Está dando muy buenos resultados. No se necesita la asesoría de Hugo Chávez y de su gobierno para diseñar un nuevo plan de paz.
Lo único que por ahora se necesita del gobierno de Venezuela es que elimine los campamentos de operación de la narcoguerrilla en su territorio. Que las cortinas de humo sean reemplazadas por acciones efectivas. Que en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno, mire la viga en el propio.
Desde esos campamentos se han planeado y se seguirán planeando ataques contra territorio colombiano, tal como fue el caso de la reciente fallida retoma de los Montes de María en los departamentos de Sucre y Bolívar. Desde allí o desde cualesquiera otras coordenadas en territorio venezolano, se han recibido y se continuarán recibiendo a toda clase de visitantes extranjeros, se han filmado y se continuarán filmando cortometrajes de propaganda, y se han entrenado y se continuarán entrenando guerrilleros de distintas nacionalidades.
Aquellas historias de los medios de comunicación sobre las FARC que empiezan “desde las montañas de Colombia”, en realidad lo son “desde las montañas de Venezuela”. Así como antes, cuando existía alias Raúl Reyes, no era “desde las selvas de Colombia” sino “desde las selvas de Ecuador”. ¡Vaya farsa!
El gobierno de Venezuela niega y continuará negando que protege y financia a las FARC. Ante las evidencias, la respuesta es y será lloriqueos, hacerse la víctima, insultar al mensajero y obtener declaraciones de apoyo por parte de mandatarios subordinados como Daniel Ortega y Evo Morales. ¡Vaya disco tan rayado!
Algunos se harán la ilusión de que, ante el inicio del gobierno de Juan Manuel Santos en Colombia, y ante una mayor presión diplomática, Hugo Chávez cambiará de la noche a la mañana su personalidad y será sincero en retirarle su apoyo a las FARC.
Difícil sino imposible creerle a un gobierno que, con la asesoría cubana, se ha especializado en el montaje de show mediáticos que disfrazan de verdad a mentiras del tamaño de una catedral. Difícil, además, que Chávez, con su proyecto político expansionista, deje en paz a Colombia.
Difícil, en fin, hacerse ilusiones sobre este tema. Y la verdad es que los colombianos ya no comen cuento. Después de la pesadilla que han vivido, la mayoría tienen el polo bien puesto en tierra cuando de las FARC se trata.
Desde esos campamentos se han planeado y se seguirán planeando ataques contra territorio colombiano, tal como fue el caso de la reciente fallida retoma de los Montes de María en los departamentos de Sucre y Bolívar. Desde allí o desde cualesquiera otras coordenadas en territorio venezolano, se han recibido y se continuarán recibiendo a toda clase de visitantes extranjeros, se han filmado y se continuarán filmando cortometrajes de propaganda, y se han entrenado y se continuarán entrenando guerrilleros de distintas nacionalidades.
Aquellas historias de los medios de comunicación sobre las FARC que empiezan “desde las montañas de Colombia”, en realidad lo son “desde las montañas de Venezuela”. Así como antes, cuando existía alias Raúl Reyes, no era “desde las selvas de Colombia” sino “desde las selvas de Ecuador”. ¡Vaya farsa!
El gobierno de Venezuela niega y continuará negando que protege y financia a las FARC. Ante las evidencias, la respuesta es y será lloriqueos, hacerse la víctima, insultar al mensajero y obtener declaraciones de apoyo por parte de mandatarios subordinados como Daniel Ortega y Evo Morales. ¡Vaya disco tan rayado!
Algunos se harán la ilusión de que, ante el inicio del gobierno de Juan Manuel Santos en Colombia, y ante una mayor presión diplomática, Hugo Chávez cambiará de la noche a la mañana su personalidad y será sincero en retirarle su apoyo a las FARC.
Difícil sino imposible creerle a un gobierno que, con la asesoría cubana, se ha especializado en el montaje de show mediáticos que disfrazan de verdad a mentiras del tamaño de una catedral. Difícil, además, que Chávez, con su proyecto político expansionista, deje en paz a Colombia.
Difícil, en fin, hacerse ilusiones sobre este tema. Y la verdad es que los colombianos ya no comen cuento. Después de la pesadilla que han vivido, la mayoría tienen el polo bien puesto en tierra cuando de las FARC se trata.