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Han sido presentados como un eficaz instrumento para combatir la pobreza. Los resultados de las experiencias en diferentes países con estos programas no son especialmente alentadores.
 
Tal como lo comenta David Roodman en una columna titulada “Microcredit has been Overhyped” en el Washington Post, estos programas de microcréditos rara vez han transformado las vidas de sus supuestos beneficiarios. Roodman señala que ninguna propuesta de desarrollo económico ha tenido tanta acogida en los últimos 50 años como la de los microcréditos. Pocas iniciativas han recibido tanto apoyo de entidades como el Banco Mundial, el BID y otras de ayuda multilateral y bilateral. Incluso en 2006 el microcrédito se convirtió en la única idea de desarrollo económico en recibir el Premio Nobel de Paz en cabeza de Muhammad Yunus y del Grameen Bank por sus labores en Bangladesh.

Pero Roodman señala que ya ha pasado suficiente tiempo como para explorar con objetividad el impacto de estos programas de microcrédito. Pues bien, los estudios que se realizaron sobre este particular en los años ochenta y noventa parecían demostrar que los beneficiarios del microcrédito obtenían con el paso del tiempo mayores ingresos. De ahí se concluyó que estos programas si contribuían a reducir la pobreza.

Sin embargo, todos estos estudios tenían un problema: no indagaban cuáles eran las causas detrás del mayor ingreso de quienes había sido los mas exitosos beneficiarios del microcrédito. En particular, si el crédito tenía el efecto de reducir la pobreza de los beneficiarios, o si los exitosos simplemente eran desde el inicio menos pobres y mas emprendedores.

Más recientemente se han sofisticado los estudios. En éstos, se ha experimentado con los programas de microcrédito ofreciendo al azar en una comunidad préstamos a algunas personas y a otras no. Y luego observando como evolucionaron entre unos y otros distintos ndicadores de pobreza como gasto familiar y asistencia a la escuela por parte de los hijos.

Los resultados del primero de estos estudios aparecieron en 2009 y se refieren al realizado por economistas de MIT en la ciudad de Hyderabad en India. Aunque los microcréditos indujeron inicialmente la creación de algunas microempresas y contribuyeron a elevar el ingreso de otras ya en operación, al cabo de 18 meses no se pudo identificar impacto alguno positivo en ninguno de los indicadores empleados para medir el nivel de pobreza.

Según lo reporta Roodman, este mismo resultado fue el mismo de otro estudio realizado por los economistas Dean Karlan y Jonathan Zinman en Manila (Filipinas). Ellos constataron que no se presentó un mejor desempeño a mediano plazo entre los receptores de los microcréditos frente a quienes no los recibieron.

En otros lugares donde se ensayaron programas masivos de microcréditos como Bosnia, Pakistán, Marruecos y Nicaragua, se encontró que el comportamiento era similar al de las burbujas financieras. Es decir, una elevadísima cartera morosa a los dos o tres años de iniciados los programas.

En realidad, todas estas experiencias muestran la necesidad de actuar con prudencia en el diseño y ejecución de estos programas. Quizás lo más importante en el caso de las comunidades mas pobres sea el de iniciarlas en el manejo de cuentas bancarias y de ahorros, antes que comprometerlas con préstamos que de todas maneras deben repagar. O sea llevarles servicios financieros básicos con anterioridad al otrogamiento de préstamos. Incluso, si de subsidios se trata, parecería más conveniente ofrecerles tasas de interés más altas que las del mercado u otros estímulos para premiarles sus depósitos o ahorros y el buen manejo de sus cuentas, en lugar de subsidios a través de las condiciones de los préstamos.

En el caso de microempresarios ya establecidos se aplicaría un principio similar. Antes que préstamos, subsidiarles programas de capacitación contable y comercial, así como la adquisición de seguros básicos durante uno o dos años. Ayudarlos con el registro y formalización de sus negocios. Levantarles regulaciones que encarecen esa formalización. Y solo después que se vean resultados en cuanto al fortalecimiento y sofisticación de sus negocios, pensar en pequeños créditos y no necesariamente subsidiados.

Es importante que los microempresarios se hagan a la idea que los créditos no son un regalo y que son arma de doble filo porque hay que cancelarlos de vuelta. Muchos programas de microcrédito se presentan como la panacea y crean entre los beneficiaros unas ilusiones que no guardan relación con las duras realidades del mundo de los negocios. La frustración de esas ilusiones ha producido desde suicidios hasta perturbaciones mentales permanentes que agravan los problemas de pobreza.

Porque, al final de cuentas, cualquiera que sea el entorno de abundancia o de escasez de recursos en que se muevan, los empresarios que finalmente surgen y salen adelante son los menos, y los que finalmente se quedan a la vera del camino son los mas.

(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).