En noviembre de 2008, los precios al consumidor de Colombia aumentaron 0,28% y la inflación anual se situó en 7,73%. Aunque hubo una mejora en relación con noviembre de 2007, la inflación anual es la más alta desde noviembre de 2001.

 

Nuevamente fueron los precios de los alimentos los que más crecieron (0,50%). Los precios de los cereales y productos de panadería se incrementaron en 4,06% impulsados por la mayor devaluación del peso frente al dólar. La demanda de Venezuela incidió en los pecios de lácteos, huevos y grasas (0,65%), así como en los de carnes y derivados de carnes (0,57%). Los precios de la papa y del tomate, por el contrario, experimentaron un descenso de 7% y 6,69%, respectivamente.

Vivienda y gastos varios fueron otros renglones cuyos precios se colocaron por encima del promedio, mientras que los de vestuario y cultura y esparcimiento registraron una disminución.

En realidad, actuamente están operando dos fuerzas opuestas sobre la inflación. La desaceleración económica tiene a desacelerarla, en tanto que la devaluación tiene el impacto opuesto. En la medida que los precios internacionales de los productos de importación caigan como resultado de la recesión mundial, es posible amortiguar el efecto de la devaluación. También podría ayudar una rebaja de aranceles, pero eso no está en la agenda del actual gobierno (Colombia es el país del vecindario con los precios más altos en cuanto hace a productos importados).

Aunque se espera que en diciembre el Banco de la República tome por fin la decisión de bajar su tasa de interés, lo cierto es que todavía las autoridades no pueden cantar victoria en el frente inflacionario y eso constituye un factor adicional de incertidumbre sobre la economía colombiana. Es de anotar que hace poco el Banco de la República estableció una meta oficial de 4%-5% para la inflación de 2009.