Por problemas técnicos se pronostica que su vida útil será de máximo 3 años, en lugar de los 15 inicialmente programados.
El gobierno de Venezuela gastó cerca de US$450 millones en el satélite Simón Bolívar o Venesat-1. Se trata de uno de los proyectos favoritos de Hugo Chávez y que no termina con el lanzamiento de un satélite sino con el desarrollo de una empresa para fabricar satélites. Según Chávez, esa empresa ya empezó a construirse: hay un sitio donde se hizo una remoción de tierra y que supuestamente la albergará.
(No, no es un chiste: la Venezuela del gobierno de Chávez produce cada vez menos e importa cada vez más, pero dizque va a producir satélites).
El satélite fabricado por la empresa china Great Wall Industries y que pesa más de 6 toneladas fue lanzado en octubre de 2008 con la esperanza de llevar telefonía, Internet y toda clase de servicios básicos de telecomunicaciones a Venezuela y América Latina. Sin embargo, actualmente se encuentra operando a la mitad de su capacidad por diversos problemas en sus paneles solares.
Obviamente el gobierno de Venezuela, al que todo le falla, no acepta que haya serios problemas con la operatividad del satélite. En cierta ocasión, para demostrar que no había problemas lo hizo trabajar en forma forzada, lo que redujo su vida útil.
Hoy en día sólo transmite las señales de Telesur Internacional, VTV y Vive TV y se presta para la transmisión de audio de Radio Nacional de Venezuela. De vez en cuando se abren frecuencias para subir material en VTV y las cadenas venezolanas, pero que no son más que retransmisiones que se montan en el satélite privado norteamericano NSS 806, que es el que se usa en la mayoría de las comunicaciones de América Latina. Todo lo demás que necesita Venezuela en materia de servicios de telecomunicaciones se hace a través de satélites privados.
Las perspectivas del Satélite Venesat-1 son similares a las del satélite de Nigeria, que ya no está en servicio. Este último funcionó unos meses puesto que fue utilizado en 80% de su capacidad, lo que acabó aceleradamente con su vida útil. En el caso de Venezuela, últimamente el gobierno ha hecho hasta lo imposible para reducir su operación y tratar así de alargar su vida útil.
Una lástima porque en Venezuela el orgullo patrio se exaltó hasta alturas inconmensurables con la posibilidad de disponer de un satélite propio. Un orgullo costoso. Pero para muchos venezolanos, incluido Hugo Chávez, el costo o la rentabilidad es lo de menos. El dinero de petróleo está ahí para eso: para botarlo, en este caso no a la caneca sino al infinito espacio.
(No, no es un chiste: la Venezuela del gobierno de Chávez produce cada vez menos e importa cada vez más, pero dizque va a producir satélites).
El satélite fabricado por la empresa china Great Wall Industries y que pesa más de 6 toneladas fue lanzado en octubre de 2008 con la esperanza de llevar telefonía, Internet y toda clase de servicios básicos de telecomunicaciones a Venezuela y América Latina. Sin embargo, actualmente se encuentra operando a la mitad de su capacidad por diversos problemas en sus paneles solares.
Obviamente el gobierno de Venezuela, al que todo le falla, no acepta que haya serios problemas con la operatividad del satélite. En cierta ocasión, para demostrar que no había problemas lo hizo trabajar en forma forzada, lo que redujo su vida útil.
Hoy en día sólo transmite las señales de Telesur Internacional, VTV y Vive TV y se presta para la transmisión de audio de Radio Nacional de Venezuela. De vez en cuando se abren frecuencias para subir material en VTV y las cadenas venezolanas, pero que no son más que retransmisiones que se montan en el satélite privado norteamericano NSS 806, que es el que se usa en la mayoría de las comunicaciones de América Latina. Todo lo demás que necesita Venezuela en materia de servicios de telecomunicaciones se hace a través de satélites privados.
Las perspectivas del Satélite Venesat-1 son similares a las del satélite de Nigeria, que ya no está en servicio. Este último funcionó unos meses puesto que fue utilizado en 80% de su capacidad, lo que acabó aceleradamente con su vida útil. En el caso de Venezuela, últimamente el gobierno ha hecho hasta lo imposible para reducir su operación y tratar así de alargar su vida útil.
Una lástima porque en Venezuela el orgullo patrio se exaltó hasta alturas inconmensurables con la posibilidad de disponer de un satélite propio. Un orgullo costoso. Pero para muchos venezolanos, incluido Hugo Chávez, el costo o la rentabilidad es lo de menos. El dinero de petróleo está ahí para eso: para botarlo, en este caso no a la caneca sino al infinito espacio.