Y lo mismo le está pasando a los comentaristas de los temas financieros. Están mareados con la volatilidad actual en los precios de las acciones y de los productos básicos.
Los precios internacionales del petróleo y de varios metales, así como las cotizaciones de las acciones, empezaron a tambalearse a partir de finales de abril de 2011. El desplome ha sido especialmente dramático en agosto de 2011. En realidad, ha sido un desplome como no se veía desde comienzos de la crisis de septiembre de 2008. (Y mención aparte merecen los precios de la finca raíz, que no han dejado de caer desde la primera crisis).
En medio de ese vertiginoso descenso, hay ciertamente repuntes (o rebotes). Pero el problema es que estos repuntes (o rebotes) no han sido suficientes para alterar la tendencia negativa que traen los mercados.
Sin embargo, no todo cae. Por ejemplo, entre más se han desplomado los precios de algunos productos básicos y de las acciones, entre más desanimada la finca raíz, entre más bajos los rendimientos de los bonos, mayores los aumentos en el precio del inefable e insustituible ORO. Es una de esas extrañas y perennes leyes de la economía la que estipula que en tiempos de incertidumbre y contracción, en tiempos de desconfianza en las monedas, el oro se convierte en el más seguro de los refugios.
Como sea, lo cierto es que hay una creciente sensación de volatilidad. De inestabilidad, por ponerlo de otra manera. Por ejemplo, los siguientes son algunos titulares que aparecieron el 11 de agosto al final del día (la mayoría de los cuales en www.realclearmarkets.com):
En medio de ese vertiginoso descenso, hay ciertamente repuntes (o rebotes). Pero el problema es que estos repuntes (o rebotes) no han sido suficientes para alterar la tendencia negativa que traen los mercados.
Sin embargo, no todo cae. Por ejemplo, entre más se han desplomado los precios de algunos productos básicos y de las acciones, entre más desanimada la finca raíz, entre más bajos los rendimientos de los bonos, mayores los aumentos en el precio del inefable e insustituible ORO. Es una de esas extrañas y perennes leyes de la economía la que estipula que en tiempos de incertidumbre y contracción, en tiempos de desconfianza en las monedas, el oro se convierte en el más seguro de los refugios.
Como sea, lo cierto es que hay una creciente sensación de volatilidad. De inestabilidad, por ponerlo de otra manera. Por ejemplo, los siguientes son algunos titulares que aparecieron el 11 de agosto al final del día (la mayoría de los cuales en www.realclearmarkets.com):
“Wall Street ruge en su devuelta, pero las ventas de acciones pueden retornar”
“En lo que ha sido la semana más brutal desde 2008...”
“Detrás de las monstruosas variaciones del mercado hay causas reales para preocuparse”
“No hay lugar para el pánico. Esto no es 2008”
“Siete razones que explican porque los mercados de acciones están tan volátiles”
“La esquizofrenia de las acciones: ¿Qué le está pasando a mi dinero?”
“El única luz que brilla en el horizonte: ¿Podrán seguir creciendo las ganancias?”
“Estados Unidos no es como Grecia”
“¿Qué puede reemplazar al dólar?”
“¿Estamos en camino hacia otro paquete de salvamento?”
“¿Queda suficiente dinero para salvar a los bancos?”
“Los bancos de Francia se enfrentan a la guillotina”
Traslucen desconcierto y perplejidad estos titulares. Dejan entrever preocupaciones y dudas existenciales similares a las que se escucharon por la misma época en 2008. Si fuera sólo por esto diríamos que estamos en la antesala de una crisis como la de hace tres años. Cuesta mucho trabajo pensar que ahora que le llegó la “era de la austeridad” a las economías más grandes del planeta, no sea inevitable una desaceleración económica global, e incluso un decrecimiento en Estados Unidos, Comunidad Europea y Japón.
“En lo que ha sido la semana más brutal desde 2008...”
“Detrás de las monstruosas variaciones del mercado hay causas reales para preocuparse”
“No hay lugar para el pánico. Esto no es 2008”
“Siete razones que explican porque los mercados de acciones están tan volátiles”
“La esquizofrenia de las acciones: ¿Qué le está pasando a mi dinero?”
“El única luz que brilla en el horizonte: ¿Podrán seguir creciendo las ganancias?”
“Estados Unidos no es como Grecia”
“¿Qué puede reemplazar al dólar?”
“¿Estamos en camino hacia otro paquete de salvamento?”
“¿Queda suficiente dinero para salvar a los bancos?”
“Los bancos de Francia se enfrentan a la guillotina”
Traslucen desconcierto y perplejidad estos titulares. Dejan entrever preocupaciones y dudas existenciales similares a las que se escucharon por la misma época en 2008. Si fuera sólo por esto diríamos que estamos en la antesala de una crisis como la de hace tres años. Cuesta mucho trabajo pensar que ahora que le llegó la “era de la austeridad” a las economías más grandes del planeta, no sea inevitable una desaceleración económica global, e incluso un decrecimiento en Estados Unidos, Comunidad Europea y Japón.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).