Jorge Ospina Sardi
Los organizadores del paro del 28 de abril de 2021 son responsables de la violencia y los daños ocasionados por sus marchas. No es la primera vez que sucede.
Ya se volvió costumbre en Colombia hacer “marchas pacíficas” bajo cualquier excusa. En este caso una reforma tributaria que no grava mayormente a quienes participaron en la marcha. La mayor parte de ellos están por fuera de las corrientes tributarias. Varios incluso son receptores de subsidios del gobierno.
Esta reforma grava especialmente a los ricos. Entonces los de la marcha han destruido bienes públicos y privados, han sembrado el terror, ¿para proteger los intereses de los ricos?
De nuevo la excusa para marchar es lo de menos. De lo que se trata por parte de los organizadores es “ponerle traje” a la marcha. Luego salir con el cuentico que ellos están comprometidos con una marcha “pacífica” y que si se salió de control es por culpa de unos vándalos infiltrados.
Definitivamente estos personajes de las marchas –y los políticos y periodistas que las acolitan– nos creen pendejos. Estas marchas son un “paquete”. Dentro del paquete van incluidos los actos terroristas. Por ejemplo, la destrucción y el cierre obligado de los sistemas masivos de transporte en los centros urbanos mas importantes del país.
Va incluido en el paquete sembrar el caos y la anarquía hasta donde se lo permitan las autoridades. Hacen parte del paquete los eventuales mártires que puedan resultar de las provocaciones a mansalva a la fuerza pública.
Y en este último caso, habrá bastantes mártires: los muertos del COVID-19 que ocasionará la proliferación de contagios producidos por las marchas. Pero para los organizadores eso es lo que se llama “carne de cañón”. Los muertos son lo de menos con tal de alcanzar sus objetivos políticos.
Es toda una estrategia dirigida a preparar el terreno para una toma del poder político. Piensan que estas “marchas pacíficas” cada vez mas violentas debilitan al gobierno y a las actuales instituciones democráticas y crean las condiciones para la llegada en Colombia de tiranos como los de Venezuela y Cuba.