Este candidato presidencial no hace sino quejarse de la eventual reelección del Presidente Álvaro Uribe. Los colombianos desconocen cuál es su programa.
Fajardo se lamenta de que a los siete meses de las elecciones presidenciales no sabe contra quién se enfrentará. ¿Y qué? Del programa de Fajardo poco se sabe. Lleva dos años recorriendo el país en campaña y son todavía un misterio sus planteamientos acerca de los principales problemas que enfrenta Colombia. Mientras que a otros candidatos como Rafael Pardo, Germán Vargas Lleras, Noemí Sanín, Gustavo Petro y Andrés Felipe Arias se les ha escuchado y leído unas propuestas concretas, de Fajardo sólo se conocen generalidades.
En el caso de Álvaro Uribe no se necesita presentación. Tampoco tiene la obligación de ponerle fecha a su aspiración para la reelección. La demora en una definición sobre si se lanza o no, es por su cuenta y riesgo. Esa demora le puede costar apoyo tanto a él como a un eventual reemplazo. Serán los electores quienes decidan.
Pero si Fajardo se introduce como un candidato de oposición a Uribe o a lo que Uribe representa, su preocupación debe centrarse en transmitirle al electorado qué es exactamente lo que piensa. Debe convencer con tesis y no con lloriqueos acerca de las intenciones de reelección de Uribe.
Para ganarse el favor de los colombianos Fajardo debe ser más que una imagen o una facha. La situación de Colombia no está como para apostarle a una imagen o a una facha. Fajardo no es ni del Partido de la U, ni del Partido Conservador, ni del Partido Liberal, ni de Cambio Radical, ni del Polo Democrático. Y ni siquiera entró al recién conformado Partido Verde de Luis Eduardo Garzón, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. ¿Qué representa políticamente Fajardo? Sólo él puede contárselo al país. A siete meses de las elecciones, no lo ha hecho.
En el caso de Álvaro Uribe no se necesita presentación. Tampoco tiene la obligación de ponerle fecha a su aspiración para la reelección. La demora en una definición sobre si se lanza o no, es por su cuenta y riesgo. Esa demora le puede costar apoyo tanto a él como a un eventual reemplazo. Serán los electores quienes decidan.
Pero si Fajardo se introduce como un candidato de oposición a Uribe o a lo que Uribe representa, su preocupación debe centrarse en transmitirle al electorado qué es exactamente lo que piensa. Debe convencer con tesis y no con lloriqueos acerca de las intenciones de reelección de Uribe.
Para ganarse el favor de los colombianos Fajardo debe ser más que una imagen o una facha. La situación de Colombia no está como para apostarle a una imagen o a una facha. Fajardo no es ni del Partido de la U, ni del Partido Conservador, ni del Partido Liberal, ni de Cambio Radical, ni del Polo Democrático. Y ni siquiera entró al recién conformado Partido Verde de Luis Eduardo Garzón, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. ¿Qué representa políticamente Fajardo? Sólo él puede contárselo al país. A siete meses de las elecciones, no lo ha hecho.