Se trata de un grupo de 20 ex guerrilleros colombianos que aprendieron a leer como parte de un programa de reinserción a la vida civil.
Una vez que aprendieron a leer se les realizó resonancias magnéticas (magnetic resonance imaging – MRI) de sus cerebros y se las comparó con las de 22 analfabetas de la misma edad y similares antecedentes culturales.
Los investigadores, oriundos de Inglaterra, España y Colombia, encontraron que los nuevos lectores registraron una mayor densidad de materia gris en diferentes áreas del hemisferio izquierdo, que es donde el procesamiento de información se lleva a cabo. Se trata de las áreas del cerebro responsables de reconocer las formas de las letras, de traducirlas en dialecto hablado y de extraerles un significado. También observaron un fortalecimiento de las conexiones neurales, conocidas como materia blanca, entre las diferentes regiones de la materia gris del cerebro.
El equipo de investigadores posteriormente examinó los cerebros de personas que habían aprendido a leer desde la niñez. Su más importante descubrimiento se refiere al rol que desempeña la parte del cerebro llamada gyrus angular. Por más de un siglo y medio esta parte ha sido asociada al reconocimiento visual de las formas de las letras y de su relación con sonidos y significados. Pero, según el estudio publicado en la revista científica Nature, el gyrus angular juega un papel intermedio, proveyendo predicciones acerca de lo que el cerebro verá.
Según la profesora Cathy Price del University College London, el punto de vista tradicional era que el gyrus angular actuaba como una especie de diccionario que traducía las letras de un palabra en un significado. Sin embargo, lo que se demuestra en el estudio es que su papel es el de anticipar lo que el ojo verá, algo así como la función de predicción de texto en un teléfono móvil.
Estos resultados puede ser útiles para profundizar en las causas de la dislexia, por ejemplo. Estudios hechos a los disléxicos han encontrado regiones cerebrales con materia gris y blanca reducida, que son las que crecen cuando se aprende a leer. La nueva investigación sugiere que las diferencias cerebrales que se han observado en los disléxicos son consecuencia de las dificultades que tienen para leer, en lugar de constituir la causa que determina este desorden psicológico.
Los investigadores, oriundos de Inglaterra, España y Colombia, encontraron que los nuevos lectores registraron una mayor densidad de materia gris en diferentes áreas del hemisferio izquierdo, que es donde el procesamiento de información se lleva a cabo. Se trata de las áreas del cerebro responsables de reconocer las formas de las letras, de traducirlas en dialecto hablado y de extraerles un significado. También observaron un fortalecimiento de las conexiones neurales, conocidas como materia blanca, entre las diferentes regiones de la materia gris del cerebro.
El equipo de investigadores posteriormente examinó los cerebros de personas que habían aprendido a leer desde la niñez. Su más importante descubrimiento se refiere al rol que desempeña la parte del cerebro llamada gyrus angular. Por más de un siglo y medio esta parte ha sido asociada al reconocimiento visual de las formas de las letras y de su relación con sonidos y significados. Pero, según el estudio publicado en la revista científica Nature, el gyrus angular juega un papel intermedio, proveyendo predicciones acerca de lo que el cerebro verá.
Según la profesora Cathy Price del University College London, el punto de vista tradicional era que el gyrus angular actuaba como una especie de diccionario que traducía las letras de un palabra en un significado. Sin embargo, lo que se demuestra en el estudio es que su papel es el de anticipar lo que el ojo verá, algo así como la función de predicción de texto en un teléfono móvil.
Estos resultados puede ser útiles para profundizar en las causas de la dislexia, por ejemplo. Estudios hechos a los disléxicos han encontrado regiones cerebrales con materia gris y blanca reducida, que son las que crecen cuando se aprende a leer. La nueva investigación sugiere que las diferencias cerebrales que se han observado en los disléxicos son consecuencia de las dificultades que tienen para leer, en lugar de constituir la causa que determina este desorden psicológico.