Fue patético e insultante su discurso en la noche del 30 de mayo después de conocerse los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial.
Todos los demás candidatos hicieron presentaciones normales en esa noche. Presentaciones cortas, al punto y con los respectivos agradecimientos. La presentación del candidato ganador Juan Manuel Santos obviamente fue un poco más larga. Pero igual, fue concisa, generosa en agradecimientos e invocaciones a la unidad nacional, y con los correspondientes reconocimientos a sus contendores por la forma como se desarrolló el debate electoral.
No así sucedió con Mockus. Su presentación duró casi una hora. Caracol Televisión y RCN Televisión tuvieron que dejar de transmitirla para darle paso a otros compromisos. Solamente Citytv lo hizo en su totalidad. Entre otras, Mockus usurpó el tiempo de los otros candidatos que quedaron por debajo en el resultado: la costumbre en Colombia y en otros países, es que hablen primero los perdedores y de último los ganadores. Mockus ni siquiera respetó el tiempo de los demás.
Pues bien, lo de Mockus fue casi una hora de aburridas vueltas y vueltas sobre los mismos temas. Cuando todos creían que Mockus iba a concluir, volvía con la misma cantaleta. De nuevo, vueltas y vueltas sobre los mismos temas. Atrás en al tarima, los otros fundadores del Partido Verde Enrique Peñalosa y Lucho Garzón lucían crecientemente impacientes con la duración del evento.
¿Y cuáles eran los recurrentes temas de Mockus? Que la vida y los recursos públicos son sagrados, que la corrupción hay que combatirla, que no todo vale. Mockus le ha hecho creer a sus seguidores que esas preocupaciones son sólo la de ellos y que la casi mitad de los electores que votaron por Santos no les importa la vida ajena, o el buen manejo de los recursos públicos, o la legalidad de la conducta propia. El maniqueísmo en todo su esplendor.
Ese maniqueísmo Mockus lo ha extendido al candidato ganador. Entre las interminables vueltas y vueltas de su presentación, dijo algo que es una acusación grave. Sus palabras textuales fueron: “Debemos enfrentar en la segunda vuelta al doctor Juan Manuel Santos (…) quien ha demostrado, de múltiples maneras, que el fin justifica los medios”. La cita se puede leer en el diario El Tiempo del 31 de mayo en la página 1-3.
Ahora bien, ¿cómo así que Santos ha demostrado que el fin justifica los medios? ¿Cuándo? ¿Dónde? Si Mockus hace una acusación de esta calaña, debe sustentarla con hechos. Nunca, en su ya larga trayectoria de servidor público, Santos ha sido acusado de utilizar procedimientos impropios o ilegales, ni mucho menos ha sido condenado por hacerlo. Entonces, ¿a qué se refiere el atolondrado Mockus?
Lo mínimo, lo caballeroso, la única manera de resarcir la ofensa hecha, no sólo al candidato ganador sino también a sus millones de electores, es la de dar públicas excusas, las que habría que recibir con beneficio de inventario por tratarse de un personaje que en esta campaña se la ha pasado de rectificación en rectificación.
No así sucedió con Mockus. Su presentación duró casi una hora. Caracol Televisión y RCN Televisión tuvieron que dejar de transmitirla para darle paso a otros compromisos. Solamente Citytv lo hizo en su totalidad. Entre otras, Mockus usurpó el tiempo de los otros candidatos que quedaron por debajo en el resultado: la costumbre en Colombia y en otros países, es que hablen primero los perdedores y de último los ganadores. Mockus ni siquiera respetó el tiempo de los demás.
Pues bien, lo de Mockus fue casi una hora de aburridas vueltas y vueltas sobre los mismos temas. Cuando todos creían que Mockus iba a concluir, volvía con la misma cantaleta. De nuevo, vueltas y vueltas sobre los mismos temas. Atrás en al tarima, los otros fundadores del Partido Verde Enrique Peñalosa y Lucho Garzón lucían crecientemente impacientes con la duración del evento.
¿Y cuáles eran los recurrentes temas de Mockus? Que la vida y los recursos públicos son sagrados, que la corrupción hay que combatirla, que no todo vale. Mockus le ha hecho creer a sus seguidores que esas preocupaciones son sólo la de ellos y que la casi mitad de los electores que votaron por Santos no les importa la vida ajena, o el buen manejo de los recursos públicos, o la legalidad de la conducta propia. El maniqueísmo en todo su esplendor.
Ese maniqueísmo Mockus lo ha extendido al candidato ganador. Entre las interminables vueltas y vueltas de su presentación, dijo algo que es una acusación grave. Sus palabras textuales fueron: “Debemos enfrentar en la segunda vuelta al doctor Juan Manuel Santos (…) quien ha demostrado, de múltiples maneras, que el fin justifica los medios”. La cita se puede leer en el diario El Tiempo del 31 de mayo en la página 1-3.
Ahora bien, ¿cómo así que Santos ha demostrado que el fin justifica los medios? ¿Cuándo? ¿Dónde? Si Mockus hace una acusación de esta calaña, debe sustentarla con hechos. Nunca, en su ya larga trayectoria de servidor público, Santos ha sido acusado de utilizar procedimientos impropios o ilegales, ni mucho menos ha sido condenado por hacerlo. Entonces, ¿a qué se refiere el atolondrado Mockus?
Lo mínimo, lo caballeroso, la única manera de resarcir la ofensa hecha, no sólo al candidato ganador sino también a sus millones de electores, es la de dar públicas excusas, las que habría que recibir con beneficio de inventario por tratarse de un personaje que en esta campaña se la ha pasado de rectificación en rectificación.