Se le paga a un enfermo terminal para que le transmita un mensaje a un ser querido que ya murió.
La compañía se llama Afterlife Telegrams. Por la módica suma de 5 dólares por palabra, esta compañía consigue un enfermo terminal para llevarle su mensaje a alguien en la otra vida. El enfermo terminal o mensajero memoriza su mensaje y lo transmite después de muerto.
El dinero que costó el telegrama se destina a lo que determine el mensajero, entre tres alternativas: un pariente, una obra de caridad o para pagar sus gastos médicos. La compañía no se queda con el dinero.
No se cobran costos de transporte puesto que no hay garantía o prueba de que el mensaje llegará a su destino. Pero la compañía garantiza que los mensajeros efectivamente han memorizado los mensajes y que se encuentran totalmente comprometidos con hacer todo lo que esté a sus alcances para transmitirlos.
Hay algunas condiciones, Por ejemplo, no se aceptan mensajes de personas que todavía están conmocionados con su pena. Tampoco de menores de 18 años o para alguien que haya muerto hace menos de un mes. Por otro lado, sólo se usan mensajeros que, aunque terminalmente enfermos, están con capacidad para tomar sus propias decisiones.
Bueno, y no faltará quien sólo piensa en lo material y pregunte, ¿en dónde está el negocio? Afterlife Telegrams se compromete a distribuir el dinero (según los deseos del mensajero) cuando el telegrama “va en camino” (después de muerto el mensajero). Se pensará entonces que hay un período en el cual la compañía puede jugar con el dinero. No es el caso de esta compañía puesto que apenas recibe el dinero lo congela en una cuenta de Pay Pal.
Entonces, ¿qué? Bueno, lo que sucede es que al lado de esta actividad hay un cementerio virtual y patrocinadores que venden juegos virtuales, medicinas, publicaciones sobre la vida después de la muerte, etc. De hecho, llama la atención la idea del cementerio virtual y sorprende que todavía no se le haya ocurrido a un empresario joven de Medellín.
El dinero que costó el telegrama se destina a lo que determine el mensajero, entre tres alternativas: un pariente, una obra de caridad o para pagar sus gastos médicos. La compañía no se queda con el dinero.
No se cobran costos de transporte puesto que no hay garantía o prueba de que el mensaje llegará a su destino. Pero la compañía garantiza que los mensajeros efectivamente han memorizado los mensajes y que se encuentran totalmente comprometidos con hacer todo lo que esté a sus alcances para transmitirlos.
Hay algunas condiciones, Por ejemplo, no se aceptan mensajes de personas que todavía están conmocionados con su pena. Tampoco de menores de 18 años o para alguien que haya muerto hace menos de un mes. Por otro lado, sólo se usan mensajeros que, aunque terminalmente enfermos, están con capacidad para tomar sus propias decisiones.
Bueno, y no faltará quien sólo piensa en lo material y pregunte, ¿en dónde está el negocio? Afterlife Telegrams se compromete a distribuir el dinero (según los deseos del mensajero) cuando el telegrama “va en camino” (después de muerto el mensajero). Se pensará entonces que hay un período en el cual la compañía puede jugar con el dinero. No es el caso de esta compañía puesto que apenas recibe el dinero lo congela en una cuenta de Pay Pal.
Entonces, ¿qué? Bueno, lo que sucede es que al lado de esta actividad hay un cementerio virtual y patrocinadores que venden juegos virtuales, medicinas, publicaciones sobre la vida después de la muerte, etc. De hecho, llama la atención la idea del cementerio virtual y sorprende que todavía no se le haya ocurrido a un empresario joven de Medellín.