Los establecimientos de crédito de Colombia llegan a la crisis económica global en una posición de relativa fortaleza.
Según datos de la Superfinanciera, en 2008 lograron utilidades de $4.86 billones, lo que representó una rentabilidad sobre el patrimonio de 18,4% y sobre activos totales de 2,3%. Por otro lado, el aumento del patrimonio en 2008 fue de 17,7% y el de los activos de 16,4%. La relación entre patrimonio y activos fue de 12,2%. Las inversiones, especialmente en TES, constituyeron 18% de los activos totales, y la cartera bruta 61,3%. (No se incluyen en estos datos las establecimientos de crédito de segundo piso).
Ahora bien, durante 2008 la cartera bruta creció en 18,2%, lo que representó una importante desaceleración en relación con los dos años inmediatamente anteriores. Al finalizar diciembre, la cartera comercial fue 61,2% de la total, la de consumo 29,2%, la hipotecaria 7,3%, y los microcréditos 2,3%. Es de interés señalar que la relación entre cartera vencida y cartera bruta en la comercial fue apenas de 2,4% y que las provisiones sobre la cartera vencida fueron 163%. En lo relacionado con la cartera de consumo, la cartera vencida fue 7,3% del total y su cubrimiento con provisiones 96,8%. Y en el caso de la cartera hipotecaria esos porcentajes fueron 4,3% y 26,4%, respectivamente.
Para el total de los establecimientos de crédito, la cartera vencida fue 4% de la total y la cartera en mora 4,6%. Las provisiones sobre el total de la cartera vencida fueron 120,5% y sobre el total de la cartera en mora 106,5%. Es cierto que durante 2008 se presentó un leve deterioro en la cartera, pero sin que se registrara una clara tendencia ascendente en el segundo semestre. En el crédito de consumo, sin embargo, el deterioro ha sido mayor.
A diferencia de la crisis de finales de la década pasada, la exposición de los establecimientos de crédito en el sector hipotecario ha sido relativamente reducida. O sea que en el caso colombiano una caída de esta actividad no le acarrearía consecuencia traumáticas al sector bancario. Con todo, sería aconsejable aumentar los niveles de provisiones, especialmente porque se proyecta un descenso de alguna significación en los precios de la finca raíz.
Es previsible que el estancamiento económico que se prevé durante 2009-2010, no tendrá sobre el sector bancario los efectos negativos que se han visto en otras regiones del planeta o que se presentaron cuando la crisis de finales de los años noventa. Pero eso no es motivo para que impere la complacencia. El riesgo de prestar ha subido últimamente. Con la desaceleración económica y con la mayor devaluación del peso, cambian radicalmente las perspectivas sectoriales. Algunas actividades que antes parecían sólidas y rentables, lo serán menos de aquí en adelante. En un entorno de estancamiento económico y de cambios en los precios relativos inducidos por la devaluación, se reducirán significativamente, en muchos negocios y empresas, los niveles sostenibles de endeudamiento.
Las perspectivas fiscales también se deteriorarán y con ello el valor de descuento de los TES y de los bonos soberanos. Se dificultará y encarecerá el acceso a fuentes externas de financiamiento. Por la devaluación, los establecimientos de crédito colombianos se contraerán en tamaño a nivel internacional. Se trata, entonces, de un entorno complejo y de alto riesgo, en el que quedan en desuso los criterios de manejo de años anteriores. Hay que tener en cuenta que si bien dos años de estancamiento económico son inercialmente superables, no se puede descartar una prolongación y profundización de la actual crisis económica global.
Ahora bien, durante 2008 la cartera bruta creció en 18,2%, lo que representó una importante desaceleración en relación con los dos años inmediatamente anteriores. Al finalizar diciembre, la cartera comercial fue 61,2% de la total, la de consumo 29,2%, la hipotecaria 7,3%, y los microcréditos 2,3%. Es de interés señalar que la relación entre cartera vencida y cartera bruta en la comercial fue apenas de 2,4% y que las provisiones sobre la cartera vencida fueron 163%. En lo relacionado con la cartera de consumo, la cartera vencida fue 7,3% del total y su cubrimiento con provisiones 96,8%. Y en el caso de la cartera hipotecaria esos porcentajes fueron 4,3% y 26,4%, respectivamente.
Para el total de los establecimientos de crédito, la cartera vencida fue 4% de la total y la cartera en mora 4,6%. Las provisiones sobre el total de la cartera vencida fueron 120,5% y sobre el total de la cartera en mora 106,5%. Es cierto que durante 2008 se presentó un leve deterioro en la cartera, pero sin que se registrara una clara tendencia ascendente en el segundo semestre. En el crédito de consumo, sin embargo, el deterioro ha sido mayor.
A diferencia de la crisis de finales de la década pasada, la exposición de los establecimientos de crédito en el sector hipotecario ha sido relativamente reducida. O sea que en el caso colombiano una caída de esta actividad no le acarrearía consecuencia traumáticas al sector bancario. Con todo, sería aconsejable aumentar los niveles de provisiones, especialmente porque se proyecta un descenso de alguna significación en los precios de la finca raíz.
Es previsible que el estancamiento económico que se prevé durante 2009-2010, no tendrá sobre el sector bancario los efectos negativos que se han visto en otras regiones del planeta o que se presentaron cuando la crisis de finales de los años noventa. Pero eso no es motivo para que impere la complacencia. El riesgo de prestar ha subido últimamente. Con la desaceleración económica y con la mayor devaluación del peso, cambian radicalmente las perspectivas sectoriales. Algunas actividades que antes parecían sólidas y rentables, lo serán menos de aquí en adelante. En un entorno de estancamiento económico y de cambios en los precios relativos inducidos por la devaluación, se reducirán significativamente, en muchos negocios y empresas, los niveles sostenibles de endeudamiento.
Las perspectivas fiscales también se deteriorarán y con ello el valor de descuento de los TES y de los bonos soberanos. Se dificultará y encarecerá el acceso a fuentes externas de financiamiento. Por la devaluación, los establecimientos de crédito colombianos se contraerán en tamaño a nivel internacional. Se trata, entonces, de un entorno complejo y de alto riesgo, en el que quedan en desuso los criterios de manejo de años anteriores. Hay que tener en cuenta que si bien dos años de estancamiento económico son inercialmente superables, no se puede descartar una prolongación y profundización de la actual crisis económica global.