La Reserva Federal anunció que eventualmente bajaría su tasa de interés a cero, lo que se añadiría al paquete de estímulo fiscal de Obama de un trillón de dólares.
Se trata de medidas monetarias y fiscales desesperadas. Respiración artificial para un enfermo que lo que requiere es restricción del gasto y reducción de la deuda a nivel de hogares, empresas y gobierno. Y es respiración artificial porque los recursos salen del “aire”. Sencillamente no existen. Si la macroeconomía se manejara a punto de inyecciones de “aire”, la humanidad, y América latina en especial, ya hubieran resuelto su problema de escasez de recursos y de la pobreza. Viviríamos en un paraíso.
Para gastar hay que producir y ahorrar. El gasto en Estados Unidos es muy superior a lo que se produce y al ahorro disponible. El faltante se cubre con deuda e inflación (depreciación del dólar). Pero esto que es de Perogrullo, ni los políticos ni el público en general lo quieren aceptar. Y adoptan toda clase de medidas locas y absurdas para mantener la ficción de que se puede seguir viviendo con los mismo estándares de antes de la crisis.
Es posible que con una tasa de interés de cero y con un trillón de dólares que se le adicionaría a un déficit gobierno federal que sin ese paquete es cercano a 5% del PIB, se eviten durante algunos meses los dolorosos ajustes. Sin embargo, lo único que al final de cuentas se logrará es postergar lo inevitable. Con el agravante que se distorsionará aún más la economía con señales equívocas. El gasto y la deuda continuarán en niveles completamente desproporcionados. Empresas que sólo son viables con un nivel de gasto irreal, no se reestructurarán o no se cerrarán como debe ser. El gobierno continuará involucrado en toda clase de programas de inversión sin contar con los recursos para ello y los consumidores seguirán gastando sin el respaldo de dinero propio.
Estados Unidos necesita un programa de ajuste de los rigurosos. Similar a aquellos que suele imponer el Fondo Monetario Internacional a los países emergentes con problemas. Esos programas equilibran la economía luego de un proceso de reducción del gasto y de la deuda. Producen desempleo y hasta crisis políticas. Pero establecen las bases para reiniciar una etapa de crecimiento sostenido. Es curioso, por decir lo menos, que los políticos y la población de ese país consideran que ellos están exentos de las mismas leyes económicas que hacen sufrir al resto de la humanidad. Tal vez es porque todo el tiempo se repiten a sí mismos que son el país más maravilloso del mundo, han llegado a creerse ese insólito cuento.
Para gastar hay que producir y ahorrar. El gasto en Estados Unidos es muy superior a lo que se produce y al ahorro disponible. El faltante se cubre con deuda e inflación (depreciación del dólar). Pero esto que es de Perogrullo, ni los políticos ni el público en general lo quieren aceptar. Y adoptan toda clase de medidas locas y absurdas para mantener la ficción de que se puede seguir viviendo con los mismo estándares de antes de la crisis.
Es posible que con una tasa de interés de cero y con un trillón de dólares que se le adicionaría a un déficit gobierno federal que sin ese paquete es cercano a 5% del PIB, se eviten durante algunos meses los dolorosos ajustes. Sin embargo, lo único que al final de cuentas se logrará es postergar lo inevitable. Con el agravante que se distorsionará aún más la economía con señales equívocas. El gasto y la deuda continuarán en niveles completamente desproporcionados. Empresas que sólo son viables con un nivel de gasto irreal, no se reestructurarán o no se cerrarán como debe ser. El gobierno continuará involucrado en toda clase de programas de inversión sin contar con los recursos para ello y los consumidores seguirán gastando sin el respaldo de dinero propio.
Estados Unidos necesita un programa de ajuste de los rigurosos. Similar a aquellos que suele imponer el Fondo Monetario Internacional a los países emergentes con problemas. Esos programas equilibran la economía luego de un proceso de reducción del gasto y de la deuda. Producen desempleo y hasta crisis políticas. Pero establecen las bases para reiniciar una etapa de crecimiento sostenido. Es curioso, por decir lo menos, que los políticos y la población de ese país consideran que ellos están exentos de las mismas leyes económicas que hacen sufrir al resto de la humanidad. Tal vez es porque todo el tiempo se repiten a sí mismos que son el país más maravilloso del mundo, han llegado a creerse ese insólito cuento.