Durante el tercer trimestre de 2008 la producción industrial en Colombia cayó 4%. Año corrido a septiembre el descenso fue de 1,1% frente a los mismos meses del año anterior. Desde el segundo trimestre de 2007 la industria ha venido perdiendo dinamismo, en una tendencia declinante que parece no ha tocado fondo.
Los sectores industriales que han experimentado las mayores caídas durante enero-septiembre de 2008 son vehículos automotores (-33,9%), carrocerías para vehículos (-29,8%), equipos y aparatos de televisión y comunicaciones (-23,6%), aparatos e instrumentos médicos y de precisión (-14,8%), bolsos y artículos de viaje (-14,6%), maquinaria de uso general (-14,5%), y partes y piezas para vehículos (-11,5%).
También es de interés registrar que los sectores relacionados con la construcción muestran un desempeño negativo. Ese es el caso de aserrado y hojas de madera (-14,6%), fabricación de muebles (-8,4%), partes y piezas de carpintería (-5,8%), siderurgia (-2,75% y cemento y otros minerales no metálicos (-1,4%).
Entre los sectores que en este año hasta septiembre registran el mayor crecimiento de la producción se encuentran maquinaria de uso especial (19,3%), actividades de edición (12,1%), producción y transformación de carne y pescado (10,5%), productos de plástico (8,9%), aceites y grasas comestibles (7,9%), actividades de impresión (7,8%) y química básica (7,6%).
Es evidente que la crisis económica mundial y correspondiente desaceleración de la demanda externa e interna empiezan a reflejarse en el comportamiento de la industria colombiana. La devaluación reciente del peso afectará con dureza a los sectores industriales intensivos en importaciones. No es el momento de endeudarse en dólares. El eventual desplome de los mercados de Venezuela y Ecuador, ante la caída en el precio internacional del petróleo, será también un factor negativo en los próximos meses. En una situación de contracción de la demanda y de las ventas, el nivel de endeudamiento y de liquidez se convierten en factor crítico. Se imponen el ahorro en costos a todos los niveles, un manejo agresivo de la cartera, un muy estricto control de inventarios y la postergación de planes de inversión.