En tres años, el gobierno de Barack Obama ha aumentado la deuda del gobierno federal en 67%. Bordea actualmente 100% del PIB.
El ritmo al cual crece esta deuda es realmente impresionante (claro está que no para quienes creen que el quid de la política económica consiste en emitir a granel para evitar una recesión). El Presidente Obama acaba de formularle al Congreso una nueva solicitud de aumento en el límite de la deuda. Hace 6 meses hubo un gran debate sobre el incremento que en ese momento pidió su administración. Lo finalmente aprobado solo alcanzó para un semestre.
Ahora solicita la bicoca de otros US$1.2 trillones, con lo cual el límite quedaría en US$16.4 trillones. ¿Por cuánto tiempo? Se estima que para los próximos cuatro meses, después del cual volverá por otros trillones. Entre otras, esos US$1.2 trillones de aumento que a duras penas alcanzan para unos mesecitos supera la riqueza total combinada de los 300 más ricos de Estados Unidos según la revista Forbes.
Como sea, seguirán cayendo rayos y centellas sobre quienes piden mesura y rectificación de una trayectoria insostenible. La gran mayoría de los analistas de mercado, la totalidad del Partido Demócrata, la casi totalidad de los medios de comunicación, y los “indignados”, todos al unísono rechazarán cualquier intento de poner orden en la casa. Quieren que el jolgorio no se acabe, que dure para siempre.
Ahora solicita la bicoca de otros US$1.2 trillones, con lo cual el límite quedaría en US$16.4 trillones. ¿Por cuánto tiempo? Se estima que para los próximos cuatro meses, después del cual volverá por otros trillones. Entre otras, esos US$1.2 trillones de aumento que a duras penas alcanzan para unos mesecitos supera la riqueza total combinada de los 300 más ricos de Estados Unidos según la revista Forbes.
Como sea, seguirán cayendo rayos y centellas sobre quienes piden mesura y rectificación de una trayectoria insostenible. La gran mayoría de los analistas de mercado, la totalidad del Partido Demócrata, la casi totalidad de los medios de comunicación, y los “indignados”, todos al unísono rechazarán cualquier intento de poner orden en la casa. Quieren que el jolgorio no se acabe, que dure para siempre.
Definitivamente muchos ciudadanos de Estados Unidos pretenden vivir como jeques árabes sin hacer el esfuerzo requerido (la naturaleza humana es la misma en todas partes). Tienen a su disposición a uno de los países más ricos en recursos naturales del planeta y a la más sofisticada tecnología. A un país que podría generar excedentes de recursos energéticos en lugar de tener que importarlos como es el caso actualmente. Pero con Obama a la cabeza restringen, con toda clase de pretextos, la explotación de tales recursos.
Así también el gobierno de Obama ha enredado al sistema productivo con una infinidad de regulaciones de todo tipo. Es un gobierno burocrático, que parte del principio que el Estado es la principal fuente de riqueza, y no la actividad de emprendedores y capitalistas. Un principio que a lo único que ha llevado es a la apatía de la inversión privada ante la presencia de reglas de juego hostiles y poco claras, y por la incertidumbre que plantea un gigantesco problema fiscal que está cada vez más lejos de resolverse.
Muchos sostienen que el gran ajuste fiscal de Estados Unidos será en 2013 después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2012. No importa que para ese entonces el problema de la deuda del gobierno federal sea ya inmanejable. Tampoco importa que se haya perdido tiempo valioso en despertar a una reticente iniciativa empresarial.
Eso es lo de menos para Obama. Lo único que le importa es su reelección. Si hace el ajuste fiscal ahora perdería votos en grupos de la población que lo apoyan, entre los cuales están los sindicatos oficiales y organizaciones no gubernamentales, como las ambientalistas, que han recibido generosos pero ineficaces subsidios. Por otro lado, a nadie escapa que el impacto inicial sobre la economía de un significativo ajuste fiscal es esencialmente contraccionista.
Así también el gobierno de Obama ha enredado al sistema productivo con una infinidad de regulaciones de todo tipo. Es un gobierno burocrático, que parte del principio que el Estado es la principal fuente de riqueza, y no la actividad de emprendedores y capitalistas. Un principio que a lo único que ha llevado es a la apatía de la inversión privada ante la presencia de reglas de juego hostiles y poco claras, y por la incertidumbre que plantea un gigantesco problema fiscal que está cada vez más lejos de resolverse.
Muchos sostienen que el gran ajuste fiscal de Estados Unidos será en 2013 después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2012. No importa que para ese entonces el problema de la deuda del gobierno federal sea ya inmanejable. Tampoco importa que se haya perdido tiempo valioso en despertar a una reticente iniciativa empresarial.
Eso es lo de menos para Obama. Lo único que le importa es su reelección. Si hace el ajuste fiscal ahora perdería votos en grupos de la población que lo apoyan, entre los cuales están los sindicatos oficiales y organizaciones no gubernamentales, como las ambientalistas, que han recibido generosos pero ineficaces subsidios. Por otro lado, a nadie escapa que el impacto inicial sobre la economía de un significativo ajuste fiscal es esencialmente contraccionista.
Sobreaguar hasta el día de las elecciones es la consigna de Obama. Lo mismo que intentaron hacer sin mayor fortuna otros mandatarios como José Luis Zapatero en España y Gordon Brown en Inglaterra. Y muchos otros más que ya fueron derrotados. En épocas de crisis, procrastinar es un verbo prohibido, a menos que la población esté compuesta mayoritariamente por zombis, lo que no parecería ser el caso en Estados Unidos.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
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