El mismo formato de respuesta ante el fracaso de Fidel Castro, de Hugo Chávez y de otros comunistas con responsabilidades indelegables.
Según Maradona, Julio Grondona presidente de la AFA (Asociación de Fútbol Argentino) le mintió y Salvador Bilardo (secretario de la AFA) lo traicionó. Para él, su salida obedeció a las oscuras maniobras de estos personajes y no a su fracaso en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Le pronosticó lo peor a su eventual reemplazo.
De hecho, no se ha dado por enterado que fracasó como entrenador de la selección de su país. Si los resultados no se dieron fue por culpa ajena. Sólo le ha faltado responsabilizar al “imperio” por lo sucedido.
Como si lo anterior fuera poco, todavía como entrenador de la selección, se involucró estúpidamente en el conflicto entre Colombia y Venezuela, violando el protocolo FIFA de separación entre deporte y política.
Otros entrenadores que no obtuvieron buenos resultados en el Mundial renunciaron, sin que nadie les hiciera la solicitud. Tal fue el caso de Dunga. Después de la eliminación de Brasil ante Holanda, reconoció de inmediato su responsabilidad y presentó su carta de renuncia.
Pero para un comunistoide la palabra renuncia no existe. El fracaso es resultado de confabulaciones y conspiraciones de enemigos y por lo tanto, no debe dar lugar a rectificaciones, ni mucho menos a renuncias.
El problema para la AFA, además de la falta de criterio de Maradona como director técnico y de la poca acogida que tuvo en varios de los jugadores clave, fue que al no haber llegado la selección a la final del Mundial, no recibió el correspondiente premio en dinero. Maradona, y la inmensa burocracia de asistentes que montó a su alrededor, se volvieron demasiado onerosos para la entidad rectora del fútbol argentino.
Este argumento “capitalista” y que está relacionado con su fracaso, fue determinante para la decisión de su despido. Pero para Maradona se trata de un criterio despreciable. Como buen comunistoide, el tema de los costos no es problema suyo. Alguien más diferente al responsable debe sobrellevarlos.
Como si lo anterior fuera poco, todavía como entrenador de la selección, se involucró estúpidamente en el conflicto entre Colombia y Venezuela, violando el protocolo FIFA de separación entre deporte y política.
Otros entrenadores que no obtuvieron buenos resultados en el Mundial renunciaron, sin que nadie les hiciera la solicitud. Tal fue el caso de Dunga. Después de la eliminación de Brasil ante Holanda, reconoció de inmediato su responsabilidad y presentó su carta de renuncia.
Pero para un comunistoide la palabra renuncia no existe. El fracaso es resultado de confabulaciones y conspiraciones de enemigos y por lo tanto, no debe dar lugar a rectificaciones, ni mucho menos a renuncias.
El problema para la AFA, además de la falta de criterio de Maradona como director técnico y de la poca acogida que tuvo en varios de los jugadores clave, fue que al no haber llegado la selección a la final del Mundial, no recibió el correspondiente premio en dinero. Maradona, y la inmensa burocracia de asistentes que montó a su alrededor, se volvieron demasiado onerosos para la entidad rectora del fútbol argentino.
Este argumento “capitalista” y que está relacionado con su fracaso, fue determinante para la decisión de su despido. Pero para Maradona se trata de un criterio despreciable. Como buen comunistoide, el tema de los costos no es problema suyo. Alguien más diferente al responsable debe sobrellevarlos.