Lleva meses sin autorizar divisas para el pago de lo que importadores venezolanos le adeudan a la Zona Libre de Colón. Con la ruptura de relaciones entre ambos países se congela lo poco que iban a pagar.
La amenaza proviene del canciller de Venezuela Elías Jaua. La declaración exacta del funcionario venezolano es que “van a revisar” la deuda. Si antes de esta anunciada “revisión” no giraban los correspondientes dólares, ahora si que mucho menos. Esta deuda se calcula en alrededor de US$1.200 millones. Se sabe además que Venezuela está quebrada, sus reservas internacionales líquidas dan pena ajena, y el gobierno incumple varios de sus compromisos.
Esta declaración de Jaua va de la mano con el talante del gobierno de Nicolás Maduro. Robarle a empresarios es lo de menos. Amenazarlos igual. Romper relaciones con un país que convoca a una reunión de la OEA para discutir la situación anómala que allí se presenta, es reacción previsible para un gobierno que se distingue por sus pataletas infantiles cada vez que enfrenta iniciativas externas que le son adversas.
Venezuela es actualmente un país paria. Su gobierno está recorriendo el mismo camino de Cuba: dictadura, represión, empobrecimiento, mentiras e incumplimiento de compromisos.
Con un gobierno así y que tiene el control absoluto de las divisas, prestar es a cuenta y riesgo total del acreedor. Algunos avivados creen que hacen el negocio del siglo al vender sus mercancías con sobreprecio y hacerse a dólares con una tasa de cambio regalada. Sin embargo, el único problema con este negocio es que paguen.
Los empresarios que le venden a Venezuela a crédito y que a estas alturas se quejan por los incumplimientos merecen su suerte. Saben de sobra lo arbitrario y ladrón que es el actual gobierno de ese país. Saben de la crónica escasez de divisas que ahí existe. Saben de otros empresarios que no han recibido el pago de lo que se les adeuda. Y aun así se arriesgan y resuelven vender fiado. Allá ellos con sus cálculos de la gallina de los huevos de oro.
Esta declaración de Jaua va de la mano con el talante del gobierno de Nicolás Maduro. Robarle a empresarios es lo de menos. Amenazarlos igual. Romper relaciones con un país que convoca a una reunión de la OEA para discutir la situación anómala que allí se presenta, es reacción previsible para un gobierno que se distingue por sus pataletas infantiles cada vez que enfrenta iniciativas externas que le son adversas.
Venezuela es actualmente un país paria. Su gobierno está recorriendo el mismo camino de Cuba: dictadura, represión, empobrecimiento, mentiras e incumplimiento de compromisos.
Con un gobierno así y que tiene el control absoluto de las divisas, prestar es a cuenta y riesgo total del acreedor. Algunos avivados creen que hacen el negocio del siglo al vender sus mercancías con sobreprecio y hacerse a dólares con una tasa de cambio regalada. Sin embargo, el único problema con este negocio es que paguen.
Los empresarios que le venden a Venezuela a crédito y que a estas alturas se quejan por los incumplimientos merecen su suerte. Saben de sobra lo arbitrario y ladrón que es el actual gobierno de ese país. Saben de la crónica escasez de divisas que ahí existe. Saben de otros empresarios que no han recibido el pago de lo que se les adeuda. Y aun así se arriesgan y resuelven vender fiado. Allá ellos con sus cálculos de la gallina de los huevos de oro.