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No han acertado en predecir el impacto de las emisiones de CO2 en el clima. Todos los pronósticos de estos modelos han fallado.
 
En una columna “Global Warming Models Are Wrong Again” publicada en el Wall Street Journal el profesor de física de Princeton University William Happer señala que casi nada ha pasado con el clima en los últimos 10 años, no obstante el aumento de las emisiones de CO2 en la atmósfera. Tal conclusión se desprende de los datos mensuales compilados por University of Alabama sobre las temperaturas en la atmósfera baja y cuya fuente es la información satelital de la NASA. Esta información puede verse en


Obviamente que la carencia de un calentamiento estadísticamente significativo en la última década ha sido un gran golpe para los histéricos del cambio climático. Todos sus catastróficos pronósticos simplemente no se han dado, ni la tendencia muestra que aquellos a mas largo plazo se vayan a cumplir.

Happer aclara que el CO2 no es propiamente un contaminante atmosférico. La vida en la tierra ha prosperado por cientos de millones de años con niveles mas altos de CO2 que los prevalecientes hoy en día. Un incremento en los niveles de CO2 redunda en beneficios netos porque las plantas crecen mejor y se vuelven mas resistentes a las sequías y porque su impacto sobre el calentamiento y otros efectos perniciosos han sido absurdamente exagerados por los pontífices del tema.

Un estimativo mas realista, según Happer, es el que sugiere que doblando los niveles de CO2 en la atmósfera se causa un calentamiento de un grado Celsius en la temperatura del planeta. Los modelos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC sigla en inglés) predicen un calentamiento mucho mayor, de por lo menos tres grados Celsius, entre otras porque suponen modificaciones en el vapor de agua o nubes que amplifican el calentamiento proveniente del CO2. La evidencia hasta ahora muestra sin lugar a equívocos que este otro efecto ha sido sobre valorado en estos modelos.

De hecho, Happer indica que ha existido un calentamiento promedio cercano a 0.8 grados Celsius desde el final de la pequeña edad de hielo en el Siglo XIX. Pero ese calentamiento tuvo lugar primordialmente antes de que las emisiones de CO2 producidas por el hombre aumentaran significativamente, lo cual lleva a pensar que otras causas naturales, ajenas a la actividad humana, han intervenido en este proceso.

Muchos histéricos del cambio climático, frustrados por el fracaso predictivo de sus modelos, han argumentado que las crecientes emisiones de CO2 están produciendo fenómenos climáticos extremos. Creen respaldarse en las noticias que se ven y se escuchan a nivel planetario, ahora mucho mas notorias que antes, acerca de ciclones, tornados, inundaciones y sequías en distintos lugares.

Pero el hecho de que estos fenómenos aparezcan ahora registrados en las noticias, no significa que antes no se daban. Simplemente antes no se registraban con la acuciosidad de ahora. Ello no obsta para que un sinnúmero de personas se impresionen al observar por televisión las calamidades producidas por un invierno o verano fuerte y crean ingenuamente que ellas se originan en el cambio climático.

Pues no hay nada que pruebe que ello sea así. Desde que agencias como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA sigla en inglés) llevan un pormenorizado registro de la evolución del clima, se han presentado inmensas fluctuaciones en la magnitud de los inviernos y de los veranos. Épocas de mas tornados y mas ciclones, de mas frío o calor, han coexistido con épocas de inusual poca actividad en estos frentes. No se ha encontrado que estos fenómenos climáticos extremos hayan aumentado o disminuido en las últimas décadas, y mucho menos que estén relacionados con las mayores emisiones de CO2 producidas por el hombre.

Hasta ahora, entonces, los histéricos del cambio climático, con la carga de la prueba a sus espaldas, han salido pésimamente librados. Sus fragrantes exageraciones han favorecido a dudosos intereses comerciales y han convencido a mentes light y faranduleras de que se trata de una noble causa por la cual luchar. Han adoptado una postura política que nada tiene que ver con la ciencia.

Si las observaciones no concuerdan con las predicciones de los modelos, es porque está equivocado el fundamento científico de las teorías que los sustentan. Esto es lo importante y no la bullaranga emocional con la cual muchos pretenden abordar el tema del cambio climático.

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