Jorge Ospina Sardi
Con la excusa de la contención del coronavirus, los gobiernos se han dado a la tarea de organizar a sus comunidades como guarderías. Quienes ya crecimos y gozamos de pleno uso de razón rechazamos este estado de cosas.
Unos irresponsables “expertos” en temas de salud nos dijeron que por causa de este coronavirus habría millones de muertes en el planeta y cientos de miles de muertes en numerosos países. El gobierno comunista de China contribuyó a esta confusión por el encubrimiento criminal que hizo durante diciembre de 2019 y enero de este año sobre su brote inicial y la naturaleza propiamente dicha del virus.
A finales de febrero y durante marzo los gobiernos fueron tomados por sorpresa por su rápida propagación y justificadamente sobre reaccionaron. Pero ya en abril se supo que su mortalidad era incluso menor que la de las gripas estacionales que cada año afectan a la humanidad.
Sin embargo, eso no impidió que los gobiernos usaran el pretexto de los millones o cientos de miles de muertes para imponer absurdos y desproporcionados controles sobre individuos, familias y empresas. Convirtieron al planeta en una gran guardería. A muchos políticos se les abrieron las agallas con el inmenso poder recién adquirido.
Después de este gran error o mentira, como prefiera llamársele a la sobre estimación de muertes, la explicación de gobiernos y expertos es que, gracias a sus acciones de confinamiento o aislamiento de poblaciones enteras, el coronavirus no ha producido el daño inicialmente proyectado. Que las medidas de control están surtiendo efecto. Pero se trata de un nuevo gran error o mentira.
Del análisis de la trayectoria de este coronavirus, que ya lleva varios meses recorriendo el planeta, se puede concluir lo siguiente:
1) Que este muy contagioso virus es asintomático entre una mayoría de quienes se infectan, y que en otros casos solo produce síntomas gripales leves. Estamos hablando de mas del 80% de los contagiados, por lo que gobiernos y “expertos” difícilmente podrán determinar en un punto en el tiempo cuántos hay. Pero mas importante, debido a esta realidad, es imposible contener el contagio y garantizar la eficacia de las políticas generalizadas de confinamiento y aislamiento.
2) Que incluso las cifras de las que ya se disponen muestran que en aquellos países o regiones con confinamientos y aislamientos mas laxos, las mortalidades no han sido superiores sino incluso inferiores a las de países o regiones del mismo vecindario con confinamientos y aislamientos draconianos o muy estrictos.
3) Que las bajas tasas de mortalidad del coronavirus se originan en el hecho que no representa peligro de muerte para mas del 99,9% de la población.
4) Que quienes están en peligro de muerte por el coronavirus son personas con graves o descontroladas enfermedades subyacentes y entre estas, especialmente personas de avanzada edad. Que este coronavirus ni siquiera representa un peligro para personas de avanzada edad que se encuentran en buenas o aceptables condiciones de salud.
La principal implicación de estos hechos y realidades es que la gran mayoría de las medidas de confinamiento y aislamiento adoptadas por los gobiernos sencillamente son inocuas. Y que no se justifican si se tiene en cuenta sus devastadores impactos sobre la vida social y económica de comunidades y países.
Pero los expertos y funcionarios públicos del sector de la salud siguen proyectando muchísimas mas muertes de las que serán, mantienen sus huecas pretensiones de conocer el número de contagiados, y sin evidencia alguna se refieren a una supuesta eficacia de sus guarderías para contener el coronavirus.
¿Cómo decirlo para que se entienda? No hay cifras que demuestren la eficacia de las guarderías. Por el contrario, entre mas estrictas y autoritarias, mas altas han sido las tasas de mortalidad. Los expertos y funcionarios de la salud siguen sacando del cubilete cifras que nada que ver con lo que ha sucedido. No hay caso con ellos porque sus razonamientos matemáticos son completamente nebulosos y sin fundamentos sólidos.
La humanidad en su larga historia nunca tuvo la pretensión de contener o suprimir, mediante confinamientos y aislamientos sociales generalizados, las distintas epidemias y variedades de gripe. Ni siquiera con vacunas lo ha podido hacer del todo. Se había tenido el buen sentido hasta ahora de dejar la responsabilidad de su manejo al criterio de individuos y familias, con solo algunas restricciones e intervenciones focalizadas y estratégicas por parte de los gobiernos.
Era un reconocimiento que si bien la gripe, al igual que este coronavirus, complica la salud de personas con graves y descontroladas enfermedades subyacentes, era imposible detener su contagio, el que se propaga como consecuencia de contactos y relaciones que son componente integral de las vidas de los seres humanos y que solo podríamos evitar si nos transformáramos en robots.
Pero ese buen sentido común se perdió en esta ocasión. Y nos encontramos en una situación en la cual a los gobiernos se les ha metido en la cabeza que si organizan a las comunidades como guarderías, de alguna manera desaparecerá el coronavirus. Ceguera o arrogancia intelectual (o en inglés hubris) de la mas dañina imaginable.