No obtuvo la mayoría de los votos. Logró más diputados que la oposición gracias a un tramposo rediseño de las circunscripciones electorales.
El Concejo Nacional Electoral (CNE), que es un ente de bolsillo del gobierno, redistribuyó esas circunscripciones de manera que lugares con poca población y donde el oficialismo es mayoría, tuvieran una representación más que proporcional en la Asamblea. Con este ardid, el partido de Chávez, el PSUV, logró más diputados que los que merecía de acuerdo con la votación que sacó.
Entre otras, ese CNE, que se precia de ser un poder independiente y de administrar uno de los sistemas más moderno de votación en América Latina, sospechosamente nunca entrega oportunamente los resultados cuando le son adversos al gobierno, y sólo cuando Chávez accede a hacerlo. Los resultados en disputa por lo reñido de la votación siempre los decide a favor del oficialismo.
Entre otras, ese CNE, que se precia de ser un poder independiente y de administrar uno de los sistemas más moderno de votación en América Latina, sospechosamente nunca entrega oportunamente los resultados cuando le son adversos al gobierno, y sólo cuando Chávez accede a hacerlo. Los resultados en disputa por lo reñido de la votación siempre los decide a favor del oficialismo.
Como sea, Chávez no obtuvo la mayoría suficiente de diputados para hacer cambios de fondo en la Constitución, aunque si para pasar leyes que profundicen el camino hacía el ramplón comunismo que pretende imponer en su país. Pero al menos ahora esas leyes podrán ser debatidas por la oposición.
Lo cierto es que Venezuela sigue dividida en dos. Más de la mitad de la población rechaza el modelo político que Chávez denomina Socialismo del Siglo XXI, pero que se asemeja al comunismo que fuera ensayado sin mayor éxito en siglos anteriores en distintos lugares del planeta. Se trata de un sistema que desconoce las leyes fundamentales de la economía, que suprime las libertades políticas más preciadas, y que concentra todos los poderes en el gobernante y sus burócratas.
Cerca de la mitad de los votos, que fue lo que obtuvo Chávez, no es propiamente un mandato para hacer lo que se le venga en gana. No hay que perder de vista que para esta elección el gobierno repartió toda clase de prebendas a dirigentes del PSUV y a los electores. Que con las expropiaciones y nacionalizaciones muchos de los electores han sido incorporados a una creciente nómina oficial y que sobre ellos se ejercieron presiones para votar por el oficialismo. Es decir, que ni aún con todo el peso de un inflado y derrochador gobierno puesto a su servicio, logró el PSUV el 50% de los votos.
De ahí que la supuesta victoria de Chávez parezca derrota. Tal como alguien comentó: pocas veces después de una elección se había visto a los vencedores tan tristes y a los derrotados tan contentos.
Cerca de la mitad de los votos, que fue lo que obtuvo Chávez, no es propiamente un mandato para hacer lo que se le venga en gana. No hay que perder de vista que para esta elección el gobierno repartió toda clase de prebendas a dirigentes del PSUV y a los electores. Que con las expropiaciones y nacionalizaciones muchos de los electores han sido incorporados a una creciente nómina oficial y que sobre ellos se ejercieron presiones para votar por el oficialismo. Es decir, que ni aún con todo el peso de un inflado y derrochador gobierno puesto a su servicio, logró el PSUV el 50% de los votos.
De ahí que la supuesta victoria de Chávez parezca derrota. Tal como alguien comentó: pocas veces después de una elección se había visto a los vencedores tan tristes y a los derrotados tan contentos.