El país más rico de América Latina en reservas de petróleo y gas natural y uno con abundantes reservas hídricas, resuelve embarcarse con energía nuclear.
El gobierno de Hugo Chávez ha sido incapaz de administrar la central hidráulica de Guri, así como el sistema termoeléctrico y las refinerías de su país. De ahí el prolongado racionamiento eléctrico actual y las frecuentes parálisis de sus refinerías. Los accidentes industriales en centrales y plantas son el pan de cada día.
Es a este gobierno al que Rusia le construirá una planta nuclear de 500 MW. No solamente el tamaño no es rentable, puesto que estas plantas tienden a justificarse si son para generar más de 2.000 MW, sino que esta fuente de energía es mucho más costosa que la hidráulica y la térmica.
Un país quebrado como Venezuela, que no tiene con que atender multitud de compromisos ya adquiridos, anuncia a los cuatro vientos semejante inoficioso gasto. La reparación de una unidad generadora de la represa de Guri (11 de las 20 están paradas por falta de mantenimiento) generaría los 500 MW de esta planta.
Está también el tema ambiental y de manejo de los desechos. Ojalá estos últimos sean enterrados en las extensas tierras que posee la familia Chávez en los llanos venezolanos.
Ojalá también la central nuclear quede lejos de Colombia, dado el enorme riesgo de un escape radioactivo en una planta nuclear que será administrada por los mismos chambones que manejan a PDVSA y al sistema eléctrico venezolano. El problema es que los vientos de Venezuela apuntan hacia Colombia.
Se trataría de la primera central nuclear que se construye en América Latina, un Continente que por fortuna para su medio ambiente no ha necesitado de esta fuente de energía. Es una decisión que se ha tomado sin contar con la aprobación del pueblo venezolano, ni con la opinión de los países vecinos.
Queda la esperanza de que este sea uno más de esos anuncios sin pies ni cabeza que son costumbre en Chávez. Que corra la misma suerte del gasoducto que iría de Venezuela a la Patagonia, de la base espacial de los Llanos, del “eje de desarrollo endógeno”, de la gran Refinería del Pacífico en Ecuador, de los gallineros verticales, y de la “ruta de la empanada.”
Es a este gobierno al que Rusia le construirá una planta nuclear de 500 MW. No solamente el tamaño no es rentable, puesto que estas plantas tienden a justificarse si son para generar más de 2.000 MW, sino que esta fuente de energía es mucho más costosa que la hidráulica y la térmica.
Un país quebrado como Venezuela, que no tiene con que atender multitud de compromisos ya adquiridos, anuncia a los cuatro vientos semejante inoficioso gasto. La reparación de una unidad generadora de la represa de Guri (11 de las 20 están paradas por falta de mantenimiento) generaría los 500 MW de esta planta.
Está también el tema ambiental y de manejo de los desechos. Ojalá estos últimos sean enterrados en las extensas tierras que posee la familia Chávez en los llanos venezolanos.
Ojalá también la central nuclear quede lejos de Colombia, dado el enorme riesgo de un escape radioactivo en una planta nuclear que será administrada por los mismos chambones que manejan a PDVSA y al sistema eléctrico venezolano. El problema es que los vientos de Venezuela apuntan hacia Colombia.
Se trataría de la primera central nuclear que se construye en América Latina, un Continente que por fortuna para su medio ambiente no ha necesitado de esta fuente de energía. Es una decisión que se ha tomado sin contar con la aprobación del pueblo venezolano, ni con la opinión de los países vecinos.
Queda la esperanza de que este sea uno más de esos anuncios sin pies ni cabeza que son costumbre en Chávez. Que corra la misma suerte del gasoducto que iría de Venezuela a la Patagonia, de la base espacial de los Llanos, del “eje de desarrollo endógeno”, de la gran Refinería del Pacífico en Ecuador, de los gallineros verticales, y de la “ruta de la empanada.”