Uno de los aspectos críticos de la evolución de la economía global en 2012 es la desaceleración de la economía china. No hay un consenso sobre qué tan fuerte será.
La falta de información estadística confiable proporcionada por un régimen cerrado y manipulador dificulta llegar a conclusiones definitivas. Es decir, solamente se tienen datos parciales, indicios incompletos, de lo que pueda estar sucediendo en la segundo economía en tamaño del planeta.
Según las cifras oficiales, el crecimiento del PIB durante el cuarto trimestre de 2011 fue de 8,9%, aunque todavía alto, inferior al de trimestres anteriores que bordeaba 10%.
Para analistas como Ambrose Evans-Pritchard del Daily Telegraph, esta última cifra de crecimiento es sospechosa si se tienen en cuenta datos como las importaciones de China provenientes de Japón y Taiwan, así como los índices de volumen de carga con destino a ese país, todos los cuales muestran descensos en los últimos meses del año.
Los precios internacionales del cobre, que son altamente sensibles a la demanda de China, cayeron mas de 25% en el segundo semestre de 2011 frente a los picos del primer semestre (aunque se han recuperado ligeramente en los primeros días de 2012).
Por otro lado, el consumo de electricidad no aumentó mayormente en el último trimestre, al tiempo que se ha contraído la inversión en edificación urbana, conjuntamente con los precios de la finca raíz.
Evans-Pritchard sostiene que la pasada burbuja de crédito en finca raíz fue superior a 100% del PIB, o sea el doble en términos relativos de la que experimentó Estados Unidos durante 2002–2007.
A su vez, el dinamismo económico reciente de China se apoyó en cuantiosas inversiones en infraestructura, muchas de las cuales permanecen subutilizadas. De hecho, el sesgo a favor de la inversión en esa economía es tal que el consumo solamente representa 36% del PIB, cuando en otros países emergentes supera 60% del PIB.
La razón por la cual el consumo es tan bajo, no es por los elevados ahorros de los hogares chinos, sino porque los salarios son bajos. La participación del factor trabajo en el PIB es muy reducida, y toda la economía está distorsionada a favor de una inversión que actualmente luce excesiva dado el nivel de desarrollo y calidad de vida de la población.
Así las cosas, no parecería que China disponga actualmente del margen de maniobra para contrarrestar el impacto de una recesión en Europa (el principal destino de sus exportaciones) y de una desaceleración en otras regiones del planeta, tal como si lo tuvo en 2008–2009 cuando el gobierno promovió la creación de una burbuja de finca raíz y un boom de inversión pública en infraestructura.
Es más, después de las políticas contra cíclicas de 2008–2009 la economía china quedó con altos niveles de endeudamiento público y privado y con elevados déficit fiscales. De manera que podrían estar equivocados los más optimistas sobre lo suave que será el aterrizaje de esta economía durante 2012–2013.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Según las cifras oficiales, el crecimiento del PIB durante el cuarto trimestre de 2011 fue de 8,9%, aunque todavía alto, inferior al de trimestres anteriores que bordeaba 10%.
Para analistas como Ambrose Evans-Pritchard del Daily Telegraph, esta última cifra de crecimiento es sospechosa si se tienen en cuenta datos como las importaciones de China provenientes de Japón y Taiwan, así como los índices de volumen de carga con destino a ese país, todos los cuales muestran descensos en los últimos meses del año.
Los precios internacionales del cobre, que son altamente sensibles a la demanda de China, cayeron mas de 25% en el segundo semestre de 2011 frente a los picos del primer semestre (aunque se han recuperado ligeramente en los primeros días de 2012).
Por otro lado, el consumo de electricidad no aumentó mayormente en el último trimestre, al tiempo que se ha contraído la inversión en edificación urbana, conjuntamente con los precios de la finca raíz.
Evans-Pritchard sostiene que la pasada burbuja de crédito en finca raíz fue superior a 100% del PIB, o sea el doble en términos relativos de la que experimentó Estados Unidos durante 2002–2007.
A su vez, el dinamismo económico reciente de China se apoyó en cuantiosas inversiones en infraestructura, muchas de las cuales permanecen subutilizadas. De hecho, el sesgo a favor de la inversión en esa economía es tal que el consumo solamente representa 36% del PIB, cuando en otros países emergentes supera 60% del PIB.
La razón por la cual el consumo es tan bajo, no es por los elevados ahorros de los hogares chinos, sino porque los salarios son bajos. La participación del factor trabajo en el PIB es muy reducida, y toda la economía está distorsionada a favor de una inversión que actualmente luce excesiva dado el nivel de desarrollo y calidad de vida de la población.
Así las cosas, no parecería que China disponga actualmente del margen de maniobra para contrarrestar el impacto de una recesión en Europa (el principal destino de sus exportaciones) y de una desaceleración en otras regiones del planeta, tal como si lo tuvo en 2008–2009 cuando el gobierno promovió la creación de una burbuja de finca raíz y un boom de inversión pública en infraestructura.
Es más, después de las políticas contra cíclicas de 2008–2009 la economía china quedó con altos niveles de endeudamiento público y privado y con elevados déficit fiscales. De manera que podrían estar equivocados los más optimistas sobre lo suave que será el aterrizaje de esta economía durante 2012–2013.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).