediano plazo.
A medida que la industria automovilística y de transporte masivo avance en tecnología eléctrica, el litio tendrá un papel protagónico. Serán las baterías de litio las encargadas de almacenar la electricidad que movilizara los autos en el futuro.
En medio de este panorama tan alentador, sale a relucir un nuevo “Arabia Saudita”, pero no de petróleo, sino de litio. Se trata de Bolivia, quien posee las reservas mas grandes del mundo en litio. El país andino posee el 70% de las reservas descubiertas y certificadas hasta el día de hoy, lo que la hace ver como un ganador instantáneo de lotería.
Muchos gobiernos y compañías se han acercado al gobierno de Evo Morales, expresando interés de explotar estos yacimientos y en amarrar futuros contratos. Entre las compañías interesadas en aliarse con la minera estatal Comibol están las japonesas Mitsubishi y Sumitomo, LG de Corea, y CITIC Guoan de China. Interesadísimo también el gobierno de Francia que ha ofrecido tecnología militar para desarrollar la industrialización de este metal precioso.
Por otro lado, Evo anda con el cuento de que Irán podría ser socio en la industrialización del litio. Ello después de su visita a Teherán. Allí firmó acuerdos con Ahmadinejad, entre los cuales está la creación de un banco iraní boliviano y un préstamo por 200 millones de euros (US$278 millones). Este último para impulsar una planta de lácteos, una textilera y una posible ensambladora de tractores.
Ahora bien, Irán ha firmado ya cientos de acuerdos de cooperación económica con países perteneciente al ALBA (muy especialmente Venezuela y en menor grado Ecuador). La ejecución de esos acuerdos es cercana a cero. Irán no es competitivo en tecnología, industria y servicios. No hay mucha complementariedad entre las economías de países latinoamericanos y la de Irán.
El gobierno de Evo ha dejado en claro que desarrollaría en solitario el proceso de industrialización del litio hasta antes de la producción de carbonato de litio. Y que de ahí en adelante requiere ayuda de eventuales socios.
Obviamente está de por medio la pregunta de si Bolivia es capaz de explotar el litio rentablemente. Al hacerlo en solitario se demorará quién sabe cuánto. Y luego le tocará empatar una tecnología “made en Bolivia” con la de “made in Japan” o la de “made in Korea”.
Se trata de un metal alcalino ligero y blando que posee grandes capacidades de conducción de calor y electricidad, además de almacenamiento. Su uso actual es masificado en teléfonos celulares, baterías de computadoras portátiles y la mayoría de la tecnología portátil. Su porcentaje de utilización actual es bajo, comparado con el potencial del metal a mediano plazo.
A medida que la industria automovilística y de transporte masivo avance en tecnología eléctrica, el litio tendrá un papel protagónico. Serán las baterías de litio las encargadas de almacenar la electricidad que movilizara los autos en el futuro.
En medio de este panorama tan alentador, sale a relucir un nuevo “Arabia Saudita”, pero no de petróleo, sino de litio. Se trata de Bolivia, quien posee las reservas mas grandes del mundo en litio. El país andino posee el 70% de las reservas descubiertas y certificadas hasta el día de hoy, lo que la hace ver como un ganador instantáneo de lotería.
Muchos gobiernos y compañías se han acercado al gobierno de Evo Morales, expresando interés de explotar estos yacimientos y en amarrar futuros contratos. Entre las compañías interesadas en aliarse con la minera estatal Comibol están las japonesas Mitsubishi y Sumitomo, LG de Corea, y CITIC Guoan de China. Interesadísimo también el gobierno de Francia que ha ofrecido tecnología militar para desarrollar la industrialización de este metal precioso.
Por otro lado, Evo anda con el cuento de que Irán podría ser socio en la industrialización del litio. Ello después de su visita a Teherán. Allí firmó acuerdos con Ahmadinejad, entre los cuales está la creación de un banco iraní boliviano y un préstamo por 200 millones de euros (US$278 millones). Este último para impulsar una planta de lácteos, una textilera y una posible ensambladora de tractores.
Ahora bien, Irán ha firmado ya cientos de acuerdos de cooperación económica con países perteneciente al ALBA (muy especialmente Venezuela y en menor grado Ecuador). La ejecución de esos acuerdos es cercana a cero. Irán no es competitivo en tecnología, industria y servicios. No hay mucha complementariedad entre las economías de países latinoamericanos y la de Irán.
El gobierno de Evo ha dejado en claro que desarrollaría en solitario el proceso de industrialización del litio hasta antes de la producción de carbonato de litio. Y que de ahí en adelante requiere ayuda de eventuales socios.
Obviamente está de por medio la pregunta de si Bolivia es capaz de explotar el litio rentablemente. Al hacerlo en solitario se demorará quién sabe cuánto. Y luego le tocará empatar una tecnología “made en Bolivia” con la de “made in Japan” o la de “made in Korea”.