Dejó en manos de Dios la solución de una crisis que es resultado de su ineptitud y la de sus funcionarios.
Hace casi 6 meses LaNota.com proyectó que la situación eléctrica de Venezuela pasaría de castaño a oscuro por esta época. Y así sucedió.
En abril de 2009 se supo que el fenómeno climatológico de El Niño era una realidad y que países como Venezuela y Colombia iban a tener un invierno poco lluvioso en el segundo semestre de 2009 y un verano relativamente intenso a comienzos de 2010. No se trataba de El Niño más fuerte de los últimos tiempos, pero si de uno moderado-fuerte, cuyo impacto no sería despreciable.
Quienquiera que a mediados de 2009 hubiera analizado la situación de postración a la que el gobierno de Hugo Chávez había llevado al sector eléctrico luego de 10 años en el poder, muy rápidamente hubiera llegado a la conclusión de que Venezuela enfrentaría una crisis eléctrica como la que actualmente está experimentando. De hecho, varios expertos venezolanos así lo previeron, incluso desde mediados de la década. Con El Niño o sin El Niño habría crisis. Con El Niño la crisis se manifestaría un poco antes.
Cuando empezó la crisis Chávez lo tomó a la ligera, tal como suele hacerlo con los temas que desconoce. Dijo en un Aló Presidente que había que ducharse solamente durante tres minutos y con totuma.
Luego nombró un ministro de Electricidad cuyo mayor mérito era que se robaba la electricidad de su casa con una conexión de contrabando. Este ministro fue despedido al poco tiempo. Fue reemplazado por un funcionario “pesado” del régimen: Alí Rodríguez Araque, uno de los artífices del milagro de la desaparición como por encanto de los recursos de la mayor bonanza petrolera en la historia de Venezuela.
Este personaje, que no sabe nada del tema eléctrico, trajo como su asesor principal al torturador en jefe y censor de Internet de Cuba Ramiro Valdés, especialista en choques eléctricos en las cárceles, más no en generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
El hecho cierto es que desde cuando al gobierno le estalló el problema en la cara sólo ha repartido palos de ciego. Entre ellos, racionamientos caóticos y desiguales de energía eléctrica a lo largo y ancho del país. Y declaraciones disparatadas de Chávez, sin que haya sido lo suficientemente varón como para disculparse por todos los costos y daños que el racionamiento ha producido.
Los disparates de Chávez en un tema como el eléctrico son los típicos de un dictador del trópico. La culpa es de todo y de todos menos del gobernante. Quienes expresan su preocupación por la magnitud del problema hacen parte de una conspiración de la oposición. Y las soluciones residen en la aplicación de los poderes “mágicos” o “milagrosos” del dictador.
Entre las soluciones, en la que más ha insistido Chávez es en el bombardeo de las nubes para hacer llover. Otra ha sido la inauguración, con gran despliegue periodístico, de unas muy pequeñas, ineficientes y contaminantes plantas térmicas. Por otro lado, han sido frecuentes sus pronunciamientos sobre el montaje inmediato de una serie de grandes plantas termoeléctricas, sin informarle a la población de que se trata de un proceso complejo que toma tiempo.
Los dictadores del trópico, como Chávez y los hermanos Raúl y Fidel Castro en Cuba, siempre andan comunicándole a la población que la solución a sus crecientes problemas está a la vuelta de la esquina. Son especialistas en crear esperanzas falsas. Sus gobiernos se alimentan de eso. De hacerle ver a sus pelmazos seguidores espejismos de oasis que supuestamente están ahí no más, a la vuelta de la esquina.
Eso es lo que se ha propuesto hacer Chávez con el tema eléctrico. Ante los inevitables racionamientos, proliferación de mentiras y simplificaciones para confundir a la población sobre la naturaleza del problema y para crearle la falsa ilusión de que la salida de la crisis está a la vuelta de la esquina.
Lo último de Chávez a este respecto fue invocar la ayuda de Dios, “porque Dios es bolivariano”. Ya no se trata de bombardear las nubes para que llueva sobre la presa del Guri, cuyo nivel mantiene una angustiosa trayectoria a la baja. Le exigió a Dios que haga llover. “Dios no puede ser escuálido. La naturaleza está con nosotros”, sentenció el dictador.
Entonces, si no llueve es porque Dios es escuálido. Si llueve es porque Dios es bolivariano. Hagan sus apuestas, señores.
La verdad es que si bien el fenómeno de El Niño se ha atemperado, todavía los expertos piensan que su impacto se extenderá durante abril y mayo. Es decir, que en esos meses, que son de invierno tanto en Colombia como en Venezuela, lloverá en ambos países, pero posiblemente no tanto como en otros inviernos.
Finalmente Chávez saldrá a decir que Dios es bolivariano cuando caigan algunas gotas de lluvia. ¡Pobre Dios! Todos lo invocan para sus causas y en contra de las causas ajenas. Peor aún, cínicos comunistas como Chávez le piden ayuda para resolver los intrincados problemas que ellos mismos han creado.
En el caso del sector eléctrico de Venezuela después de 11 años de desgobierno, es tal la magnitud del problema que ni siquiera con la ayuda de Dios se podrá cantar victoria, tanto en 2010 como probablemente en 2011.
En abril de 2009 se supo que el fenómeno climatológico de El Niño era una realidad y que países como Venezuela y Colombia iban a tener un invierno poco lluvioso en el segundo semestre de 2009 y un verano relativamente intenso a comienzos de 2010. No se trataba de El Niño más fuerte de los últimos tiempos, pero si de uno moderado-fuerte, cuyo impacto no sería despreciable.
Quienquiera que a mediados de 2009 hubiera analizado la situación de postración a la que el gobierno de Hugo Chávez había llevado al sector eléctrico luego de 10 años en el poder, muy rápidamente hubiera llegado a la conclusión de que Venezuela enfrentaría una crisis eléctrica como la que actualmente está experimentando. De hecho, varios expertos venezolanos así lo previeron, incluso desde mediados de la década. Con El Niño o sin El Niño habría crisis. Con El Niño la crisis se manifestaría un poco antes.
Cuando empezó la crisis Chávez lo tomó a la ligera, tal como suele hacerlo con los temas que desconoce. Dijo en un Aló Presidente que había que ducharse solamente durante tres minutos y con totuma.
Luego nombró un ministro de Electricidad cuyo mayor mérito era que se robaba la electricidad de su casa con una conexión de contrabando. Este ministro fue despedido al poco tiempo. Fue reemplazado por un funcionario “pesado” del régimen: Alí Rodríguez Araque, uno de los artífices del milagro de la desaparición como por encanto de los recursos de la mayor bonanza petrolera en la historia de Venezuela.
Este personaje, que no sabe nada del tema eléctrico, trajo como su asesor principal al torturador en jefe y censor de Internet de Cuba Ramiro Valdés, especialista en choques eléctricos en las cárceles, más no en generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
El hecho cierto es que desde cuando al gobierno le estalló el problema en la cara sólo ha repartido palos de ciego. Entre ellos, racionamientos caóticos y desiguales de energía eléctrica a lo largo y ancho del país. Y declaraciones disparatadas de Chávez, sin que haya sido lo suficientemente varón como para disculparse por todos los costos y daños que el racionamiento ha producido.
Los disparates de Chávez en un tema como el eléctrico son los típicos de un dictador del trópico. La culpa es de todo y de todos menos del gobernante. Quienes expresan su preocupación por la magnitud del problema hacen parte de una conspiración de la oposición. Y las soluciones residen en la aplicación de los poderes “mágicos” o “milagrosos” del dictador.
Entre las soluciones, en la que más ha insistido Chávez es en el bombardeo de las nubes para hacer llover. Otra ha sido la inauguración, con gran despliegue periodístico, de unas muy pequeñas, ineficientes y contaminantes plantas térmicas. Por otro lado, han sido frecuentes sus pronunciamientos sobre el montaje inmediato de una serie de grandes plantas termoeléctricas, sin informarle a la población de que se trata de un proceso complejo que toma tiempo.
Los dictadores del trópico, como Chávez y los hermanos Raúl y Fidel Castro en Cuba, siempre andan comunicándole a la población que la solución a sus crecientes problemas está a la vuelta de la esquina. Son especialistas en crear esperanzas falsas. Sus gobiernos se alimentan de eso. De hacerle ver a sus pelmazos seguidores espejismos de oasis que supuestamente están ahí no más, a la vuelta de la esquina.
Eso es lo que se ha propuesto hacer Chávez con el tema eléctrico. Ante los inevitables racionamientos, proliferación de mentiras y simplificaciones para confundir a la población sobre la naturaleza del problema y para crearle la falsa ilusión de que la salida de la crisis está a la vuelta de la esquina.
Lo último de Chávez a este respecto fue invocar la ayuda de Dios, “porque Dios es bolivariano”. Ya no se trata de bombardear las nubes para que llueva sobre la presa del Guri, cuyo nivel mantiene una angustiosa trayectoria a la baja. Le exigió a Dios que haga llover. “Dios no puede ser escuálido. La naturaleza está con nosotros”, sentenció el dictador.
Entonces, si no llueve es porque Dios es escuálido. Si llueve es porque Dios es bolivariano. Hagan sus apuestas, señores.
La verdad es que si bien el fenómeno de El Niño se ha atemperado, todavía los expertos piensan que su impacto se extenderá durante abril y mayo. Es decir, que en esos meses, que son de invierno tanto en Colombia como en Venezuela, lloverá en ambos países, pero posiblemente no tanto como en otros inviernos.
Finalmente Chávez saldrá a decir que Dios es bolivariano cuando caigan algunas gotas de lluvia. ¡Pobre Dios! Todos lo invocan para sus causas y en contra de las causas ajenas. Peor aún, cínicos comunistas como Chávez le piden ayuda para resolver los intrincados problemas que ellos mismos han creado.
En el caso del sector eléctrico de Venezuela después de 11 años de desgobierno, es tal la magnitud del problema que ni siquiera con la ayuda de Dios se podrá cantar victoria, tanto en 2010 como probablemente en 2011.