La declaratoria de una moratoria de 6 meses de la deuda de Dubai World estremeció a todos los mercados financieros internacionales.
La deuda de Dubai World asciende a US$60.000 millones. Se trata de un conglomerado estatal del emirato árabe que canaliza inversiones en transporte y logística, desarrollo urbano, servicios financieros y servicios marítimos.
Al conglomerado están adscritos DP World, una de las compañías portuarias más grandes del planeta. También lo está Nakheel, promotor de megaproyectos inmobiliarios como el edificio más alto del mundo y The Palm o The World, un complejo de islas en el Golfo Pérsico donde han comprado famosos como el actor Brad Pitt y el futbolista David Beckham. Igualmente el aeropuerto Dubai World Central que, con una capacidad de 120 millones de pasajeros al año, es tal vez el mayor del mundo.
Su área financiera tiene una serie de participaciones en bancos de la región y en entidades y empresas extranjeras. Por ejemplo, posee el 25% de banco británico Standard Chartered, el 20% en el Circo del Sol y un porcentaje importante en la compañía de spa de lujo Espa International.
Se estima que la deuda total de Dubai (incluido Dubai World) asciende a US$88.000 millones, de los cuales casi la mitad es de bancos europeos. A su vez, su vecino Abu Dhabi, el más rico de los emiratos y benefactor de Dubai, tiene una deuda de US$90.000 millones. La situación financiera de Abu Dhabi no es la más holgada, por lo que está en duda su capacidad de rescatar a Dubai. De hecho, lo que más preocupó del sorpresivo anuncio de la moratoria de Dubai World fue que puso en evidencia la decisión de Abu Dhabi de abstenerse a cualquier rescate.
Aparte del posible impacto de la moratoria sobre los balances de instituciones financieras europeas y asiáticas principalmente, es previsible recortes sustanciales en los programas de infraestructura de los dos emiratos. Se había programado cerca de US$600.000 millones en obras civiles, en las que estaban interesadas firmas de todas partes del mundo.
Pero, además, los problemas de Dubai trajeron consigo, al menos a corto plazo, un retraimiento del apetito de los inversionistas internacionales por los mercados emergentes. En 2009, las bolsas asiáticas y de América Latina han tenido un mejor desempeño que las de Estados Unidos y Europa. También un componente significativo del financiamiento internacional se ha dirigido hacia países de estos dos continentes. Diferentes analistas coinciden que después de Dubai, los inversionistas se volverán mucho más selectivos en relación con los mercados emergentes.
Como sea, Dubai le asestó un golpe a las expectativas de una rápida recuperación de la economía mundial. Demostró que en todas partes se cuecen habas. Que ni siquiera un pequeño país con un PIB de US$75.000 millones y una población de apenas 1.5 millones, está exento a un desplome financiero. Definitivamente el derroche no tiene límites.
Al conglomerado están adscritos DP World, una de las compañías portuarias más grandes del planeta. También lo está Nakheel, promotor de megaproyectos inmobiliarios como el edificio más alto del mundo y The Palm o The World, un complejo de islas en el Golfo Pérsico donde han comprado famosos como el actor Brad Pitt y el futbolista David Beckham. Igualmente el aeropuerto Dubai World Central que, con una capacidad de 120 millones de pasajeros al año, es tal vez el mayor del mundo.
Su área financiera tiene una serie de participaciones en bancos de la región y en entidades y empresas extranjeras. Por ejemplo, posee el 25% de banco británico Standard Chartered, el 20% en el Circo del Sol y un porcentaje importante en la compañía de spa de lujo Espa International.
Se estima que la deuda total de Dubai (incluido Dubai World) asciende a US$88.000 millones, de los cuales casi la mitad es de bancos europeos. A su vez, su vecino Abu Dhabi, el más rico de los emiratos y benefactor de Dubai, tiene una deuda de US$90.000 millones. La situación financiera de Abu Dhabi no es la más holgada, por lo que está en duda su capacidad de rescatar a Dubai. De hecho, lo que más preocupó del sorpresivo anuncio de la moratoria de Dubai World fue que puso en evidencia la decisión de Abu Dhabi de abstenerse a cualquier rescate.
Aparte del posible impacto de la moratoria sobre los balances de instituciones financieras europeas y asiáticas principalmente, es previsible recortes sustanciales en los programas de infraestructura de los dos emiratos. Se había programado cerca de US$600.000 millones en obras civiles, en las que estaban interesadas firmas de todas partes del mundo.
Pero, además, los problemas de Dubai trajeron consigo, al menos a corto plazo, un retraimiento del apetito de los inversionistas internacionales por los mercados emergentes. En 2009, las bolsas asiáticas y de América Latina han tenido un mejor desempeño que las de Estados Unidos y Europa. También un componente significativo del financiamiento internacional se ha dirigido hacia países de estos dos continentes. Diferentes analistas coinciden que después de Dubai, los inversionistas se volverán mucho más selectivos en relación con los mercados emergentes.
Como sea, Dubai le asestó un golpe a las expectativas de una rápida recuperación de la economía mundial. Demostró que en todas partes se cuecen habas. Que ni siquiera un pequeño país con un PIB de US$75.000 millones y una población de apenas 1.5 millones, está exento a un desplome financiero. Definitivamente el derroche no tiene límites.