El favorito para ganar las elecciones presidenciales de Francia no llega a los 39 años y se autocalifica como político del “centro”, que es lo mismo que decir que no tiene posiciones firmes en un sentido o en el otro.
El perfecto candidato para que Francia continúe como va: un país económicamente estancado, estatista, azotado por el terrorismo islámico, y administrado por una elite cerrada y controladora. De hecho, Macron es parte integral de esa elite. Es graduado de ENA (École nationale d’administration) de donde salen los principales funcionarios que manejan la vida política y económica de Francia.
Todo el establecimiento francés cerró filas detrás de Macron para la segunda vuelta que se realizará el 7 de mayo de 2017 y en la que enfrentará a la nacionalista Marine Le Pen. Un poco probable triunfo de Le Pen sería un golpe definitivo para la esclerótica Unión Europea luego del Brexit y del triunfo de Donald Trump.
El columnista inglés, James Delingpole, define a Macron como “un hombre hueco, un resbaladizo vendedor de ilusiones, con una sonrisa ganadora y linda vestimenta, que no hará absolutamente nada para enfrentar los masivos problemas sociales y económicos que enfrenta Francia” (Manchurian Candidate Macron is France's Obama, Breitbart, 24 de abril, 2017).
Macron se graduó del ENA en 2004 y en 2007 trabajó en una Comisión cuya misión era dar recomendaciones para elevar el crecimiento económico de Francia. El informe de la Comisión fue archivado en 2010 después de que fueran ridiculizadas sus recomendaciones de aumentar la inmigración y reforzar una política de “frontedras abiertas”.
Posteriormente Macron ingresó a la banca de inversión Rothschilds & Cie Banque donde se volvió de la noche a la mañana en millonario mientras trabajaba en la adquisición por parte de Nestle de la unidad nutricional de Pfizer, una operación que se cerró en 2012.
En 2013 Macron dejó a Rothschilds e ingresó al gobierno de Francois Hollande como Secretario General del Eliseo y luego como Ministro de Economía e Industria en 2014 hasta agosto de 2016. No se le conocen realizaciones concretas en estos dos puestos públicos. Se deslindó del Partido Socialista y lanzó su candidatura por su propio movimiento político al que llamó En Marche!
Sin duda le sonó la flauta (o el piano ya que es pianista) a Macron ayudado por su carisma y por el desprestigio de los partidos políticos tradicionales, un fenómeno que se volvió epidemia en los países de la Unión Europea. Sin embargo, si es elegido Presidente tendrá que cogobernar con el partido tradicional que obtenga las mayorías parlamentarias, o de pronto hasta con una coalición.
Según los pesimistas pronósticos de Delingpole, la elección de Macron sería básicamente una continuación del fracasado gobierno de Hollande. Francia seguiría en su trayectoria de decadencia económica, social y cultural.
Después de todo, eso es lo que significa el “centro” en el espectro político. Ni fu ni fa. Sin las convicciones para adoptar decisiones firmes que remuevan el status quo. Sin la fuerza interior para remontar la corriente del río que lleva a la desesperanza y el caos.
Todo el establecimiento francés cerró filas detrás de Macron para la segunda vuelta que se realizará el 7 de mayo de 2017 y en la que enfrentará a la nacionalista Marine Le Pen. Un poco probable triunfo de Le Pen sería un golpe definitivo para la esclerótica Unión Europea luego del Brexit y del triunfo de Donald Trump.
El columnista inglés, James Delingpole, define a Macron como “un hombre hueco, un resbaladizo vendedor de ilusiones, con una sonrisa ganadora y linda vestimenta, que no hará absolutamente nada para enfrentar los masivos problemas sociales y económicos que enfrenta Francia” (Manchurian Candidate Macron is France's Obama, Breitbart, 24 de abril, 2017).
Macron se graduó del ENA en 2004 y en 2007 trabajó en una Comisión cuya misión era dar recomendaciones para elevar el crecimiento económico de Francia. El informe de la Comisión fue archivado en 2010 después de que fueran ridiculizadas sus recomendaciones de aumentar la inmigración y reforzar una política de “frontedras abiertas”.
Posteriormente Macron ingresó a la banca de inversión Rothschilds & Cie Banque donde se volvió de la noche a la mañana en millonario mientras trabajaba en la adquisición por parte de Nestle de la unidad nutricional de Pfizer, una operación que se cerró en 2012.
En 2013 Macron dejó a Rothschilds e ingresó al gobierno de Francois Hollande como Secretario General del Eliseo y luego como Ministro de Economía e Industria en 2014 hasta agosto de 2016. No se le conocen realizaciones concretas en estos dos puestos públicos. Se deslindó del Partido Socialista y lanzó su candidatura por su propio movimiento político al que llamó En Marche!
Sin duda le sonó la flauta (o el piano ya que es pianista) a Macron ayudado por su carisma y por el desprestigio de los partidos políticos tradicionales, un fenómeno que se volvió epidemia en los países de la Unión Europea. Sin embargo, si es elegido Presidente tendrá que cogobernar con el partido tradicional que obtenga las mayorías parlamentarias, o de pronto hasta con una coalición.
Según los pesimistas pronósticos de Delingpole, la elección de Macron sería básicamente una continuación del fracasado gobierno de Hollande. Francia seguiría en su trayectoria de decadencia económica, social y cultural.
Después de todo, eso es lo que significa el “centro” en el espectro político. Ni fu ni fa. Sin las convicciones para adoptar decisiones firmes que remuevan el status quo. Sin la fuerza interior para remontar la corriente del río que lleva a la desesperanza y el caos.