El país con las mayores reservas de petróleo del planeta se quedó sin liquidez externa y ni siquiera tiene como pagar el papel higiénico y otros productos básicos que importa.
La agencia calificadora Standard & Poor’s redujo la nota de la deuda soberana de B+ a B (calificación dada a bonos súper basura). La falta de liquidez externa, la menor producción de PDVSA y la perspectiva incierta del precio internacional del crudo fueron unas de las razones citadas por la agencia para adoptar esta nueva calificación. A lo anterior se agrega un crecimiento económico de cero y una híper inflación que bordea el 40% anual. Y como si lo anterior fuera poco, S&P señala que “la creciente incertidumbre política está debilitando la implementación de las políticas económicas y posiblemente erosione la gobernabilidad”.
Difícil decir con precisión lo que está pasando con la economía venezolana puesto que no se disponen de estadísticas del todo confiables. Pero las cifras fragmentarias ponen de presente los agudos problemas por los que está atravesando la que era una de las economías mas prósperas de la región.
Por ejemplo, a finales de abril de 2013 las reservas internacionales líquidas eran apenas US$2.000 millones, las que no cubren ni siquiera medio mes de importaciones. El llamado dólar paralelo ha seguido aumentando y se cotizaba a mediados de junio en 31 bolívares por dólar, una diferencia abrumadora con el dólar oficial de 6.30 bolívares por dólar.
Hace unos días Chevron le prestó US$2.000 millones a una desfinanciada PDVSA. El ministro de Petróleos Rafael Ramírez salió con el cuento de que se trataba de unos recursos para incrementar la producción en el campo de Petroboscan donde la multinacional norteamericana posee una participación minoritaria. Pero luego Chevron aclaró que se trataba exclusivamente de un préstamo para mantener en operación el campo en las condiciones actuales, puesto que si el propósito fuera el de incrementar su capacidad de producción se requeriría de una inversión de por lo menos US$8.000 millones.
Así también PDVSA ha acudido a préstamos con otros proveedores, que no han sido otra cosa que una desesperada financiación de su capital de trabajo. Su deuda con proveedores superaba US$14.000 millones al finalizar 2012, un aumento de 41% en relación con la del año anterior, y se cree que ha continuado en vertical ascenso en el primer semestre de este año.
Las grandes inversiones para extraer las reservas petroleras del Orinoco están paralizadas o avanzan a paso de tortuga, lo que no obsta para que el fanfarrón de Ramírez salga a declarar que todo va viento en popa y que Venezuela aumentará significativamente su producción en corto tiempo.
PDVSA ha tenido que financiar a otras empresas públicas quebradas como la saqueada Corporación Venezolana de la Guayana y el hueco negro de Corpoelec. Igualmente es la caja chica de un desfondado gobierno venezolano, que ha adquirido compromisos muy por encima de los que puede atender, incluidas unas gigantescas prestaciones laborales.
Mientras que se ahonda la crisis financiera, el único renglón de gasto no afectado por el gobierno de Nicolás Maduro es el de las transferencias y subsidios a Cuba. El pueblo venezolano ha pasado por las duras y maduras con escaseces de todo tipo, pero los regalos a Cuba continúan inalterados.
Nadie sabe cuándo y cómo terminará el actual despelote económico. Después de 14 años de gobierno socialista, Venezuela depende en forma creciente de una declinante producción de petróleo. Se han expoliado y destruido a muchas de las mas eficientes empresas privadas, y las que todavía permanecen en pie, no disponen de materias primas por carencia de divisas. Mientras tanto los culpables del desmadre, los que han hecho su agosto trabajando como funcionarios del actual gobierno, le achacan la culpa a unas inexistentes conspiraciones y saboteos.
Al igual que Ramírez, todos ellos funcionarios fanfarrones. Viven de mentiras en mentiras, dirigidos por la inteligencia cubana, una que es experta en difundir mensajes de odio y en denigrar a quienes considera opositores, entre los que incluye a mas de media humanidad.
Difícil decir con precisión lo que está pasando con la economía venezolana puesto que no se disponen de estadísticas del todo confiables. Pero las cifras fragmentarias ponen de presente los agudos problemas por los que está atravesando la que era una de las economías mas prósperas de la región.
Por ejemplo, a finales de abril de 2013 las reservas internacionales líquidas eran apenas US$2.000 millones, las que no cubren ni siquiera medio mes de importaciones. El llamado dólar paralelo ha seguido aumentando y se cotizaba a mediados de junio en 31 bolívares por dólar, una diferencia abrumadora con el dólar oficial de 6.30 bolívares por dólar.
Hace unos días Chevron le prestó US$2.000 millones a una desfinanciada PDVSA. El ministro de Petróleos Rafael Ramírez salió con el cuento de que se trataba de unos recursos para incrementar la producción en el campo de Petroboscan donde la multinacional norteamericana posee una participación minoritaria. Pero luego Chevron aclaró que se trataba exclusivamente de un préstamo para mantener en operación el campo en las condiciones actuales, puesto que si el propósito fuera el de incrementar su capacidad de producción se requeriría de una inversión de por lo menos US$8.000 millones.
Así también PDVSA ha acudido a préstamos con otros proveedores, que no han sido otra cosa que una desesperada financiación de su capital de trabajo. Su deuda con proveedores superaba US$14.000 millones al finalizar 2012, un aumento de 41% en relación con la del año anterior, y se cree que ha continuado en vertical ascenso en el primer semestre de este año.
Las grandes inversiones para extraer las reservas petroleras del Orinoco están paralizadas o avanzan a paso de tortuga, lo que no obsta para que el fanfarrón de Ramírez salga a declarar que todo va viento en popa y que Venezuela aumentará significativamente su producción en corto tiempo.
PDVSA ha tenido que financiar a otras empresas públicas quebradas como la saqueada Corporación Venezolana de la Guayana y el hueco negro de Corpoelec. Igualmente es la caja chica de un desfondado gobierno venezolano, que ha adquirido compromisos muy por encima de los que puede atender, incluidas unas gigantescas prestaciones laborales.
Mientras que se ahonda la crisis financiera, el único renglón de gasto no afectado por el gobierno de Nicolás Maduro es el de las transferencias y subsidios a Cuba. El pueblo venezolano ha pasado por las duras y maduras con escaseces de todo tipo, pero los regalos a Cuba continúan inalterados.
Nadie sabe cuándo y cómo terminará el actual despelote económico. Después de 14 años de gobierno socialista, Venezuela depende en forma creciente de una declinante producción de petróleo. Se han expoliado y destruido a muchas de las mas eficientes empresas privadas, y las que todavía permanecen en pie, no disponen de materias primas por carencia de divisas. Mientras tanto los culpables del desmadre, los que han hecho su agosto trabajando como funcionarios del actual gobierno, le achacan la culpa a unas inexistentes conspiraciones y saboteos.
Al igual que Ramírez, todos ellos funcionarios fanfarrones. Viven de mentiras en mentiras, dirigidos por la inteligencia cubana, una que es experta en difundir mensajes de odio y en denigrar a quienes considera opositores, entre los que incluye a mas de media humanidad.