Se viene anunciando de tiempo atrás, pero a finales de 2010 hay más indicios de que la trayectoria que trae esa economía es insostenible.
Pocos analistas se atreven a aseverar que China está enredada en una burbuja de dimensiones gigantescas y que su estallido sería el inicio de una profundización de la actual crisis económica global. Pero el aumento reciente de la inflación y los elevadísimos precios actuales de la finca raíz sugieren que la economía china no podrá mantener el crecimiento económico cercano a 10% anual que actualmente lleva.
En octubre de 2010 la inflación anual de alimentos en China alcanzó 10,1%. La inflación global fue de 4,4%, superior a la meta de 3,5% establecida por las autoridades. El aumento de la inflación ha motivado a la adopción de restricciones al crédito, especialmente el hipotecario.
Durante 2009 y buena parte de 2010 la expansión monetaria fue a un ritmo loco de 40% anual. Ello ha conducido a una burbuja en sectores como el de la finca raíz, que muchos consideran es superior en sus dimensiones a la de Estados Unidos antes de la crisis de 2008.
Se estima que actualmente hay en China 3.300 millones de metros cuadrados (m2) vacantes; que el precio del m2 en las grandes ciudades sobre el precio del m2 de alquiler es 39.4 veces, superior a 22.8 veces que era en Estados Unidos antes de su crisis hipotecaria; que la deuda es de 107% del PIB (cinco veces la reconocida por las autoridades); que son inmensos los excedentes de inventarios en industrias básicas como la del cemento y el acero; que una parte importante de los ingresos de los gobiernos locales depende de que el negocio de la finca raíz siga próspero; y que el aumento de los costos de la mano de obra ha empezado a hacer de China un país menos atractivo como receptor de inversión extranjera directa.
Parte del problema con China es que las estadísticas no son del todo confiables o transparentes. Como sea, el consenso es que la efectividad de las políticas de estímulo que se iniciaron a finales de 2008 ya se agotó, y que el país se encuentra en esa parte del ciclo económico en que una política monetaria expansiva se traduce en inflación antes que en crecimiento.
No hay que olvidar que a comienzos del gran paquete de estímulo, o sea en plena crisis económica global, los precios internacionales de los productos básicos que importa China estaban deprimidos. Pero actualmente (dos años después) los precios del petróleo, cobre, acero, níquel y otras materias primas que demanda para sostener un crecimiento cercano a 10% están en un punto relativamente alto, lo que es leña al fuego para la inflación doméstica.
En fin, no obstante que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y algunos bancos pronostican que el aterrizaje de la economía china será suave y que en 2011 su PIB crecerá alrededor de 8,5%, queda la sensación de que están pensando con el deseo. Tal como ha demostrado la experiencia de aterrizajes de economías recalentadas o que vienen de burbujas hipotecarias, ellos tienden a ser más abruptos de lo anticipado.
La desaceleración que se observa recientemente en los indicadores líderes de algunas economías asiáticas es probablemente el primer aviso del inevitable enfriamiento que ya empezó a experimentar su vecino, el país más poblado del planeta. Por otro lado, todo apunta a que se agudizará la crisis económica de la Comunidad Europea, que es el principal comprador de China. Y las noticias sobre la situación de la economía de Estados Unidos, su otro cliente importante, tampoco son alentadoras. De manera que el panorama de la economía global luce más oscuro ahora que hace unos meses, lo cual lleva a reflexionar sobre las perspectivas económicas de Colombia y los demás países de América Latina.
Por ahora es suficiente con señalar que se ha estimado que un aterrizaje significativo, pero no catastrófico, de China (crecimiento de 6–7% en lugar de 9–10%) se traduciría en una caída cercana a 20% en los precios externos de los productos básicos, un aumento de por lo menos 100 puntos básicos en la deuda soberana de los países emergentes, y una reducción de la tasa de incremento del PIB en estos países de mínimo 2 puntos porcentuales.
En octubre de 2010 la inflación anual de alimentos en China alcanzó 10,1%. La inflación global fue de 4,4%, superior a la meta de 3,5% establecida por las autoridades. El aumento de la inflación ha motivado a la adopción de restricciones al crédito, especialmente el hipotecario.
Durante 2009 y buena parte de 2010 la expansión monetaria fue a un ritmo loco de 40% anual. Ello ha conducido a una burbuja en sectores como el de la finca raíz, que muchos consideran es superior en sus dimensiones a la de Estados Unidos antes de la crisis de 2008.
Se estima que actualmente hay en China 3.300 millones de metros cuadrados (m2) vacantes; que el precio del m2 en las grandes ciudades sobre el precio del m2 de alquiler es 39.4 veces, superior a 22.8 veces que era en Estados Unidos antes de su crisis hipotecaria; que la deuda es de 107% del PIB (cinco veces la reconocida por las autoridades); que son inmensos los excedentes de inventarios en industrias básicas como la del cemento y el acero; que una parte importante de los ingresos de los gobiernos locales depende de que el negocio de la finca raíz siga próspero; y que el aumento de los costos de la mano de obra ha empezado a hacer de China un país menos atractivo como receptor de inversión extranjera directa.
Parte del problema con China es que las estadísticas no son del todo confiables o transparentes. Como sea, el consenso es que la efectividad de las políticas de estímulo que se iniciaron a finales de 2008 ya se agotó, y que el país se encuentra en esa parte del ciclo económico en que una política monetaria expansiva se traduce en inflación antes que en crecimiento.
No hay que olvidar que a comienzos del gran paquete de estímulo, o sea en plena crisis económica global, los precios internacionales de los productos básicos que importa China estaban deprimidos. Pero actualmente (dos años después) los precios del petróleo, cobre, acero, níquel y otras materias primas que demanda para sostener un crecimiento cercano a 10% están en un punto relativamente alto, lo que es leña al fuego para la inflación doméstica.
En fin, no obstante que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y algunos bancos pronostican que el aterrizaje de la economía china será suave y que en 2011 su PIB crecerá alrededor de 8,5%, queda la sensación de que están pensando con el deseo. Tal como ha demostrado la experiencia de aterrizajes de economías recalentadas o que vienen de burbujas hipotecarias, ellos tienden a ser más abruptos de lo anticipado.
La desaceleración que se observa recientemente en los indicadores líderes de algunas economías asiáticas es probablemente el primer aviso del inevitable enfriamiento que ya empezó a experimentar su vecino, el país más poblado del planeta. Por otro lado, todo apunta a que se agudizará la crisis económica de la Comunidad Europea, que es el principal comprador de China. Y las noticias sobre la situación de la economía de Estados Unidos, su otro cliente importante, tampoco son alentadoras. De manera que el panorama de la economía global luce más oscuro ahora que hace unos meses, lo cual lleva a reflexionar sobre las perspectivas económicas de Colombia y los demás países de América Latina.
Por ahora es suficiente con señalar que se ha estimado que un aterrizaje significativo, pero no catastrófico, de China (crecimiento de 6–7% en lugar de 9–10%) se traduciría en una caída cercana a 20% en los precios externos de los productos básicos, un aumento de por lo menos 100 puntos básicos en la deuda soberana de los países emergentes, y una reducción de la tasa de incremento del PIB en estos países de mínimo 2 puntos porcentuales.