Una elevada liquidez en medio de una inflación bajo control, una estabilidad en la tasa de cambio, una amplia financiación externa y una tributación que no aumentará a corto plazo, auguran para 2021 la consolidación de un proceso de reactivación económica.
A comienzos de diciembre de 2020, los medios de pago (M1) aumentaban a una tasa anual de 23,9%, mientras que la liquidez ampliada (M3) lo hacia a 10,8%. Esto al tiempo que la inflación anual es de apenas 1,5%.
Buena parte de la liquidez ha alimentado especialmente a los activos financieros relacionados con el efectivo (+29,2% de incremento anual), las cuentas corrientes privadas (+21,7%), y las cuentas de ahorro (+17,4%). Otro componente importante de la liquidez se ha canalizado a la financiación del gobierno nacional a través de TES (+9,6%).
Por otro lado, la cartera neta del sistema financiero a comienzos de diciembre aumentaba a una tasa anual de 2,8%, inferior al incremento observado hace tres meses de 6,4% y de 8,5% un año atrás.
Es de interés observar que la cartera hipotecaria crecía a 5,5% anual, la comercial a 4,1% anual, la de consumo a 2,6% anual y el microcrédito a 2,4% anual. A su vez, a septiembre de 2020 los indicadores de morosidad se situaban en niveles muy similares a los de 2019, antes de los estragos que produjera la emergencia sanitaria (el indicador de calidad tradicional – cartera y leasing vencido / cartera y leasing bruto – fue en ese mes de 4,7%).
En estos últimos meses, las tasas de interés de colocación han descendido en una menor proporción que las tasas de captación, especialmente en lo que toca con el crédito de consumo. En general, el sistema financiero colombiano ha manejado ortodoxamente su negocio en estas difíciles épocas, evitando descapitalizarse y asumir riesgos que comprometan su estabilidad a futuro.
Al mismo tiempo el gobierno ha enfrentado el desequilibrio externo generado por la emergencia sanitaria con una devaluación en términos reales del peso cercana a un promedio anual de 9,6% durante enero-noviembre de 2020 frente al mismo período del año anterior. Gracias a esta devaluación y a la desaceleración económica el déficit en la balanza comercial (exportaciones de bienes menos importaciones de bienes) ha sido similar en este año al registrado en 2019.
Simultáneamente el gobierno ha conseguido los suficientes recursos de financiación tanto externa como interna no solamente para cubrir su déficit fiscal que para este año se estima en 8,9% del PIB, así como un déficit en cuenta corriente de balanza de pagos que ronda por los lados de 4% del PIB.
Pero en el caso del sector externo la financiación lograda por el gobierno no solamente ha compensado la menor contribución de las fuentes de capital privado externo sino que han llevado a un para nada despreciable aumento anual en el nivel de reservas internacionales cercano a US$6.000, lo que las situaría en la proximidad de US$59.000 millones al terminar 2020, o sea mas de 9 meses de importaciones de bienes y servicios.
Es indudable que Colombia cuenta con un suficiente colchón en materia de financiamiento externo no solamente para cubrir sus necesidades actuales sino las del próximo año. Las calificadoras de riesgo internacionales le han mantenido hasta ahora su grado de inversión. Ademas dispone del acceso a una Línea de Crédito Flexible (LCF) del Fondo Monetario Internacional de hasta por US$17.200 millones, que no ha sido utilizada.
A lo anterior se une lo ya mencionado de una baja inflación, una reciente estabilidad en la tasa de cambio, y un compromiso del gobierno de no aumentar impuestos sino hasta 2022 (de reducir muy gradualmente su deficit fiscal), para concluir que las condiciones están dadas para la consolidación del proceso de reactivación de la actividad productiva que empezó en el último trimestre de 2020.
Algunos argumentarían que esta relativamente optimista visión del futuro a corto plazo de la economía colombiana podría frustrarse con una segunda ola de la pandemia que lleve a nuevas restricciones como de hecho está sucediendo en Europa y en otros lugares del planeta. Pero está la buena noticia del inicio de las vacunaciones y la esperanza de que estas recientes restricciones no serán en duración e intensidad tan draconianas como las que se instrumentaron en la primera ola.