Jorge Ospina Sardi
Las personalidades son múltiples y gracias a ello es factible alcanzar altas productividades por medio de sofisticadas divisiones del trabajo. Se tiende a subestimar la importancia y consecuencias de las diferencias resultantes.
Una creencia muy extendida es que en lo fundamental los seres humanos somos iguales. Si bien es cierto que esa igualdad no está en duda cuando se refiere a aspectos centrales como la dignidad humana y las libertades que la realzan, el derecho a la vida y el acceso a servicios básicos mínimos, en otros temas como el de las personalidades y trayectorias existenciales las diferencias tienden a ser muy dispares. En este ensayo nos concentraremos en el tema de las personalidades.
Es curioso que cuando se habla de personalidades el desconocimiento es inmenso, aun entre las poblaciones mas ilustradas. De manera superficial y sin mayor sustento muchos abordan el tema con horóscopo en mano. Pero bien se sabe que la astrología no se sustenta en bases sólidas, como si tiende a serlo la sicología, cuyo avance en estos últimos tiempos es incuestionable.
La personalidad promedio de los seres humanos
Han sido varios los intentos de clasificación de personalidades. En la práctica, muchos de ellos coinciden en los rasgos generales. Lo importante para un lego en la materia es no perderse en el bosque. Al final de cuentas, cualquiera que sea la clasificación con la que se trabaje, cualquiera que sean las categorías que se establezcan, lo principal que hay que tener en cuenta es que las combinaciones de las características relacionada con lo que llamamos “personalidad” son casi infinitas. Pero aun así, existen unos rasgos generales que ayudan a entender la naturaleza del origen de las desigualdades entre individuos.
Por ejemplo, un estudio reciente dirigido por Luis Amaral de Northwest Engineering habla de cinco dimensiones básicas de la personalidad: neuroticismo, extroversión, apertura a nuevas experiencias, amabilidad y responsabilidad. Y con base en esas dimensiones determina que los seres humanos pueden ser reservados, egocéntricos, modelos a seguir, y los que están en la media (Adrián López, “Los únicos tipos de personalidad que existen, según la ciencia”, ACV, septiembre de 2018).
Clasificaciones como esta son demasiado generales. La mayoría de la población está en una media en la que cohabitan algo de responsabilidad, con algo de amabilidad, con mas extroversión que introversión, con una no despreciable pero administrable inestabilidad emocional o neuroticismo, y con pocas expectativas sobre la futura evolución de sus vidas (reducida curiosidad y limitadas búsquedas de nuevas experiencias y aprendizajes).
Quizás lo mas interesante de este estudio que abarcó mas de 1.5 millones de encuestados es la conclusión que llega con respecto a cuál es la personalidad mas común entre los seres humanos. Una media en la que los atributos son poco vistosos o pronunciados. Básicamente se trata de un ser humano medio que “no va mas allá”, que no logra distinguirse mayormente.
Esa media es lo que algunos sociólogos del pasado llamaban “la masa” o conjunto de seres humanos que se acoplan entre sí y funcionan de manera coordinada, sin muchos aspavientos. Que se movilizan y actúan en concordancia con las características de velocidad y giros que caracterizan a cada comunidad, pero que no necesariamente la impulsan hacia novedosos derroteros.
Sin esa “masa” no hay vida social coherente. Una comunidad donde la gran mayoría son reservados, o la gran mayoría son egocéntricos, o la gran mayoría son modelos a seguir, una comunidad sin el engranaje que constituye su masa, sería un pandemonio de unas proporciones infinitas, donde harían su aparición diversas fuerzas centrífugas que la destruirían. La media de la población es la que hace aterrizar, a poner los pies sobre la tierra, a las personalidades mas atípicas o escasas del género humano.
Una clasificación mas completa de tipos de personalidad
Otra clasificación mas completa y útil de personalidades es la desarrollada por Katharine Cook Briggs y su hija Isabel Briggs Myers, y que se basan en las concepciones teóricas de Carl Jung. En términos generales esta clasificación parte de la idea que la experiencia humana está principalmente supeditada a cuatro funciones sicológicas: sensaciones, intuiciones, sentimientos y pensamientos. Y que para cada individuo, una de estas cuatro funciones es la dominante la mayor parte del tiempo.
Las cuatro categorías resultantes con sus ocho cualidades son Introversión / Extroversión, Sensación / Intuición, Pensamiento / Sentimiento, y Juzgamiento / Percepción. Supuestamente para cada categoría en cada persona hay la prevalencia de una de las cualidades, de lo cual surgen entonces 16 tipos únicos de personalidad. Y dentro de cada uno de estos tipos se han identificado dos o mas sub tipos y se ha elaborado el denominado Myers-Briggs Type Indicator (MBTI) que mide las preferencias sicológicas de cómo la gente percibe el mundo y toma decisiones.
Sobra decir que esta detallada clasificación ha sido duramente criticada por otros sicólogos, pero lo mismo sucede con clasificaciones alternativas como la expuesta mas atrás. Estas otras clasificaciones pecan de una falta de precisión en sus categorías, lo que hace que las fronteras entre unas y otras sean demasiado borrosas y al final de cuentas confusas.
Carl Jung fue menos ambicioso que sus sucesores y discípulos en estas clasificaciones. Le asignó una gran importancia a dos características: la introversión y la extroversión. Para Jung los introvertidos son tímidos, dirigen su atención hacia sus propios estados internos y hacía las causas finales y profundas de los acontecimientos, y se sienten mas cómodos en pequeñas agrupaciones o incluso en medio de su soledad que en grandes reuniones sociales.
Por el contrario, los extrovertidos se sienten inclinados a involucrarse con todo el mundo a su alrededor, buscan permanentemente nuevos relacionamientos, están pendientes de lo que pasa en la superficie de su diario acontecer, y tienden a ser pluritemáticos en lugar de monotemáticos.
Se podría argumentar entonces, en forma por demás atrevida, que desde el punto de vista de la división del trabajo los seres humanos se dividen en dos grandes categorías. Quienes se sienten a gusto en las ‘superficies existenciales’ y quienes se sienten a gusto en las ‘hondonadas existenciales’. Estos últimos, a diferencia de los primeros, son dados a profundizar en las relaciones causa efecto de hechos y situaciones. Los primeros, en cambio, se mueven como pez en el agua en las idas y venidas que tienen lugar a su alrededor.
Por fortuna los introvertidos son mas escasos que los extrovertidos. En el día a día, en su superficie el mundo se mueve gracias a la efervescencia y hervor ocasionado por las prontas y arrebatadas acciones de los extrovertidos, al tiempo que en su contextura interna y sustentación, la mayor deuda es para con los introvertidos. Pero los cambios al interior tienden a ser menos en cantidad y a un ritmo mas lento que los que se dan en la superficie.
Confusiones conceptuales sobre un tema vital
Actualmente los seres humanos tienden a ser presentados como “iguales” en todo, incluidas sus personalidades y los talentos y dones que de ellas se derivan. Cuando se presentan desigualdades en estos aspectos la gente las refiere a diferencias originadas en el medio ambiente, especialmente en materia de trayectorias educativas, y poco o nada se fija en los tipos de personalidad.
En este proceso de igualación se ha exaltado, se ha elevado a irreales pedestales, los logros y atributos de quienes no se han distinguido mayormente. Todos son presentados como talentosos. Todos son presentados como merecedores del mismo pedestal.
Engañándose a sí mismas, organizaciones y comunidades, como reacción a ancestrales abusos e injusticias, han tendido a “meter debajo de la alfombra”, a anular con toda clase de artificios, diferencias que no por ello desaparecerán.
Se promueve así un entorno en el que el irrealizable anhelo de la igualdad es utilizado como un mecanismo de defensa por parte del grueso de “la masa” y por políticos oportunistas. Max Scheler afirmaba que “nadie demanda igualdad si siente que tiene la fortaleza y capacidad de triunfar en la interacción de fuerzas que tiene lugar en cualquier esfera de valor. Solo el que tiene miedo a perder demanda igualdad como principio general.” (Ressentiment, Schocken Books, 1972).
La presión mediática y política por la igualdad como principio general ha llevado a una subestimación acerca de la naturaleza inevitable de las diferencias entre seres humanos, como es el caso de los tipos de personalidad que hacen parte ineludible de cada quien. Muchos extrovertidos, por ejemplo, están en desventaja a la hora de competir con los talentos y dones en los que sobresalen los introvertidos. Y viceversa.
Vaya alguien a decirle a unos y otros que no sirven para tal o cual cosa porque su personalidad no ayuda. Vaya alguien a insinuarle a espíritus extrovertidos que la lectura y la escritura no son ni tienen por que ser su fuerte. O vaya alguien a sugerirle a espíritus introvertidos que el manejo de complejos ambientes sociales no es propiamente en lo que podrían destacarse.
El grito al cielo no se hará esperar porque al final de cuentas, en la visión actual predominante, esas debilidades estructurales de cada ser humano no son consideradas como inherentes sino que por el contrario, susceptibles de ser remediadas con mas “aprendizajes”, con técnicas de auto ayuda, y con cambios de actitudes frente a la vida.
Pero la verdad simple y oronda es que estas diferencias son inalterables en lo esencial. Extrovertidos e introvertidos solo podrán igualarse en una media mediocre donde no existen especializaciones acordes con los talentos y dones que les son intrínsecos. Pero afortunadamente no es necesario llegar a este extremo. Con una creciente división del trabajo, cada quien en lo suyo y “a lo que vinimos”.
Porque de lo que se trata es de la complementación de esfuerzos y trabajos en entornos donde se premia la excelencia y no unos en los que los mas capaces se auto limitan o son reprimidos y los menos capaces transitan por caminos expeditos hacia su máxima incompetencia.