A Hugo Chávez no le quedó otra opción que comprarle electricidad a Colombia y plantas térmicas a General Electric.
Cualquier kilovatio vale oro en este momento en Venezuela ante el colapso de su sistema eléctrico. El país que posee las más elevadas reservas energéticas de América Latina y que acaba de pasar por la mayor bonanza petrolera de su historia se encuentra actualmente sin luz, sin agua y sin gas natural.
Al tener que reconocer a regañadientes que los ofrecimientos del gobierno colombiano y de la General Electric son bienvenidos, Chávez se justificó a sí mismo con el ridículo argumento de que ni la electricidad de Colombia ni las plantas térmicas provenientes del “imperio” tienen “ideología”. ¿Será que, en cambio, si tienen “ideología” los textiles, confecciones, vehículos automotores, productos plásticos y alimentos que este personaje unilateral y arbitrariamente prohibió comprarle a Colombia? ¡Pendejo!
Colombia le suministraría a Venezuela unos 140 MW, en tanto que las plantas térmicas de General Electric le proveerían otros 400 MW. Estas adiciones simplemente son un paliativo (costoso por cierto en el caso de las plantas térmicas de General Electric) a una situación de escasez que es estructural y que es consecuencia exclusiva de la corrupción, desidia y falta de planeación durante los 11 años del desgobierno de Hugo Chávez. Es tal el desastre en que se encuentra el sistema eléctrico venezolano, que por más dinero que ahora se gaste, sólo se saldría de la emergencia eléctrica dentro de unos dos a tres años.
Ahora bien, sería una irresponsabilidad que Colombia le vendiera a plazos la energía eléctrica a Venezuela. El país con el ingreso per cápita de divisas más alto de América Latina, se ha convertido en la peor paga del Continente. A los exportadores colombianos y a los de otros países les adeudan miles de millones de dólares. A quienes les nacionalizaron o les compraron sus empresas tampoco les han pagado.
Es total el despelote financiero tanto a nivel del gobierno central como de las principales empresas estatales (incluida PDVSA). Vender en Venezuela al debe, con ideología o sin ideología de por medio, se ha vuelto uno de los negocios más riesgosos del mundo.
Al tener que reconocer a regañadientes que los ofrecimientos del gobierno colombiano y de la General Electric son bienvenidos, Chávez se justificó a sí mismo con el ridículo argumento de que ni la electricidad de Colombia ni las plantas térmicas provenientes del “imperio” tienen “ideología”. ¿Será que, en cambio, si tienen “ideología” los textiles, confecciones, vehículos automotores, productos plásticos y alimentos que este personaje unilateral y arbitrariamente prohibió comprarle a Colombia? ¡Pendejo!
Colombia le suministraría a Venezuela unos 140 MW, en tanto que las plantas térmicas de General Electric le proveerían otros 400 MW. Estas adiciones simplemente son un paliativo (costoso por cierto en el caso de las plantas térmicas de General Electric) a una situación de escasez que es estructural y que es consecuencia exclusiva de la corrupción, desidia y falta de planeación durante los 11 años del desgobierno de Hugo Chávez. Es tal el desastre en que se encuentra el sistema eléctrico venezolano, que por más dinero que ahora se gaste, sólo se saldría de la emergencia eléctrica dentro de unos dos a tres años.
Ahora bien, sería una irresponsabilidad que Colombia le vendiera a plazos la energía eléctrica a Venezuela. El país con el ingreso per cápita de divisas más alto de América Latina, se ha convertido en la peor paga del Continente. A los exportadores colombianos y a los de otros países les adeudan miles de millones de dólares. A quienes les nacionalizaron o les compraron sus empresas tampoco les han pagado.
Es total el despelote financiero tanto a nivel del gobierno central como de las principales empresas estatales (incluida PDVSA). Vender en Venezuela al debe, con ideología o sin ideología de por medio, se ha vuelto uno de los negocios más riesgosos del mundo.