El Distrito Capital y Coldeportes hicieron el ridículo con su propuesta para que Bogotá fuera sede de los Juegos Panamericanos 2015.
Bogotá, una de las ciudades más grandes e importantes del Continente, tuvo tres años para preparar su propuesta y hacer el lobby correspondiente. Nadie pone en duda que tiene los recursos para hacer un evento como este (Cali lo hizo en 1971). En el día de la decisión solo logró 7 votos frente a 33 de Toronto y 11 de Lima.
¿Qué falló? Todo indudablemente. Pero lo peor fue la reacción de los encargados de hacer el ridículo. La presidente de la candidatura bogotana Catalina Ramírez lo único que atinó a decirle al diario El tiempo fue “Hay que saber perder”. Por supuesto que hay que saber perder, pero jugándosela con todo.
(Esta declaración compite en profundidad con la del entrenador de fútbol colombiano Francisco Maturana quien ante los malos resultados de su equipo dijo “Perder es ganar un poco”. Según esta lógica, entre más se pierda más se gana).
El alcalde Samuel Moreno le echó la culpa de los pocos votos a la ausencia de Andrés Botero en la presidencia del Comité Olímpico Colombiano (COC). Hace un año Botero, de alto reconocimiento entre la dirigencia deportiva internacional, fue incomprensiblemente sustituido en ese cargo por Baltasar Medina, un personaje sin proyección alguna. Pero aunque el alcalde tiene algo de razón en esta apreciación, su equipo falló en todos los aspectos relacionados con la presentación de la ciudad y en el lobby frente a las otras delegaciones de países. Nada que ver, por ejemplo, con el show y el lobby que hizo Toronto.
El director de Coldeportes Everth Bustamante fue uno de los que más explicaciones tontas dio para justificar el calamitoso resultado. Una de ellas fue culpar al dinero. Dijo “Aquí lo predominante fue el dinero”. Claro, el dinero es importante, pero Bogotá y el gobierno nacional colombiano lo tienen de sobra para este tipo de eventos. Seamos francos, ¿pensaba Bustamente que la cuestión era sin dinero? Luego señaló “Esto es peor que el sistema electoral colombiano”. En su calidad de funcionario público no tiene por que hablar mal del sistema electoral del país. El hecho es que Bustamante lleva varios años en el mundo del deporte y ahora da a entender que es un ignorante de cómo se mueve “la cosa política” allí.
Por su lado, la directora del Instituto Distrital de la Recreación y el Deporte (IDRD) Ana Edurne Camacho sostuvo “Muchos de los dirigentes (de otros países) no jugaron limpio con su palabra”. ¡Ah carambas! Ana Edurne ha llegado a donde está sin saber que en cualquier elección lo importante no es la palabra sino el voto. Lo que hay que garantizar no es la palabra, que cualquiera la da porque es gratis, sino el voto el día de la votación, lo que siempre será difícil de lograr porque nunca sale gratis.
Después de leer y escuchar estas explicaciones se entiende el por qué Colombia obtuvo tan pocos votos. Ni siquiera hay una mínima auto crítica. Lo que hay que preguntarle a estos funcionarios públicos es cuánto le costó a los contribuyentes el ridículo que hicieron. ¿Cuánto gastaron en viajes, sueldos, honorarios, impresos y otros renglones, por cada uno de los 7 votos que obtuvieron? Perdón, de los 5 votos, porque Colombia como candidata tenía 2 votos.
¿Qué falló? Todo indudablemente. Pero lo peor fue la reacción de los encargados de hacer el ridículo. La presidente de la candidatura bogotana Catalina Ramírez lo único que atinó a decirle al diario El tiempo fue “Hay que saber perder”. Por supuesto que hay que saber perder, pero jugándosela con todo.
(Esta declaración compite en profundidad con la del entrenador de fútbol colombiano Francisco Maturana quien ante los malos resultados de su equipo dijo “Perder es ganar un poco”. Según esta lógica, entre más se pierda más se gana).
El alcalde Samuel Moreno le echó la culpa de los pocos votos a la ausencia de Andrés Botero en la presidencia del Comité Olímpico Colombiano (COC). Hace un año Botero, de alto reconocimiento entre la dirigencia deportiva internacional, fue incomprensiblemente sustituido en ese cargo por Baltasar Medina, un personaje sin proyección alguna. Pero aunque el alcalde tiene algo de razón en esta apreciación, su equipo falló en todos los aspectos relacionados con la presentación de la ciudad y en el lobby frente a las otras delegaciones de países. Nada que ver, por ejemplo, con el show y el lobby que hizo Toronto.
El director de Coldeportes Everth Bustamante fue uno de los que más explicaciones tontas dio para justificar el calamitoso resultado. Una de ellas fue culpar al dinero. Dijo “Aquí lo predominante fue el dinero”. Claro, el dinero es importante, pero Bogotá y el gobierno nacional colombiano lo tienen de sobra para este tipo de eventos. Seamos francos, ¿pensaba Bustamente que la cuestión era sin dinero? Luego señaló “Esto es peor que el sistema electoral colombiano”. En su calidad de funcionario público no tiene por que hablar mal del sistema electoral del país. El hecho es que Bustamante lleva varios años en el mundo del deporte y ahora da a entender que es un ignorante de cómo se mueve “la cosa política” allí.
Por su lado, la directora del Instituto Distrital de la Recreación y el Deporte (IDRD) Ana Edurne Camacho sostuvo “Muchos de los dirigentes (de otros países) no jugaron limpio con su palabra”. ¡Ah carambas! Ana Edurne ha llegado a donde está sin saber que en cualquier elección lo importante no es la palabra sino el voto. Lo que hay que garantizar no es la palabra, que cualquiera la da porque es gratis, sino el voto el día de la votación, lo que siempre será difícil de lograr porque nunca sale gratis.
Después de leer y escuchar estas explicaciones se entiende el por qué Colombia obtuvo tan pocos votos. Ni siquiera hay una mínima auto crítica. Lo que hay que preguntarle a estos funcionarios públicos es cuánto le costó a los contribuyentes el ridículo que hicieron. ¿Cuánto gastaron en viajes, sueldos, honorarios, impresos y otros renglones, por cada uno de los 7 votos que obtuvieron? Perdón, de los 5 votos, porque Colombia como candidata tenía 2 votos.