La quiebra del gobierno venezolano lo obligará a vender sus reservas internacionales de oro. Para tal efecto, las transferirá a Rusia y China (y Brasil).
Nadie se ha explicado la racionalidad detrás de esta movida. Se trata de la transferencia de US$6.300 millones en reservas de efectivo que el país tiene en entidades como el Banco de Pagos Internacionales de Basilea y Barclays Bank en Londres, a bancos rusos, chinos (y brasileros). Pero además de este traslado en efectivo, se trasladarán igualmente 211 toneladas de oro que mantiene en Inglaterra a las arcas del Banco Central de Venezuela y que están valoradas en US$11.000 millones.
A primera vista, la transferencia hace poco sentido desde el punto de vista de seguridad. Venezuela estaría tomando su dinero de bancos seguros en países seguros a países que no son tan seguros y a monedas que no son de reserva. Sin embargo, no hay que perder de vista que el gobierno de Venezuela está embarcado en pleitos en tribunales internacionales relacionados con las indemnizaciones por nacionalizaciones.
Por otro lado, tanto China como Rusia, pueden estar solicitando garantías por préstamos que le harían a Venezuela. El Banco de Desarrollo de China ya le concedió una línea de crédito por US$20.000 millones que se debe pagar con exportaciones de petróleo y es posible otra solicitud dada las dificultades para colocar sus bonos soberanos. Rusia le vende armas a Venezuela, y está planteado más armamento por US$4.000 millones.
Las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela (BCV) ascendían, al cierre del primer semestre de 2011, a US$28.537 millones. Tal como sucede con toda la información económica que proporciona el régimen de Hugo Chávez, no se sabe muy bien cuántas son en oro y cuántas en papeles líquidos. El régimen nunca ha sido ni será transparente en relación con estos temas.
Algunos sostienen, y no les sobra razón, que la mayoría de esas reservas no son líquidas. Que parte de lo líquido está depositado en entidades multilaterales como el Banco de Pagos Internacionales de Basilea. Y que la mayor parte está en oro: en las 211 toneladas de oro depositado en el extranjero y en las 154 toneladas que supuestamente están en el BCV.
El hecho cierto es que con la movida Venezuela intenta cumplir dos objetivos. Proteger las reservas de fallos adversos en pleitos de los tribunales internacionales (en abierta intención de desconocer los fallos); y en segundo lugar, poder disponer al antojo de Chávez de las reservas de oro.
Venezuela ha llegado a esta situación debido a que está quebrada. Sus deudas públicas llegan a cerca de US$80.000 millones, sin contar posibles resultados adversos en sus pleitos internacionales. Sus reservas internacionales líquidas son mínimas, para el ritmo de gasto público que lleva el país. Su casi única fuente de recursos externos, las exportaciones de petróleo, están en declinación debido a problemas en la producción que han venido in crescendo desde que se nacionalizó la industria.
Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, el precio internacional del petróleo da señales de desplomarse de los niveles de hace unos meses. Es decir, Venezuela llega a esta nueva crisis global completamente vulnerable. Durante 12 años de gobierno chavista Venezuela se tragó la bonanza petrolera de 2005-2008 y la mini bonanza de 2010, sin que se vean resultados en áreas como la vivienda, la salud, la energía eléctrica, las obras públicas, la seguridad y la justicia.
Venezuela fue el único país en América Latina que no creció durante la mini bonanza del petróleo y los minerales de 2010. Llega a la nueva crisis económica global en recesión y sin las reservas internacionales suficientes para enfrentarla.
A primera vista, la transferencia hace poco sentido desde el punto de vista de seguridad. Venezuela estaría tomando su dinero de bancos seguros en países seguros a países que no son tan seguros y a monedas que no son de reserva. Sin embargo, no hay que perder de vista que el gobierno de Venezuela está embarcado en pleitos en tribunales internacionales relacionados con las indemnizaciones por nacionalizaciones.
Por otro lado, tanto China como Rusia, pueden estar solicitando garantías por préstamos que le harían a Venezuela. El Banco de Desarrollo de China ya le concedió una línea de crédito por US$20.000 millones que se debe pagar con exportaciones de petróleo y es posible otra solicitud dada las dificultades para colocar sus bonos soberanos. Rusia le vende armas a Venezuela, y está planteado más armamento por US$4.000 millones.
Las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela (BCV) ascendían, al cierre del primer semestre de 2011, a US$28.537 millones. Tal como sucede con toda la información económica que proporciona el régimen de Hugo Chávez, no se sabe muy bien cuántas son en oro y cuántas en papeles líquidos. El régimen nunca ha sido ni será transparente en relación con estos temas.
Algunos sostienen, y no les sobra razón, que la mayoría de esas reservas no son líquidas. Que parte de lo líquido está depositado en entidades multilaterales como el Banco de Pagos Internacionales de Basilea. Y que la mayor parte está en oro: en las 211 toneladas de oro depositado en el extranjero y en las 154 toneladas que supuestamente están en el BCV.
El hecho cierto es que con la movida Venezuela intenta cumplir dos objetivos. Proteger las reservas de fallos adversos en pleitos de los tribunales internacionales (en abierta intención de desconocer los fallos); y en segundo lugar, poder disponer al antojo de Chávez de las reservas de oro.
Venezuela ha llegado a esta situación debido a que está quebrada. Sus deudas públicas llegan a cerca de US$80.000 millones, sin contar posibles resultados adversos en sus pleitos internacionales. Sus reservas internacionales líquidas son mínimas, para el ritmo de gasto público que lleva el país. Su casi única fuente de recursos externos, las exportaciones de petróleo, están en declinación debido a problemas en la producción que han venido in crescendo desde que se nacionalizó la industria.
Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, el precio internacional del petróleo da señales de desplomarse de los niveles de hace unos meses. Es decir, Venezuela llega a esta nueva crisis global completamente vulnerable. Durante 12 años de gobierno chavista Venezuela se tragó la bonanza petrolera de 2005-2008 y la mini bonanza de 2010, sin que se vean resultados en áreas como la vivienda, la salud, la energía eléctrica, las obras públicas, la seguridad y la justicia.
Venezuela fue el único país en América Latina que no creció durante la mini bonanza del petróleo y los minerales de 2010. Llega a la nueva crisis económica global en recesión y sin las reservas internacionales suficientes para enfrentarla.
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