Columnistas de opinión de Vanguardia Liberal denunciaron graves irregularidades en la contratación de la dotación del Coliseo El Bicentenario de Bucaramanga.
Este caso ilustra a la perfección lo que se ha vuelto costumbre en las contrataciones con dinero público para la dotación de instalaciones deportivas.
En carta al alcalde de Bucaramanga Fernando Vargas Mendoza los columnistas Manolo Azuero, Isabel Ortiz, Christiane Lelievre, Jairo Puentes, José Manuel Acevedo, Eduardo Muñoz y María Paula Romero enumeran una serie de irregularidades en el contrato de compraventa 014 por $4.121 millones. El contrato incluía la adquisición de silletería, instalaciones de televisión y sonido, cámaras de seguridad, tableros electrónicos, salas de transmisión y planta eléctrica para el mencionado coliseo.
Entre las irregularidades que los columnistas mencionan hay que empezar con lo que se ha convertido en el truco favorito de los corruptos en este tipo de contratos, a saber: dejar para la última hora la firma de los contratos, dándole una obvia ventaja a uno de los proponentes. Según la carta de los columnistas, “este contrato estableció un risible y escandaloso plazo de ejecución de apenas 10 días.”
En ese corto lapso solamente una firma, HPC Marketing y Eventos, pudo presentarse, la que obviamente resultó ganadora.
Habría que preguntarse si la alcaldía de Bucaramanga tramitó con la debida oportunidad los recursos para la compra de lo establecido en el contrato 014. Con gran frecuencia suele suceder que los dineros están disponibles con muchos meses de anticipación, pero los organizadores procrastinan y enredan para que la licitación o subasta se haga sobre el tiempo. En este caso se trataba de un escenario sede del campeonato Mundial de Fútbol de Salón de manera que seguramente esa disponibilidad nunca fue problema.
Esta increíble y descarada costumbre está completamente extendida en las contrataciones del sector público para la adecuaciones de instalaciones deportivas antes de eventos o torneos como el de este mundial.
Por ejemplo, en lo que respecta al próximo Mundial Sub-20 de Fútbol se puede mencionar el caso de las dos pantallas LED del estadio de Palogrande de Manizales, cuyo proceso de adjudicación ha dado vueltas y revueltas durante meses, no obstante que los recursos están ahí listos para ser desembolsados. Parecería que Gensa, la entidad encargada de la compra, no solamente está esperando hasta el último minuto para adjudicar a dedo el contrato a una firma que seguramente ya sabe que será favorecida. Dado que la manufactura, nacionalización y transporte de estas complejas pantallas LED tarda por lo menos dos meses, proponentes con ofertas de alta calidad quedan automáticamente excluidos.
Pero no sólo esto. A estas alturas del paseo, Gensa, que debiera ser la primera interesada en obtener el mejor equipo al menor precio, en forma por demás altanera, se ha rehusado a informarle a otros proponentes interesados acerca de las especificaciones y el tipo de proceso de selección que utilizará para esta compra.
Pero bueno, volviendo al tema de Bucaramanga, los columnistas de Vanguardia Liberal han puesto el dedo en la llaga en otra de las consecuencias de este tipo de corrupción: los absurdos sobreprecios. Los columnistas mencionan el caso de la silletería. Fueron 7.400 sillas con espaldar a un valor unitario de $137.760 (en total $1.017 millones), más del doble de lo que pagaron las alcaldías de Pereira y de Armenia por las silleterías de sus estadios, los cuales están en proceso de adecuación como sedes del Mundial Sub 20.
LaNota.com averiguó con dos firmas de reconocido nombre internacional que el costo de las mejores sillas con espaldar importadas (en polipropileno, con anti flama, aditivo UV y cumpliendo normas FIFA) oscila entre mínimo US$12 y máximo US$15 CIF Colombia. A lo cual se le agregaría nacionalización, transporte e instalación dentro de Colombia, cuyo costo sería, como máximo, un 40% adicional. Es decir, estaríamos hablando que estas sillas ya instaladas valen entre US$17 y US$21 cada una.
Si se toma el valor máximo, el costo total para el contratista de las 7.400 sillas sería de US$155.400, o sea aproximadamente $280 millones, lo que se compara con los $1.041 millones que pagó por ellas la alcaldía de Bucaramanga. Es decir, sólo el renglón de la silletería de este contrato le habría generado a HPC Marketing y Eventos una ganancia cercana a $761 millones. Ni más ni menos una rentabilidad de 172.2% en diez días, la que quizás sólo sería comparable a la de negocios como los relacionados con el narcotráfico.
Los columnistas de Vanguardia Liberal no entran en el detalle de otros renglones del contrato 014. Por ejemplo, está el renglón del tablero marcador para múltiples deportes que fue valorado en $225 millones. Pues bien, un marcador de las mismas especificaciones (de cuatro caras, 120 voltios, indicadores digitales, medidas 1.22x3.30x3.30, modelo BB-2102 Daktronics o similar) cuesta máximo US$26.000 CIF Colombia, o sea unos $47 millones. Al sumarle los costos de nacionalización, transporte dentro de Colombia e instalación, el costo total alcanzaría US$36.400, es decir unos $66 millones. En este caso la rentabilidad estaría por los lados de 243,5% en diez días, la que probablemente supera a la de negocios como los relacionados con el narcotráfico.
Pero ojalá esta insólita historia terminara aquí. Durante el Mundial de Fútbol de Salón se instaló, no un marcador que cumpliera con las especificaciones del contrato 014, sino uno provisional de muy inferior calidad y valor. Lo mismo sucedió con las dos pantallas LED contempladas en el contrato. Es de esperar que HPC Marketing y Eventos responda por estos equipos. Si no lo hace, su rentabilidad entonces si que sería infinita y el Coliseo El Bicentenario quedaría con un marcador y dos pantallas que no son las acordadas, dándose así otro de los funestos impactos de la corrupción, cual es que no solamente los contribuyentes terminan pagando un gran sobreprecio sino que fuera de eso lo hacen por equipos de una calidad lamentable.
En carta al alcalde de Bucaramanga Fernando Vargas Mendoza los columnistas Manolo Azuero, Isabel Ortiz, Christiane Lelievre, Jairo Puentes, José Manuel Acevedo, Eduardo Muñoz y María Paula Romero enumeran una serie de irregularidades en el contrato de compraventa 014 por $4.121 millones. El contrato incluía la adquisición de silletería, instalaciones de televisión y sonido, cámaras de seguridad, tableros electrónicos, salas de transmisión y planta eléctrica para el mencionado coliseo.
Entre las irregularidades que los columnistas mencionan hay que empezar con lo que se ha convertido en el truco favorito de los corruptos en este tipo de contratos, a saber: dejar para la última hora la firma de los contratos, dándole una obvia ventaja a uno de los proponentes. Según la carta de los columnistas, “este contrato estableció un risible y escandaloso plazo de ejecución de apenas 10 días.”
En ese corto lapso solamente una firma, HPC Marketing y Eventos, pudo presentarse, la que obviamente resultó ganadora.
Habría que preguntarse si la alcaldía de Bucaramanga tramitó con la debida oportunidad los recursos para la compra de lo establecido en el contrato 014. Con gran frecuencia suele suceder que los dineros están disponibles con muchos meses de anticipación, pero los organizadores procrastinan y enredan para que la licitación o subasta se haga sobre el tiempo. En este caso se trataba de un escenario sede del campeonato Mundial de Fútbol de Salón de manera que seguramente esa disponibilidad nunca fue problema.
Esta increíble y descarada costumbre está completamente extendida en las contrataciones del sector público para la adecuaciones de instalaciones deportivas antes de eventos o torneos como el de este mundial.
Por ejemplo, en lo que respecta al próximo Mundial Sub-20 de Fútbol se puede mencionar el caso de las dos pantallas LED del estadio de Palogrande de Manizales, cuyo proceso de adjudicación ha dado vueltas y revueltas durante meses, no obstante que los recursos están ahí listos para ser desembolsados. Parecería que Gensa, la entidad encargada de la compra, no solamente está esperando hasta el último minuto para adjudicar a dedo el contrato a una firma que seguramente ya sabe que será favorecida. Dado que la manufactura, nacionalización y transporte de estas complejas pantallas LED tarda por lo menos dos meses, proponentes con ofertas de alta calidad quedan automáticamente excluidos.
Pero no sólo esto. A estas alturas del paseo, Gensa, que debiera ser la primera interesada en obtener el mejor equipo al menor precio, en forma por demás altanera, se ha rehusado a informarle a otros proponentes interesados acerca de las especificaciones y el tipo de proceso de selección que utilizará para esta compra.
Pero bueno, volviendo al tema de Bucaramanga, los columnistas de Vanguardia Liberal han puesto el dedo en la llaga en otra de las consecuencias de este tipo de corrupción: los absurdos sobreprecios. Los columnistas mencionan el caso de la silletería. Fueron 7.400 sillas con espaldar a un valor unitario de $137.760 (en total $1.017 millones), más del doble de lo que pagaron las alcaldías de Pereira y de Armenia por las silleterías de sus estadios, los cuales están en proceso de adecuación como sedes del Mundial Sub 20.
LaNota.com averiguó con dos firmas de reconocido nombre internacional que el costo de las mejores sillas con espaldar importadas (en polipropileno, con anti flama, aditivo UV y cumpliendo normas FIFA) oscila entre mínimo US$12 y máximo US$15 CIF Colombia. A lo cual se le agregaría nacionalización, transporte e instalación dentro de Colombia, cuyo costo sería, como máximo, un 40% adicional. Es decir, estaríamos hablando que estas sillas ya instaladas valen entre US$17 y US$21 cada una.
Si se toma el valor máximo, el costo total para el contratista de las 7.400 sillas sería de US$155.400, o sea aproximadamente $280 millones, lo que se compara con los $1.041 millones que pagó por ellas la alcaldía de Bucaramanga. Es decir, sólo el renglón de la silletería de este contrato le habría generado a HPC Marketing y Eventos una ganancia cercana a $761 millones. Ni más ni menos una rentabilidad de 172.2% en diez días, la que quizás sólo sería comparable a la de negocios como los relacionados con el narcotráfico.
Los columnistas de Vanguardia Liberal no entran en el detalle de otros renglones del contrato 014. Por ejemplo, está el renglón del tablero marcador para múltiples deportes que fue valorado en $225 millones. Pues bien, un marcador de las mismas especificaciones (de cuatro caras, 120 voltios, indicadores digitales, medidas 1.22x3.30x3.30, modelo BB-2102 Daktronics o similar) cuesta máximo US$26.000 CIF Colombia, o sea unos $47 millones. Al sumarle los costos de nacionalización, transporte dentro de Colombia e instalación, el costo total alcanzaría US$36.400, es decir unos $66 millones. En este caso la rentabilidad estaría por los lados de 243,5% en diez días, la que probablemente supera a la de negocios como los relacionados con el narcotráfico.
Pero ojalá esta insólita historia terminara aquí. Durante el Mundial de Fútbol de Salón se instaló, no un marcador que cumpliera con las especificaciones del contrato 014, sino uno provisional de muy inferior calidad y valor. Lo mismo sucedió con las dos pantallas LED contempladas en el contrato. Es de esperar que HPC Marketing y Eventos responda por estos equipos. Si no lo hace, su rentabilidad entonces si que sería infinita y el Coliseo El Bicentenario quedaría con un marcador y dos pantallas que no son las acordadas, dándose así otro de los funestos impactos de la corrupción, cual es que no solamente los contribuyentes terminan pagando un gran sobreprecio sino que fuera de eso lo hacen por equipos de una calidad lamentable.