Cada vez más aumenta el escepticismo sobre el fenómeno del calentamiento global y luce exagerada la histeria de muchos con el tema.
En mayo 21 de 2008 en el periódico Daily Telegraph de Inglaterra apareció un artículo con el titular “El cambio climático amenaza los resorts de ski de los Alpes”. Naturalmente este artículo produjo pánico en la industria de deportes de invierno de esa región del planeta. Sin embargo, en diciembre 19 el titular del mismo diario era “Los Alpes tienen las mejores condiciones de nieve en una generación.”
Según Christopher Booker, columnista de ese diario, la evidencia de 2008 sugiere que es injustificado el pánico que muchas ONGs y políticos han despertado entre la opinión pública mundial durante las últimas dos décadas. En primer lugar, las temperaturas en el planeta entero han caído en una forma no predecible por los modelos que se han diseñado para ilustrar el tema del cambio climático. No solamente las temperaturas frías y las nevadas ocurridas en las zonas templadas del mundo durante los dos últimos inviernos son atípicas para estos modelos, sino que se ajustan a lo que era de esperarse con modelos más tradicionales de pronósticos climáticos. De hecho, recientemente la temperatura del planeta se ha enfriado lo suficiente como para cancelar su aumento neto en este siglo.
Por otro lado, ni los polos están desapareciendo ni la población de osos polares ha disminuido. Tampoco se han visto las sequías y huracanes pronosticados por los profetas del calentamiento global.
Varios de los científicos que apoyaban tesis “histéricas” sobre el calentamiento global ahora hablan de que gracias a “factores naturales” como las corrientes marítimas la temperatura no ha aumentado como ellos pensaban. Aunque varios no dan su brazo a torcer y todavía sostienen que el calentamiento resurgirá con gran fuerza a mediados de la próxima década.
En la Declaración de Manhattan en marzo de 2008 cientos de científicos, entre los que se encontraban varios prominentes expertos en clima, rechazaron la idea de que existe un “consenso científico” sobre el hecho de que el calentamiento global es ante todo un fenómeno producido por el hombre. Consideraron que ese “consenso” era un instrumento de manipulación a través del cual se ha manejado arbitrariamente información para producir resultados política y económicamente convenientes para los promotores del tema.
Finalmente, la actual crisis económica global ha llevado a una menor indulgencia en cuanto a asignar recursos públicos a proyectos supuestamente dirigidos a combatir el calentamiento global. Escasea el interés y el dinero para apoyar esquemas grandiosos sobre los cuales persisten serias dudas acerca de su impacto final sobre el clima.
O sea que 2008 trajo consigo un mayor realismo sobre este importante tema. A lo largo de la historia de la humanidad, infinidad de personas y grupos se han lucrado con cuentos sobre la próxima llegada del fin del mundo. Cada época ha tenido su tema. Pero, por fortuna, las predicciones han resultado fallidas. En el caso del calentamiento global es probable que ocurra lo mismo. Si el progreso económico de la humanidad mantiene la tendencia de largo plazo observada en los dos últimos siglos, se presentará un cambio tecnológico que permitirá subsanar los principales daños sobre el medio ambiente que ocasionan los hombres. Pero si los profetas del fin del mundo se salen con la suya y la humanidad aborda costosos proyectos de control ambiental que obstaculizan su progreso económico, entonces, las probabilidades de evitar esos daños se reducirían peligrosamente.
Según Christopher Booker, columnista de ese diario, la evidencia de 2008 sugiere que es injustificado el pánico que muchas ONGs y políticos han despertado entre la opinión pública mundial durante las últimas dos décadas. En primer lugar, las temperaturas en el planeta entero han caído en una forma no predecible por los modelos que se han diseñado para ilustrar el tema del cambio climático. No solamente las temperaturas frías y las nevadas ocurridas en las zonas templadas del mundo durante los dos últimos inviernos son atípicas para estos modelos, sino que se ajustan a lo que era de esperarse con modelos más tradicionales de pronósticos climáticos. De hecho, recientemente la temperatura del planeta se ha enfriado lo suficiente como para cancelar su aumento neto en este siglo.
Por otro lado, ni los polos están desapareciendo ni la población de osos polares ha disminuido. Tampoco se han visto las sequías y huracanes pronosticados por los profetas del calentamiento global.
Varios de los científicos que apoyaban tesis “histéricas” sobre el calentamiento global ahora hablan de que gracias a “factores naturales” como las corrientes marítimas la temperatura no ha aumentado como ellos pensaban. Aunque varios no dan su brazo a torcer y todavía sostienen que el calentamiento resurgirá con gran fuerza a mediados de la próxima década.
En la Declaración de Manhattan en marzo de 2008 cientos de científicos, entre los que se encontraban varios prominentes expertos en clima, rechazaron la idea de que existe un “consenso científico” sobre el hecho de que el calentamiento global es ante todo un fenómeno producido por el hombre. Consideraron que ese “consenso” era un instrumento de manipulación a través del cual se ha manejado arbitrariamente información para producir resultados política y económicamente convenientes para los promotores del tema.
Finalmente, la actual crisis económica global ha llevado a una menor indulgencia en cuanto a asignar recursos públicos a proyectos supuestamente dirigidos a combatir el calentamiento global. Escasea el interés y el dinero para apoyar esquemas grandiosos sobre los cuales persisten serias dudas acerca de su impacto final sobre el clima.
O sea que 2008 trajo consigo un mayor realismo sobre este importante tema. A lo largo de la historia de la humanidad, infinidad de personas y grupos se han lucrado con cuentos sobre la próxima llegada del fin del mundo. Cada época ha tenido su tema. Pero, por fortuna, las predicciones han resultado fallidas. En el caso del calentamiento global es probable que ocurra lo mismo. Si el progreso económico de la humanidad mantiene la tendencia de largo plazo observada en los dos últimos siglos, se presentará un cambio tecnológico que permitirá subsanar los principales daños sobre el medio ambiente que ocasionan los hombres. Pero si los profetas del fin del mundo se salen con la suya y la humanidad aborda costosos proyectos de control ambiental que obstaculizan su progreso económico, entonces, las probabilidades de evitar esos daños se reducirían peligrosamente.