Expertos estiman que sus reservas líquidas o de libre disposición no llegan a un mes de importaciones de bienes y servicios.
El país con las mayores reservas de petróleo del planeta se las ha arreglado para quedarse sin reservas internacionales. Una mezcla de robos y despilfarros, de burdas animosidades contra la inversión privada nacional y extranjera, y de una abrumadora burocratización y sindicalización en todos los frentes de la actividad productiva y estatal, tiene a Venezuela postrada económicamente.
El resultado es un país que se ha vuelto completamente dependiente del petróleo y de las importaciones, regido por un inflexible sistema de control de cambios en el que se obtienen las divisas a un precio preferencial sobre la base de influencias y presiones políticas.
Las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela al 10 de mayo de 2013 equivalían oficialmente a US$25.596 millones, de las cuales según estimativos de los analistas mas del 70% eran posiciones en oro y en otros instrumentos ilíquidos.
Como consecuencia de la falta de divisas oficiales para pagar importaciones el sector manufacturero se encuentra frenado por la ausencia de materia prima, equipos y repuestos importados. Y en las estanterías de los mercados faltan los bienes de consumo mas esenciales y básicos.
No es de sorprenderse entonces que el dólar paralelo se mantenga en niveles estratosféricos (a mediados de mayo en 26 bolívares por un dólar frente al oficial de 6.30 bolívares por un dólar). Ni tampoco es de sorprenderse que este diferencial propicie una demanda desaforada por dólares oficiales, puesto que conseguirlos, bajo cualquiera disculpa, se ha convertido hoy por hoy en el mejor negocio del mundo.
Al país con las mayores reservas de petróleo del planeta solo le prestan a unas tasas de interés prohibitivas. Nadie invierte allí. No tiene divisas para expandir y darle mantenimiento a su infraestructura petrolera. No ha sido capaz de montar un sistema eléctrico confiable. Todo es desidia y abandono en las empresas nacionalizadas. Un país con una dotación de recursos que envidiaría cualquier otro país, ¡paralizado por falta de recursos!
El resultado es un país que se ha vuelto completamente dependiente del petróleo y de las importaciones, regido por un inflexible sistema de control de cambios en el que se obtienen las divisas a un precio preferencial sobre la base de influencias y presiones políticas.
Las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela al 10 de mayo de 2013 equivalían oficialmente a US$25.596 millones, de las cuales según estimativos de los analistas mas del 70% eran posiciones en oro y en otros instrumentos ilíquidos.
Como consecuencia de la falta de divisas oficiales para pagar importaciones el sector manufacturero se encuentra frenado por la ausencia de materia prima, equipos y repuestos importados. Y en las estanterías de los mercados faltan los bienes de consumo mas esenciales y básicos.
No es de sorprenderse entonces que el dólar paralelo se mantenga en niveles estratosféricos (a mediados de mayo en 26 bolívares por un dólar frente al oficial de 6.30 bolívares por un dólar). Ni tampoco es de sorprenderse que este diferencial propicie una demanda desaforada por dólares oficiales, puesto que conseguirlos, bajo cualquiera disculpa, se ha convertido hoy por hoy en el mejor negocio del mundo.
Al país con las mayores reservas de petróleo del planeta solo le prestan a unas tasas de interés prohibitivas. Nadie invierte allí. No tiene divisas para expandir y darle mantenimiento a su infraestructura petrolera. No ha sido capaz de montar un sistema eléctrico confiable. Todo es desidia y abandono en las empresas nacionalizadas. Un país con una dotación de recursos que envidiaría cualquier otro país, ¡paralizado por falta de recursos!