El viejo Partido Liberal de Horacio Serpa, Ernesto Samper y César Gaviria fue el primero en apoyar la candidatura de su reelección presidencial.
El evento en el que Santos fue coronado tuvo lugar en Cartagena en la convención de ese Partido (diciembre 1 de 2013). Su jefe Simón Gaviria le dijo: “cuatro años hemos visto un gobierno de talante liberal. He aquí a sus verdaderos amigos, los de siempre”. En esa convención también se eligió a Horacio Serpa como la cabeza de lista para el Senado.
Para nadie es un secreto la extracción “liberal” de Santos. Se había separado de su Partido por conveniencia en la época de los escándalos del 8.000 de la presidencia de Samper y luego durante la presidencia de Álvaro Uribe. Durante esta presidencia fundó conjuntamente con Oscar Iván Zuluaga el Partido de la U, que fue identificado por el común de los colombianos como el Partido de Uribe y que entre todos los partidos, fue el mas votado para Congreso en 2010.
Pero lo cierto es que cuando Santos resultó elegido auto proclamó a su gobierno como uno de “Unidad Nacional”. Fue lo de menos que tuviera mas que asegurada unas cómodas mayorías parlamentarias con los partidos que lo respaldaron el día de las elecciones, o sea el Partido de la U, el Partido Conservador y Cambio Radical. Sin embargo, bajo la disculpa de la “Unidad Nacional” incorporó al viejo Partido Liberal a su gobierno, dándole así un inesperado aire.
Pero ahí no paró la historia. Al tiempo que le daba una importante y creciente cuota burocrática al viejo Partido Liberal, Santos sacó por la puerta de atrás a Uribe y a sus mas inmediatos seguidores asestándole así un golpe mortal al Partido de la U, que quedó fraccionado y sin liderazgo aparente. A pocos meses de las elecciones de Congreso en 2014 este Partido anda en la búsqueda de algún reconocido ex jugador de fútbol o de alguna estrella de la farándula para que encabece su lista del Senado.
Uribe y sus seguidores se vieron forzados a fundar otro partido, el Centro Democrático, que se ha convertido en el principal grupo opositor. Antes de la elección de Santos en 2010 el viejo Partido Liberal era el principal de oposición. Resulta que al cabo de tres años y unos meses de su gobierno el viejo Partido Liberal se ha convertido en su principal apoyo, y quienes lo encumbraron a la cima del poder político son ahora sus opositores mas caracterizados.
“Vueltas que da la política”, dicen algunos. “La política es dinámica”, dicen otros. Pero los mas desencantados con las actuaciones de Santos no se les ocurre pensar en otra cosa que “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
Como sea, luego de estas movidas y del inicio de negociaciones con las Farc, Santos puede considerase digno representante de esa insidiosa tradición política que tan hábilmente personificaron los príncipes de las ciudades italianas del Renacimiento. Es una tradición en la que buena parte del esfuerzo de gobernar se destina a mover lealtades y fichas de un sitio para otro, siempre con el objetivo de mantener y promover el poder del príncipe.
Todo ese ajedrez o póker político no es necesariamente para sacar adelante obras de gobierno. El fin último no es el de gobernar con transparencia y objetivos claros sino el de mantenerse en el poder a punta de manipulaciones y cortinas de humo. Los prestigios superiores o similares son vistos como amenazas que deben ser neutralizadas, así ello implique echar por la borda antiguas alianzas. Las lealtades pasan a ocupar un lugar subordinado en medio del desbordado oportunismo que distingue a este esquema de hacer política.
Para nadie es un secreto la extracción “liberal” de Santos. Se había separado de su Partido por conveniencia en la época de los escándalos del 8.000 de la presidencia de Samper y luego durante la presidencia de Álvaro Uribe. Durante esta presidencia fundó conjuntamente con Oscar Iván Zuluaga el Partido de la U, que fue identificado por el común de los colombianos como el Partido de Uribe y que entre todos los partidos, fue el mas votado para Congreso en 2010.
Pero lo cierto es que cuando Santos resultó elegido auto proclamó a su gobierno como uno de “Unidad Nacional”. Fue lo de menos que tuviera mas que asegurada unas cómodas mayorías parlamentarias con los partidos que lo respaldaron el día de las elecciones, o sea el Partido de la U, el Partido Conservador y Cambio Radical. Sin embargo, bajo la disculpa de la “Unidad Nacional” incorporó al viejo Partido Liberal a su gobierno, dándole así un inesperado aire.
Pero ahí no paró la historia. Al tiempo que le daba una importante y creciente cuota burocrática al viejo Partido Liberal, Santos sacó por la puerta de atrás a Uribe y a sus mas inmediatos seguidores asestándole así un golpe mortal al Partido de la U, que quedó fraccionado y sin liderazgo aparente. A pocos meses de las elecciones de Congreso en 2014 este Partido anda en la búsqueda de algún reconocido ex jugador de fútbol o de alguna estrella de la farándula para que encabece su lista del Senado.
Uribe y sus seguidores se vieron forzados a fundar otro partido, el Centro Democrático, que se ha convertido en el principal grupo opositor. Antes de la elección de Santos en 2010 el viejo Partido Liberal era el principal de oposición. Resulta que al cabo de tres años y unos meses de su gobierno el viejo Partido Liberal se ha convertido en su principal apoyo, y quienes lo encumbraron a la cima del poder político son ahora sus opositores mas caracterizados.
“Vueltas que da la política”, dicen algunos. “La política es dinámica”, dicen otros. Pero los mas desencantados con las actuaciones de Santos no se les ocurre pensar en otra cosa que “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
Como sea, luego de estas movidas y del inicio de negociaciones con las Farc, Santos puede considerase digno representante de esa insidiosa tradición política que tan hábilmente personificaron los príncipes de las ciudades italianas del Renacimiento. Es una tradición en la que buena parte del esfuerzo de gobernar se destina a mover lealtades y fichas de un sitio para otro, siempre con el objetivo de mantener y promover el poder del príncipe.
Todo ese ajedrez o póker político no es necesariamente para sacar adelante obras de gobierno. El fin último no es el de gobernar con transparencia y objetivos claros sino el de mantenerse en el poder a punta de manipulaciones y cortinas de humo. Los prestigios superiores o similares son vistos como amenazas que deben ser neutralizadas, así ello implique echar por la borda antiguas alianzas. Las lealtades pasan a ocupar un lugar subordinado en medio del desbordado oportunismo que distingue a este esquema de hacer política.
El problema con este esquema es que cuando llevado al extremo como en el caso de Santos el gobernante tiende a enredarse en su propia pita y a perder el norte en su gestión de gobierno. Sus electores se confunden por cuanto terminan por no saber por quién y para qué depositaron su voto.
Para muchos de quienes votaron por Santos es inconcebible que ahora estén del mismo lado de Serpa, Samper, las Farc y de los que creen que todo es permitido en el juego de la política. Santos sencillamente los traicionó. Nunca se imaginaron que al votar por él lo estaban haciendo para revivir al viejo Partido Liberal y a las Farc. Es más, votaron por Santos para manifestarse en contra de lo que representaban y todavía representan estas dos agrupaciones.
Sin duda Santos ha tratado a muchos de sus electores como si no fueran mas que unos idiotas útiles. El único consuelo que les queda es la proximidad de las elecciones de 2014. Por lo menos ya saben por donde va el agua al molino y contra quien deben depositar su voto en esta próxima ocasión.
Sin duda Santos ha tratado a muchos de sus electores como si no fueran mas que unos idiotas útiles. El único consuelo que les queda es la proximidad de las elecciones de 2014. Por lo menos ya saben por donde va el agua al molino y contra quien deben depositar su voto en esta próxima ocasión.