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El país se ha convertido en un inmenso lavadero de dineros mal habidos de todo tipo, incluidos los provenientes del narcotráfico.
 
Todos los más cercanos colaboradores de Hugo Chávez, incluidos sus familiares, se han convertido, en el transcurso de unos pocos años, en grandes millonarios, con dineros que han circulado por Estados Unidos, Andorra, Panamá, Uruguay, Argentina, Suiza e islas del Caribe. Se trata de dineros no sólo del narcotráfico, sino también de robos y saqueos a instituciones gubernamentales y empresas públicas como PDVSA.  

Entre los funcionarios públicos que mayor poder han ostentado y mayores dineros mal habidos han administrado sobresale Diosdado Cabello, quien ha ejercido diversos cargos en el gabinete de Hugo Chávez. Ex teniente, ex ministro de la Secretaria de la Presidencia, ex Vicepresidente, ex gobernador de Miranda y actualmente ministro de Obras Pública y director de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL). Cabello ha utilizado a distintos testaferros para sus maniobras financieras y está estrechamente relacionado con el manejo del dinero del Presidente y su familia.

Entre otros muy influyentes en el entorno de Chávez y en el manejo de los dineros mal habidos se encuentran Alí Rodríguez (ex guerrillero, ex presidente de PDVSA, ex canciller y ministro de Finanzas), Nicolás Maduro (ex sindicalista del Metro de Caracas, ex diputado y canciller), Adán Chávez (hermano mayor de Hugo, ministro de Educación, ex embajador en Cuba y gobernador de Barinas), Rafael Ramírez (presidente de PDVSA y ministro de Energía y Petróleo), José Vicente Rangel (ex periodista, ex ministro de Defensa, ex canciller y ex Vicepresidente), José David Cabello (hermano de Diosdado y director del SENIAT), Tarek William Saab (ex guerrillero, ex diputado y gobernador de Anzoátegui), y Hugo Carvajal (ex general y director de la Dirección de Inteligencia Militar).

A esta lista se podrían agregar otros más. Por ejemplo, el ex ministro Jesse Chacón (ex teniente, ex ministro de Comunicación e Información, ex ministro de Interior y Justicia y ex ministro de Ciencia y Tecnología) y quien es hermano del recientemente encarcelado “banquero” Arné Chacón. Varios del círculo que han ocupado y se han lucrado con puestos públicos son ex militares de rango medio que acompañaron a Chávez en el golpe de estado de 1992. Todos sin excepción se han enriquecido en forma notable durante la mal llamada Revolución Bolivariana.

Alrededor de este círculo se han movido "empresarios" oportunistas, llamados boliburgueses, como los recientemente caídos en desgracia Ricardo Fernández Barrueto y Pedro Torres Ciliberto. Pero igualmente los hay que no han caído en desgracia como Wilmer Ruperti y su socio el contralmirante Carlos Luango. Y no pueden quedarse por fuera personajes siniestros como el narco empresario Alex del Nogal y el asesor de seguridad Ramiro Helmeyer.

El dinero es fungible y es tal las cantidad de dineros mal habidos que se han movido dentro y por fuera de Venezuela, que es imposible determinar cuánto es de robos y saqueos al erario público y cuánto proviene del negocio del narcotráfico. Pero el hecho cierto es que mucho de este dinero es altamente radioactivo en el sentido de que ha sido contaminado por el narcotráfico y por lo tanto, susceptible a toda clase de investigaciones por parte de autoridades internacionales, incluida la DEA y otras instancias del gobierno de Estados Unidos.

Las más recientes medidas de Hugo Chávez de expropiación de bancos pertenecientes a los boliburgueses y de encarcelamiento de varios de ellos, toca apenas la punta del iceberg de ese gran movimiento de dineros mal habidos. Esas medidas no son más que un sofisma de distracción que busca hacerle creer a la opinión pública venezolana e internacional que el Presidente, su familia y sus más importantes colaboradores están al margen de un sol que no se puede tapar con las manos. Pretenden que su “inocencia” se demuestra sacando del cubilete chivos expiatorios, es decir, castigando a algunos de los suyos.

Chávez utiliza a la vecina Colombia para lavarse las manos de la evidente asociación de su gobierno con el narcotráfico, acusándola de ser ella la exclusiva causante de que Venezuela se haya transformado en sede de operaciones de ese nefasto negocio. Por otro lado, intenta cubrirse la espalda de eventuales acciones en contra suya por parte del gobierno de Estados Unidos: ha montado el show de que es inminente un ataque del “imperio” contra su revolución izquierdista, en cuyo contexto enmarcaría cualquier denuncia basada en el movimiento de esos dineros mal habidos.

Ahora bien, los dineros mal habidos han circulado profusamente por todo el Continente y han favorecido, entre otros personajes, a Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Ollanta Humala, altos funcionarios del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y a un sin número de políticos de la izquierda latinoamericana.

Ante los diezmos recibidos, esa izquierda se ha hecho la de la vista gorda con la rampante corrupción que rodea a Hugo Chávez. Lo ensalzan como el gran caudillo y líder popular de América Latina. Un gobernante que ha llevado al país más rico de la región a un estado de postración económica sin precedentes. Un gobernante que ha restringido las libertades públicas y que ha violado los más elementales derechos humanos. Es a ese gobernante, con limitado bagaje intelectual pero ilimitado poder corruptor, a quien esa izquierda ha colocado en un pedestal sólo reservado a sus héroes.