Es el único país de importancia en el planeta sin fuerzas armadas. Posee un Ministerio de Seguridad Pública con unas enclenques direcciones de policía, guardacostas y vigilancia aérea.
Los otros países sin fuerzas armadas no son países sino seudo paisitos. Se trata de Grenada, Kiribati, Leichstein, Islas Marshall, Estados Federales de Micronesia, Nauru, Palau, Santa Lucía, San Vicente, Samoa, Islas Solomon, Tuvalu, y Ciudad Vaticano. Muchos de ellos son pequeñas islas que, a diferencia de Costa Rica, tienen acuerdos con Estados Unidos y Australia para que los defiendan en caso de necesitarlo.
Ahora bien, en el caso de Costa Rica, la única fuerza pública que tiene un status administrativo y logístico superior es la llamada Dirección General Policía de Tránsito. Nadie duda del profesionalismo y eficacia de esta fuerza. Está bien equipada para cumplir su función.
Luego se encuentra la Policía Costa Rica adscrita al Ministerio de Seguridad Pública. Cuenta con un poco más de 10.000 policías (de los cuales son realmente operativos menos de la mitad). La Presidente Laura Chinchilla, en agosto de 2010, manifestó que su país necesitaba por lo menos 20.000 a 25.000 policías (más del doble de lo actual). Pero Chinchilla no se refirió a la capacitación y equipamiento, los que dejan mucho que desear. Tampoco la Presidente abordó el tema de la necesidad de especializarla aún más, o sea de crear fuerzas elite para combatir delitos que se han salido de control.
Por otro lado, está la Dirección Servicio Nacional de Guardacostas también adscrito al Ministerio de Seguridad. Aunque no se encontró información sobre el número de unidades navales con que dispone esta Dirección, lo cierto es que son completamente insuficientes para un país con 1.228 kilómetros de costas (y ríos como el Colorado). Para lo único que sirven, a la hora de la verdad, es para realizar una que otra operación de rescate.
Finalmente está la Dirección Servicio Vigilancia Aérea. Cuenta con 2 aviones de transporte, 8 avionetas (3 Cessna y 4 Piper), y dos pequeños helicópteros MD500E. Es un chiste pretender hacer vigilancia aérea con estas aeronaves en un país de 51.000 kilómetros cuadrados y con un extenso territorio marítimo por tener costas sobre dos océanos.
En resumen, Costa Rica no tiene los medios para combatir la delincuencia y hacer respetar su soberanía. ¿Cómo es posible que un país de esa importancia, que según el Banco Mundial tiene un PIB (PPA) per cápita (PPA) de US$11.122, uno de los más altos de América Latina, no disponga de una fuerza pública digna? Es decir, de una fuerza pública bien equipada y preparada, tal como en el caso de su policía de transito.
¿Acaso Costa Rica pretende que otros países gasten sus recursos para defenderla? Si se tratara de Haití o de una pequeña isla, esa pretensión haría sentido. Pero es un país relativamente grande y rico. Le corresponde a los ticos hacer el esfuerzo financiero requerido para sostener unas fuerzas públicas dignas.
¿O será que Costa Rica no es lo suficientemente civilizado para lidiar con unas fuerzas públicas, que aunque pequeñas, sean fuertes y eficaces? No parecería ser el caso puesto que es un país que se enorgullece, con razón, de sus altos niveles educativos y elevada cultura cívica.
Por donde se analice el tema, no hay una disculpa valedera para justificar el actual status quo, excepto por el obstinado y anacrónico apego de su clase dirigente a la decisión que se tomó en 1948 de eliminar el ejército, cuando las circunstancias políticas, económicas y sociales eran completamente distintas.
Ahora bien, en el caso de Costa Rica, la única fuerza pública que tiene un status administrativo y logístico superior es la llamada Dirección General Policía de Tránsito. Nadie duda del profesionalismo y eficacia de esta fuerza. Está bien equipada para cumplir su función.
Luego se encuentra la Policía Costa Rica adscrita al Ministerio de Seguridad Pública. Cuenta con un poco más de 10.000 policías (de los cuales son realmente operativos menos de la mitad). La Presidente Laura Chinchilla, en agosto de 2010, manifestó que su país necesitaba por lo menos 20.000 a 25.000 policías (más del doble de lo actual). Pero Chinchilla no se refirió a la capacitación y equipamiento, los que dejan mucho que desear. Tampoco la Presidente abordó el tema de la necesidad de especializarla aún más, o sea de crear fuerzas elite para combatir delitos que se han salido de control.
Por otro lado, está la Dirección Servicio Nacional de Guardacostas también adscrito al Ministerio de Seguridad. Aunque no se encontró información sobre el número de unidades navales con que dispone esta Dirección, lo cierto es que son completamente insuficientes para un país con 1.228 kilómetros de costas (y ríos como el Colorado). Para lo único que sirven, a la hora de la verdad, es para realizar una que otra operación de rescate.
Finalmente está la Dirección Servicio Vigilancia Aérea. Cuenta con 2 aviones de transporte, 8 avionetas (3 Cessna y 4 Piper), y dos pequeños helicópteros MD500E. Es un chiste pretender hacer vigilancia aérea con estas aeronaves en un país de 51.000 kilómetros cuadrados y con un extenso territorio marítimo por tener costas sobre dos océanos.
En resumen, Costa Rica no tiene los medios para combatir la delincuencia y hacer respetar su soberanía. ¿Cómo es posible que un país de esa importancia, que según el Banco Mundial tiene un PIB (PPA) per cápita (PPA) de US$11.122, uno de los más altos de América Latina, no disponga de una fuerza pública digna? Es decir, de una fuerza pública bien equipada y preparada, tal como en el caso de su policía de transito.
¿Acaso Costa Rica pretende que otros países gasten sus recursos para defenderla? Si se tratara de Haití o de una pequeña isla, esa pretensión haría sentido. Pero es un país relativamente grande y rico. Le corresponde a los ticos hacer el esfuerzo financiero requerido para sostener unas fuerzas públicas dignas.
¿O será que Costa Rica no es lo suficientemente civilizado para lidiar con unas fuerzas públicas, que aunque pequeñas, sean fuertes y eficaces? No parecería ser el caso puesto que es un país que se enorgullece, con razón, de sus altos niveles educativos y elevada cultura cívica.
Por donde se analice el tema, no hay una disculpa valedera para justificar el actual status quo, excepto por el obstinado y anacrónico apego de su clase dirigente a la decisión que se tomó en 1948 de eliminar el ejército, cuando las circunstancias políticas, económicas y sociales eran completamente distintas.