Contrario a pronósticos escandalosos y sin fundamento científico, la Antártica no se está derritiendo.
Según The National Snow and Ice Data Center (NSDIC) en 2009 se presentó una significativa expansión del “hielo de segundo año”, o sea de aquel hielo que es lo suficientemente grueso como para persistir dos años de derretimiento estacional. Este “hielo de segundo año” constituyó el 32% del hielo total que cubre el Océano Ártico, frente a 21% en 2007 y 9% en 2008.
Estas noticias coinciden con los reportado por Marco Tedesco del Joint Center for Earth Systems Technology. En la publicación Geophysical Research Letters de septiembre, Tedesco llegó a la conclusión que el derretimiento de la Antártica en el último verano fue el más bajo en tres décadas.
Tal como lo analiza Investor’s Business Daily en un editorial, cada año millones de millas cuadradas de hielo ártico se derriten y vuelven a congelarse. Las cantidades varían de estación en estación. Cita información del Arctic Climate Research Center de la University of Illinois, que ha establecido que a comienzos de 2009 el nivel de hielo de la Antártica era el mismo de 1979, cuando se iniciaron las observaciones satelitales.
De hecho, en la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático realizada en 2008 y auspiciada por el Heartland Institute, uno de los principales conferencistas, Patrick Michaels del Cato Institute y University of Virginia, demolió las teorías sobre los muy publicitados derretimientos “sin precedentes” de la Antártica. Demostró que las temperaturas eran más calientes en los años 30 y que la mayor parte de este continente se estaba enfriando, en lugar de calentado.
Ian Allison, el jefe del programa de glaciología del Australian Antarctic División, ha señalado que las pérdidas de hielo registradas en la Antártica Occidental en los últimos 30 años han sido más que compensadas por los aumentos de hielo en la región del Mar Ross que queda en la parte oriental del continente. Concluye Allison que las condiciones de hielo de la Antártica a lo largo de esta década han permanecido relativamente estables.
Así también con otros testimonios científicos. Cada vez hay más evidencia de que los ciclos de la actividad solar y la de los océanos son factores determinantes de las variaciones de las temperaturas del planeta de mucho mayor peso que las emisiones de CO2 producidas por el hombre. Por fortuna, entonces, todo apunta a que el fin del mundo (y de Nueva York) no está tan cerca como lo pronostican quienes han politizado el tema y han hecho del calentamiento global motivo de lucro.
Estas noticias coinciden con los reportado por Marco Tedesco del Joint Center for Earth Systems Technology. En la publicación Geophysical Research Letters de septiembre, Tedesco llegó a la conclusión que el derretimiento de la Antártica en el último verano fue el más bajo en tres décadas.
Tal como lo analiza Investor’s Business Daily en un editorial, cada año millones de millas cuadradas de hielo ártico se derriten y vuelven a congelarse. Las cantidades varían de estación en estación. Cita información del Arctic Climate Research Center de la University of Illinois, que ha establecido que a comienzos de 2009 el nivel de hielo de la Antártica era el mismo de 1979, cuando se iniciaron las observaciones satelitales.
De hecho, en la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático realizada en 2008 y auspiciada por el Heartland Institute, uno de los principales conferencistas, Patrick Michaels del Cato Institute y University of Virginia, demolió las teorías sobre los muy publicitados derretimientos “sin precedentes” de la Antártica. Demostró que las temperaturas eran más calientes en los años 30 y que la mayor parte de este continente se estaba enfriando, en lugar de calentado.
Ian Allison, el jefe del programa de glaciología del Australian Antarctic División, ha señalado que las pérdidas de hielo registradas en la Antártica Occidental en los últimos 30 años han sido más que compensadas por los aumentos de hielo en la región del Mar Ross que queda en la parte oriental del continente. Concluye Allison que las condiciones de hielo de la Antártica a lo largo de esta década han permanecido relativamente estables.
Así también con otros testimonios científicos. Cada vez hay más evidencia de que los ciclos de la actividad solar y la de los océanos son factores determinantes de las variaciones de las temperaturas del planeta de mucho mayor peso que las emisiones de CO2 producidas por el hombre. Por fortuna, entonces, todo apunta a que el fin del mundo (y de Nueva York) no está tan cerca como lo pronostican quienes han politizado el tema y han hecho del calentamiento global motivo de lucro.