La popularidad del Presidente Santos bajó abruptamente en las encuestas antes de cumplir el primer año de su segundo mandato.
Tanto la encuesta de Gallup como la de Ipsos, cuyos resultados se dieron a conocer a comienzos de mayo de 2015, indican que la imagen favorable de Santos cayó por debajo de 30%, su nivel mas bajo desde el paro agrario de septiembre de 2013.
No se sabe si el actual descenso de favorabilidad del Presidente, en el que ha incidido el reciente asesinato de 11 militares por parte de las Farc en el departamento del Cauca y un creciente pesimismo de una gran mayoría de colombianos en relación con el proceso de negociaciones con esa organización criminal en La Habana, sea un fenómeno pasajero como lo fue cuando el paro agrario. En esa ocasión, la imagen favorable de Santos retornó al poco tiempo a sus niveles acostumbrados, los que tradicionalmente se han situado en el rango entre 40% a 50%.
Sin embargo, en esta ocasión no le será fácil a Santos repuntar nuevamente en las encuestas. Por un lado, la paciencia de los colombianos con el proceso de negociaciones de La Habana es cada vez menor, luego de casi tres años en el que se le ha dicho a la gente que la firma del acuerdo está a la vuelta de la esquina, sin que en realidad se hayan resuelto los temas mas álgidos de la negociación. En un acto de una gran irresponsabilidad, en su campaña para el segundo mandato, Santos engañó abiertamente al electorado al decirle que lo de la paz con las Farc era una realidad inminente.
Y fue un acto de una gran irresponsabilidad no solamente porque fue un engaño al electorado. Lo fue también porque el Presidente de Colombia quedó políticamente cautivo de una organización criminal de la peor calaña, a la que crecientemente se la ve mas arrogante y exigente con sus demandas.
La favorabilidad de Santos alcanzó un punto alto (cerca de 60%) cuando anunció el inicio formal de los diálogos de paz con las Farc en septiembre de 2012. En ese entonces Santos habló de una duración de un año. Otro engaño mas. La gente creyó que dado que las Farc estaban derrotadas militarmente el plazo de un año era realista. Pero pasó el primer año, pasó el segundo y vamos para tercero y nada que se ve la firma del acuerdo.
Ahora bien, a diferencia de 2013 cuando el paro agrario, la situación económica actual es muy compleja por los grandes desequilibrios que se registran en las cuentas externas y fiscales. Le llegó a Santos el momento de los recortes y de la austeridad, con una economía en vías de desaceleración. Es definitivamente un entorno macroeconómico muy distinto al de las vacas gordas que disfrutó en años anteriores y que generaron cuantiosos excedentes fiscales con los que compró voluntades y apoyos políticos.
El estilo “derrochón” de Santos no cuadra con la nueva situación económica. El gobierno no se ha sincerado con la población. Existe la idea en Colombia de que el desplome de los precios internacionales del petróleo es algo muy temporal y que si bien afecta a Venezuela y Ecuador, a Colombia no tanto. La realidad, sin embargo es otra.
En 2014 cerca del 64% de los ingresos de exportación estuvieron concentrados en dos renglones, hidrocarburos y carbón. Los precios internacionales de ambos productos van de la mano. Hay un cierto consenso entre los analistas que estos precios cayeron para quedarse en las cercanías de los actuales niveles, al menos durante los próximos dos años.
Esta disminución de los precios internacionales del petróleo y del carbón está teniendo un impacto significativo en la balanza comercial y en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Adicionalmente desestimulará la inversión extranjera en áreas que se caracterizaron en años anteriores por su gran dinamismo.
De manera que en esta ocasión Santos no contará con un sector externo de la economía expansivo. Por otro lado, no se entiende muy bien la razón por la cual los únicos titulares en los que figura son los relacionados con las negociaciones de La Habana. En las otras áreas de la administración pública se le nota ausente. Es como si solo le interesara su relación con las Farc y la suerte de esas negociaciones. Se lo ve cada vez mas monotemático y obsesivo.
Es tal vez por esto último que las encuestas lo rajan en casi todas las áreas de su gobierno. La mayoría de los colombianos lo ven gobernando para las Farc y no para ellos, como es su responsabilidad. Error de inmensas proporciones es en el que incurre Santos al creer que los colombianos le conceden a un teórico proceso de paz mas importancia que a sus preocupaciones diarias y que a la solución de los problemas mas angustiantes que enfrentan en su cotidianidad.
No se sabe si el actual descenso de favorabilidad del Presidente, en el que ha incidido el reciente asesinato de 11 militares por parte de las Farc en el departamento del Cauca y un creciente pesimismo de una gran mayoría de colombianos en relación con el proceso de negociaciones con esa organización criminal en La Habana, sea un fenómeno pasajero como lo fue cuando el paro agrario. En esa ocasión, la imagen favorable de Santos retornó al poco tiempo a sus niveles acostumbrados, los que tradicionalmente se han situado en el rango entre 40% a 50%.
Sin embargo, en esta ocasión no le será fácil a Santos repuntar nuevamente en las encuestas. Por un lado, la paciencia de los colombianos con el proceso de negociaciones de La Habana es cada vez menor, luego de casi tres años en el que se le ha dicho a la gente que la firma del acuerdo está a la vuelta de la esquina, sin que en realidad se hayan resuelto los temas mas álgidos de la negociación. En un acto de una gran irresponsabilidad, en su campaña para el segundo mandato, Santos engañó abiertamente al electorado al decirle que lo de la paz con las Farc era una realidad inminente.
Y fue un acto de una gran irresponsabilidad no solamente porque fue un engaño al electorado. Lo fue también porque el Presidente de Colombia quedó políticamente cautivo de una organización criminal de la peor calaña, a la que crecientemente se la ve mas arrogante y exigente con sus demandas.
La favorabilidad de Santos alcanzó un punto alto (cerca de 60%) cuando anunció el inicio formal de los diálogos de paz con las Farc en septiembre de 2012. En ese entonces Santos habló de una duración de un año. Otro engaño mas. La gente creyó que dado que las Farc estaban derrotadas militarmente el plazo de un año era realista. Pero pasó el primer año, pasó el segundo y vamos para tercero y nada que se ve la firma del acuerdo.
Ahora bien, a diferencia de 2013 cuando el paro agrario, la situación económica actual es muy compleja por los grandes desequilibrios que se registran en las cuentas externas y fiscales. Le llegó a Santos el momento de los recortes y de la austeridad, con una economía en vías de desaceleración. Es definitivamente un entorno macroeconómico muy distinto al de las vacas gordas que disfrutó en años anteriores y que generaron cuantiosos excedentes fiscales con los que compró voluntades y apoyos políticos.
El estilo “derrochón” de Santos no cuadra con la nueva situación económica. El gobierno no se ha sincerado con la población. Existe la idea en Colombia de que el desplome de los precios internacionales del petróleo es algo muy temporal y que si bien afecta a Venezuela y Ecuador, a Colombia no tanto. La realidad, sin embargo es otra.
En 2014 cerca del 64% de los ingresos de exportación estuvieron concentrados en dos renglones, hidrocarburos y carbón. Los precios internacionales de ambos productos van de la mano. Hay un cierto consenso entre los analistas que estos precios cayeron para quedarse en las cercanías de los actuales niveles, al menos durante los próximos dos años.
Esta disminución de los precios internacionales del petróleo y del carbón está teniendo un impacto significativo en la balanza comercial y en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Adicionalmente desestimulará la inversión extranjera en áreas que se caracterizaron en años anteriores por su gran dinamismo.
De manera que en esta ocasión Santos no contará con un sector externo de la economía expansivo. Por otro lado, no se entiende muy bien la razón por la cual los únicos titulares en los que figura son los relacionados con las negociaciones de La Habana. En las otras áreas de la administración pública se le nota ausente. Es como si solo le interesara su relación con las Farc y la suerte de esas negociaciones. Se lo ve cada vez mas monotemático y obsesivo.
Es tal vez por esto último que las encuestas lo rajan en casi todas las áreas de su gobierno. La mayoría de los colombianos lo ven gobernando para las Farc y no para ellos, como es su responsabilidad. Error de inmensas proporciones es en el que incurre Santos al creer que los colombianos le conceden a un teórico proceso de paz mas importancia que a sus preocupaciones diarias y que a la solución de los problemas mas angustiantes que enfrentan en su cotidianidad.