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Con un argumento ridículo el presidente de Grecia Alexis Tsipras pretende que le presten a su país sin necesidad de hacer el esfuerzo para garantizar el repago de la deuda.
 
El cuento de Grecia es similar al de España, Portugal, Irlanda, Francia, Italia, Reino Unido, Finlandia, Bélgica y prácticamente todos los demás países de la Unión Europea. Exceso de deuda resultado de un exceso de gasto público y privado. Prosperidad al debe, es como se le puede llamar al frenesí de gasto a todos los niveles que se presentó durante cerca de una década antes de la Gran Recesión de 2008-2009.

Países como Grecia despilfarraron buena parte de los recursos provenientes del mayor endeudamiento externo e interno, sin elevar suficientemente su capacidad productiva y lograr niveles sostenibles de vida compatibles con su pertenencia al exclusivo club de la eurozona. Quizás el caso de Grecia es mas dramático que el de los demás países por el absurdo tamaño de su burocracia oficial y por el volumen de las prebendas “sociales” no financiadas con recursos propios.

Tsipras ganó las elecciones a comienzos de 2015 con la bandera de abandonar el programa de austeridad laboriosamente diseñado por el gobierno anterior con sus acreedores liderados por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estas tres instituciones fueron llamadas por los griegos la troika y vilipendiadas como lo peor.

En esas elecciones, los griegos resolvieron que ya se habían aburrido de tanta austeridad. No mas recortes en la burocracia oficial. No mas recortes en las pensiones. No mas flexibilizaciones en el régimen laboral. No mas privatizaciones para obtener recursos y pagar la deuda. No mas negociaciones con la troika. Ah pero eso si, casi todos partidarios de que Grecia siga en la eurozona.

El principal argumento que ha esgrimido Tsipras es que recibió un mandato electoral para acabar de un tajo con el programa de austeridad en el que se había comprometido su país. Sus electores habían decidido no cumplir con lo pactado por gobiernos anteriores y eso es lo que él tenía que respetar por encima de cualquier otra consideración.

Es cierto que los griegos votaron por hacerse "los de la vista gorda" en relación con la deuda. El problema es que cuando se habla de deuda está de por medio recursos que no son los propios. Los griegos hipotecaron su economía en una forma completamente irresponsable. Solo la deuda pública en relación con el PIB se acerca a 180% del PIB. Su economía no les pertenece.
 
Entonces el tema de Grecia no es solo el de una de las partes. El tema es de los acreedores también. Ellos necesitan garantías de que la refinanciación de la actual deuda conducirá a su eventual cancelación. De ahí las condiciones al manejo económico que le han impuesto al gobierno griego.

Es inocuo que Tsipras diga que posee un mandato popular que le impide aceptar condicionalidades para la refinanciación de su deuda. Su gobierno necesita de esta refinanciación para no entrar en ‘default’. Y de paso evitar que el sector financiero quede insolvente.

Es inocuo lo que piense Tsipras y sus electores porque los acreedores están en todo su derecho de imponer esas condicionalidades. Los recursos de la refinanciación es de ellos y no de los griegos. ¿A título de qué van a entregarle su dinero a un acreedor irresponsable sin que haya una mínima garantía de que va a realizar esfuerzos para eventualmente pagar?

Muchos países de la eurozona ven a Grecia como un caso perdido. Su posición es la de que lo mejor es “darse la pela” ahora, no ceder al chantaje de Tsipras y su combo, y dejar que Grecia entre en ‘default’. Si Grecia se declara en quiebra tendría que adoptar su propia moneda (el dracma), en lo que obviamente no están de acuerdo la mayoría de los griegos porque entienden que la salida del euro implicaría una gran devaluación y un mayor empobrecimiento.

Ello sería inminente si no hubiere un acuerdo entre la troika y el gobierno de Tsipras en las próximas dos semanas. Vienen unos importantes vencimientos en junio con el Fondo Monetario Internacional. Varios voceros del gobierno griego han dado a entender que sin ese acuerdo no habría recursos para realizar los pagos de junio.

Por lo visto, en el tiempo transcurrido desde la elección del nuevo gobierno a finales de enero y finales de mayo se “raspó la olla” y es poco lo que queda. Se ha perdido tiempo valioso en ejercicios dialécticos con unos funcionarios griegos que se sienten estrellitas en el firmamento y que han tenido la temeridad de afirmar que Grecia le enseñará al resto de Europa el camino a seguir en materia de política económica. Sería un buen chiste si no se creyeran su propio cuento.

Grecia es un país económicamente minúsculo en el contexto europeo. Su economía representa apenas 2% de la economía total de la eurozona. Pero algunos analistas destacan su importancia estratégica desde el punto de vista geográfico. Resaltan el hecho de que es un miembro activo de la OTAN. Y sostienen estos analistas que por consideraciones estrictamente políticas la eurozona, con Alemania a la cabeza, no permitirá su salida del euro.

Ahora bien, si la eurozona cede al chantaje griego se sentaría un funesto precedente. Los electores de España y Portugal, por ejemplo, optarían por el camino de dar marcha atrás a las reformas económicas que han adoptado sus gobiernos con seriedad y sacrificio. Si la pequeña Grecia puede echar para atrás impunemente los acuerdos financieros y de política económica ya firmados con la eurozona, con mayor razón tendrían derecho a hacerlo países mas importantes.  

Sería como barajar y volver a empezar el juego. Sería propiciar un efecto dominó de incalculables consecuencias. Por lo que solo se ven dos alternativas: que Grecia ceda en lo sustancial y logre sus refinanciaciones, o que se declare en ‘default’ y se salga del euro.