Distintos voceros de los países productores de petróleo hablan diariamente de que tomarán medidas para subir el precio. Ni en sus casas les creen.
El precio internacional del crudo está a punto de caer por debajo de US$40 barril. Desde julio el descenso ha sido de más de US$100 barril. Para un país como Venezuela, el precio que efectivamente recibe por su portafolio de crudos es ya cercano a US$30 barril y para Ecuador está actualmente por los lados de US$20 barril.
La más reciente caída se produjo cuando se supo que el consumo de petróleo de China se redujo en 3,2% en noviembre de 2008. Este país ha cortado la tasa de interés en cinco ocasiones desde septiembre en un intento por frenar lo que parece una imparable desaceleración económica.
La OPEC, que produce alrededor del 40% del total mundial, ha realizado varios recortes y cada vez que lo hace se acelera la caída en los precios. Su credibilidad está por los suelos. Parte del problema es que la disciplina dentro del cartel se está desmoronando, porque varios de sus miembros, los más pobres, simplemente no cumplen con los recortes acordados. Por otro lado, el mercado está reflejando expectativas de descensos adicionales en la demanda del crudo al considerarse que la recesión mundial no ha tocado fondo.
De manera que da risa cuando algunos de los voceros del cartel dicen que hay que hacer recortes adicionales. Ni siquiera han podido implementar los recortes establecidos y hablan de mayores recortes. Ni siquiera saben hasta dónde y por cuánto tiempo caerán las economías de los principales países consumidores y hablan de que el precio debe ser superior a US$60 barril.
Como buen cartel, trata de violentar con acciones administrativas o políticas la operación de las fuerzas de mercado. Y como buen cartel, cuando el mercado da la vuelta y ya no es uno de escasez sino de excedentes, su efectividad desaparece y su existencia se vuelve inocua. Es en ese momento cuando sus voceros causan risa, especialmente aquellos que salen a decir que lo que más le conviene al planeta es un precio mucho más alto que el actual.
De hecho, deberían estar de plácemes los miembros de la OPEC con los menores precios del petróleo. Si se mantienen en un nivel bajo por cierto tiempo se cerrarán pozos con altos costos de producción, se abandonarán los planes para desarrollar fuentes energéticas alternativas y se paralizará la inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos. Además, entre mayor la caída de los precios más rápida será la recuperación de la economía global y por lo tanto, de la demanda. Y así se sentarán las bases para otro período de precios altos en un futuro no tan lejano.
La más reciente caída se produjo cuando se supo que el consumo de petróleo de China se redujo en 3,2% en noviembre de 2008. Este país ha cortado la tasa de interés en cinco ocasiones desde septiembre en un intento por frenar lo que parece una imparable desaceleración económica.
La OPEC, que produce alrededor del 40% del total mundial, ha realizado varios recortes y cada vez que lo hace se acelera la caída en los precios. Su credibilidad está por los suelos. Parte del problema es que la disciplina dentro del cartel se está desmoronando, porque varios de sus miembros, los más pobres, simplemente no cumplen con los recortes acordados. Por otro lado, el mercado está reflejando expectativas de descensos adicionales en la demanda del crudo al considerarse que la recesión mundial no ha tocado fondo.
De manera que da risa cuando algunos de los voceros del cartel dicen que hay que hacer recortes adicionales. Ni siquiera han podido implementar los recortes establecidos y hablan de mayores recortes. Ni siquiera saben hasta dónde y por cuánto tiempo caerán las economías de los principales países consumidores y hablan de que el precio debe ser superior a US$60 barril.
Como buen cartel, trata de violentar con acciones administrativas o políticas la operación de las fuerzas de mercado. Y como buen cartel, cuando el mercado da la vuelta y ya no es uno de escasez sino de excedentes, su efectividad desaparece y su existencia se vuelve inocua. Es en ese momento cuando sus voceros causan risa, especialmente aquellos que salen a decir que lo que más le conviene al planeta es un precio mucho más alto que el actual.
De hecho, deberían estar de plácemes los miembros de la OPEC con los menores precios del petróleo. Si se mantienen en un nivel bajo por cierto tiempo se cerrarán pozos con altos costos de producción, se abandonarán los planes para desarrollar fuentes energéticas alternativas y se paralizará la inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos. Además, entre mayor la caída de los precios más rápida será la recuperación de la economía global y por lo tanto, de la demanda. Y así se sentarán las bases para otro período de precios altos en un futuro no tan lejano.