La diferencia entre el dólar oficial y el dólar blue (dólar paralelo) es casi de 100%. El gobierno ladrón argentino ahora pretende financiarse con el blanqueo de fortunas ilegales.
Argentina es el país de los célebres “corralitos” y el único en el que el dólar paralelo o negro tiene el muy sugestivo y hasta romántico nombre de blue. El 8 de mayo de 2013 el dólar oficial se cotizaba a 5,21 pesos mientras que el dólar blue a 10,18 pesos.
Con esta diferencia entre uno y otro, Argentina y especialmente Buenos Aires, se ha llenado de “cuevas”. Así es como allá le dicen a los sitios donde se transa el blue. Es un gran negocio, uno con rentabilidad de 100%, hacerse a dólares oficiales y venderlos en las “cuevas”.
También lo es llegar como turista con un fajo de dólares o euros y cambiarlos en una de las “cuevas”. Alojamientos no tasados en dólares, comida, bebida, esparcimiento, transporte y algunos productos y antigüedades, a un insuperable precio. Pero ojo, si el cambio es a la tasa oficial, es uno de los países mas caros del planeta.
El creciente diferencial entre el dólar oficial y el blue es apenas la manifestación de la fiebre de una grave enfermedad económica. Crecientes déficit fiscales en un país que tiene cerrado los mercados internacionales de capitales, reservas internacionales a la baja, una inflación desbordada y una desconfianza generalizada entre los inversionistas sobre el futuro de la economía, son el combustible que produce la calentura del blue.
Como cosa curiosa, Argentina es uno de los países del planeta con estadísticas económicas mas defectuosas. Se sabe muy poco de la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos y ni siquiera hay consenso sobre la inflación. Sobre esta última el gobierno habla de 10% anual en tanto que analistas imparciales la sitúan en cerca de 30% anual. Daría la impresión que ni el gobierno ni la mayoría de los argentinos desean conocer la triste realidad económica de su país.
Pero ese estado de negación no soluciona problemas graves y urgentes. El gobierno y las empresas estatales sencillamente se han quedado sin dólares. El sector productivo privado también. Los pesos que se emiten a manos llenas valen cada vez menos. Todo el que tenga dos dedos de frente le apuesta al blue. Eso de que los países están condenados a repetir lo peor de su historia, como que es ley inexorable en el caso de Argentina cuando se trata del manejo macroeconómico.
¿Y qué se le ocurre hacer al equipo económico del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner? Ni mas ni menos que un blanqueo de capitales para atraer dólares a la economía formal. Para tal efecto anunció la emisión de un bono en dólares para financiar al sector energético y un certificado de depósito también en dólares para transacciones en el sector inmobiliario y de la construcción.
El plan de blanqueo está dirigido a atraer fondos no declarados sin penalidades tributarias y cambiarias. Lo que el gobierno busca es que empresas y personas acudan al matadero como si nada. Que entreguen sus dólares y reciban a cambio un bono o un certificado de uno de los gobiernos más ladrones del planeta. Un gobierno que cada vez que ha enfrentado un apuro financiero ha dejado de responder olímpicamente por sus acreencias.
Y ahora ese gobierno ladrón le pide a la gente que invierta en sus nuevos papeles. Solo grandes carcajadas merece esta desesperada solicitud. Por lo visto, sus funcionarios creen que al perro lo capan no solamente dos veces, sino tres, cuatro, cinco o hasta mas veces. Sin duda, tienen un gran concepto del perro.
No se requieren expertos para pronosticar que el plan de blanqueo será un fracaso, aunque probablemente moverá el corazón de algunos delincuentes que se enternecerán ante la posibilidad de legalizar sus mal habidos capitales. Algunos dicen que beneficiará a la familia Kirchner, la que según la ex secretaria privada, depositó en el mausoleo de alias “el tuerto” grandes cantidades de bolsas repletas de billetes de dólares provenientes de la Casa Rosada.
Mientras no se implemente un plan serio de corrección de los grandes desequilibrios macroeconómicos que afligen a Argentina y se implementen políticas amigables a la inversión privada, se continuará diciendo del dólar blue lo de la letra de la famosa ranchera: “pero sigo siendo el rey…”
Con esta diferencia entre uno y otro, Argentina y especialmente Buenos Aires, se ha llenado de “cuevas”. Así es como allá le dicen a los sitios donde se transa el blue. Es un gran negocio, uno con rentabilidad de 100%, hacerse a dólares oficiales y venderlos en las “cuevas”.
También lo es llegar como turista con un fajo de dólares o euros y cambiarlos en una de las “cuevas”. Alojamientos no tasados en dólares, comida, bebida, esparcimiento, transporte y algunos productos y antigüedades, a un insuperable precio. Pero ojo, si el cambio es a la tasa oficial, es uno de los países mas caros del planeta.
El creciente diferencial entre el dólar oficial y el blue es apenas la manifestación de la fiebre de una grave enfermedad económica. Crecientes déficit fiscales en un país que tiene cerrado los mercados internacionales de capitales, reservas internacionales a la baja, una inflación desbordada y una desconfianza generalizada entre los inversionistas sobre el futuro de la economía, son el combustible que produce la calentura del blue.
Como cosa curiosa, Argentina es uno de los países del planeta con estadísticas económicas mas defectuosas. Se sabe muy poco de la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos y ni siquiera hay consenso sobre la inflación. Sobre esta última el gobierno habla de 10% anual en tanto que analistas imparciales la sitúan en cerca de 30% anual. Daría la impresión que ni el gobierno ni la mayoría de los argentinos desean conocer la triste realidad económica de su país.
Pero ese estado de negación no soluciona problemas graves y urgentes. El gobierno y las empresas estatales sencillamente se han quedado sin dólares. El sector productivo privado también. Los pesos que se emiten a manos llenas valen cada vez menos. Todo el que tenga dos dedos de frente le apuesta al blue. Eso de que los países están condenados a repetir lo peor de su historia, como que es ley inexorable en el caso de Argentina cuando se trata del manejo macroeconómico.
¿Y qué se le ocurre hacer al equipo económico del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner? Ni mas ni menos que un blanqueo de capitales para atraer dólares a la economía formal. Para tal efecto anunció la emisión de un bono en dólares para financiar al sector energético y un certificado de depósito también en dólares para transacciones en el sector inmobiliario y de la construcción.
El plan de blanqueo está dirigido a atraer fondos no declarados sin penalidades tributarias y cambiarias. Lo que el gobierno busca es que empresas y personas acudan al matadero como si nada. Que entreguen sus dólares y reciban a cambio un bono o un certificado de uno de los gobiernos más ladrones del planeta. Un gobierno que cada vez que ha enfrentado un apuro financiero ha dejado de responder olímpicamente por sus acreencias.
Y ahora ese gobierno ladrón le pide a la gente que invierta en sus nuevos papeles. Solo grandes carcajadas merece esta desesperada solicitud. Por lo visto, sus funcionarios creen que al perro lo capan no solamente dos veces, sino tres, cuatro, cinco o hasta mas veces. Sin duda, tienen un gran concepto del perro.
No se requieren expertos para pronosticar que el plan de blanqueo será un fracaso, aunque probablemente moverá el corazón de algunos delincuentes que se enternecerán ante la posibilidad de legalizar sus mal habidos capitales. Algunos dicen que beneficiará a la familia Kirchner, la que según la ex secretaria privada, depositó en el mausoleo de alias “el tuerto” grandes cantidades de bolsas repletas de billetes de dólares provenientes de la Casa Rosada.
Mientras no se implemente un plan serio de corrección de los grandes desequilibrios macroeconómicos que afligen a Argentina y se implementen políticas amigables a la inversión privada, se continuará diciendo del dólar blue lo de la letra de la famosa ranchera: “pero sigo siendo el rey…”